¿Lloverá más y mejor con las Zonas de Bajas Emisiones?

Las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) son áreas urbanas que han implementado políticas para reducir la contaminación del aire y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Estas medidas buscan disminuir las emisiones de gases y partículas contaminantes generadas por vehículos, fábricas y otras fuentes. Uno de los beneficios ambientales asociados a las ZBE es su impacto en la lluvia, ya que pueden contribuir a mejorar la calidad del agua de precipitación y reducir los efectos negativos de la lluvia ácida.

Ley 7/2021, de 20 de mayo, de cambio climático y transición energética, impone a los municipios de más de 50.000 habitantes la adopción de planes de movilidad urbana sostenible, que deben introducir medidas de mitigación para reducir las emisiones derivadas de la movilidad, incluyendo al menos el establecimiento de zonas de bajas emisiones (En adelante en este preámbulo, ZBE) y también aplicable a los municipios de más de 20.000 habitantes cuando se superen los valores límite de los contaminantes regulados en el Real Decreto 102/2011, de 28 de enero, relativo a la mejora de la calidad del aire.

Será uno de los aspectos a tratar el miércoles 24 de mayo ( 9.30 h); se desarrollará la jornada: “Humanización de la Carretera” en el Salón de Actos de la Escuela de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos (edificio 4H) de la Universidad Politécnica de Valencia.

Incripción en luzdecruce@cope.es

El Real Decreto 1052/2022, de 27 de diciembre, por el que se regulan las zonas de bajas emisiones, constituye la normativa reglamentaria de este instrumento medioambiental y de movilidad urbana. El objetivo de mejora de calidad del aire en las ZBE debe poder cuantificarse y, además, en caso de superaciones de los valores legislados, debe contribuir a alcanzar el cumplimento en el menor tiempo posible, estableciendo un calendario y evaluando el impacto de las medidas adoptadas en la ZBE.

Por ello, el establecimiento de las ZBE es una obligación legal desarrollada reglamentariamente y deberá ser regulada por los Ayuntamientos por medio de ordenanza municipal, que podrá estar incluida en las normas de movilidad sostenible o como norma separada o independiente.

La reducción de las emisiones contaminantes en las Zonas de Bajas Emisiones tiene un impacto directo en la calidad del aire. Al disminuir la presencia de gases y partículas nocivas, se mejora la calidad de la lluvia, evitando que los contaminantes atmosféricos se depositen en el agua de precipitación. Esto es especialmente relevante en áreas urbanas donde las emisiones de vehículos y la actividad industrial pueden contribuir a la formación de la lluvia ácida.

La lluvia ácida, causada por la contaminación del aire, puede tener efectos perjudiciales en los ecosistemas naturales y la agricultura. Las Zonas de Bajas Emisiones, al reducir las emisiones contaminantes, contribuyen a disminuir estos impactos negativos. Un agua de lluvia más limpia beneficia a los suelos, evitando su acidificación, y también favorece a los cuerpos de agua, ya que las aguas de escorrentía estarán menos contaminadas, mejorando la calidad de los ríos y lagos.

En diferentes ciudades del mundo se han implementado con éxito las Zonas de Bajas Emisiones, logrando mejoras significativas en la calidad del aire y, por ende, en la lluvia. Por ejemplo, en Londres se ha reducido la emisión de partículas contaminantes en un 20% gracias a la implementación de una ZBE. Sin embargo, uno de los desafíos que enfrentan estas políticas es la necesidad de una infraestructura adecuada y sistemas de transporte público eficientes para incentivar a la población a utilizar medios de transporte más sostenibles.