SUSPENSIÓN
Buñol cancela la Tomatina por el coronavirus
El Ayuntamiento ha decidido suspender su fiesta más internacional prevista para el próximo 26 de agosto
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La Tomatina es una fiesta que se celebra en el municipio valenciano de Buñol (España). Se celebra siempre el último miércoles del mes de agosto, dentro de la semana de fiestas de Buñol y consiste en que los participantes se arrojan tomates los unos a los otros. Pero este año, como consecuencia del coronavirus, sus calles no se teñirán de rojo. El ayuntamiento de la localidad ha decidido suspender su fiesta más internacional y que hace que Buñol reciba miles de visitantes de todos los rincones del mundo, tal y como avanza el periódico Las Provincias.
El éxito de la fiesta, en la que se llegan a lanzar más de 150.000 kilos de tomates, es tan grande que incluso se ha llegado a copiar fuera de nuestras fronteras en países como Colombia o China, lo que ha obligado al consistorio a controlar el aforo a través de la venta de entradas para participar en la fiesta.
Así lo ha confirmado a Europa Press la concejal de Tomatina, María Vallés, que ha señalado que esta es una medida que planteada desde el equipo de gobierno de la ciudad que se ratificará en una reunión con todos los grupos con representación en el consistorio.
"Es una decisión importante y responsable sobre todo", ha indicado Vallés, que ha subrayado la "necesidad de preservar la seguridad e integridad de las personas" que participan en esta festividad. "Hemos sido en España una de las fiestas más seguras, también del mundo y no podemos garantizar esa seguridad" en la actualidad, ha apuntado la edil.
En esta línea, la también teniente de alcalde ha agregado que "las circunstancias mandan y también la responsabilidad", al tiempo que ha afirmado que es necesario a la vez "preservar el buen nombre" de la Tomatina, que este año "celebraba su 75 aniversario".
La fiesta tiene sus orígenes en 1945 durante un desfile de gigantes y cabezudos. Unos jóvenes correteando por ahí hicieron que uno de los participantes se cayera y este enfadado comenzó a golpear todo lo que encontró. Cerca había un puesto de verduras y empezaron a tirarse tomates unos a otros. Esto lo fueron repitiendo los críos durante cinco años llevándose los tomates de sus propias casas.
Sin embargo, poco después de que se empezase con esta nueva tradición, durante los años 50, se prohibió. Este hecho provocó que todo el pueblo de Buñol se pusiera de luto.
"Se hizo una protesta. Lo llamaron el entierro del tomate. Salió la gente manifestándose con un ataúd en el que me metieron un tomate gigante. El caso es que fue todo un éxito, por ello lo instauraron finalmente como fiesta de forma oficial", tal y como recordaba una de las vecinas en Cope.