Se dispara la demanda de instalaciones fotovoltaicas en España, pero expertos advierten: el autoconsumo no es tan simple como parece

Después del apagón ha aumentado la venta de placas generando una fiebre solar tras la última crisis energética

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Un operario instalando placas solares en una vivienda particular

Borja Rodríguez

Valencia - Publicado el

4 min lectura

El pasado apagón eléctrico del lunes ha encendido no solo la alarma entre los ciudadanos, sino también su interés por la energía solar. Instaladores y consultores energéticos confirman un repunte repentino en las consultas para instalar placas solares en viviendas particulares. ¿Ha sido necesaria una crisis para reaccionar? Parece que sí. Aunque llevamos años hablando del cambio de modelo energético y de las bondades del sol —un recurso abundante en España—, no ha sido hasta este reciente incidente que muchos se han decidido a dar el paso.

Para comprender qué implica realmente instalar paneles solares, en Mediodía COPE Más Valencia hemos hablado con Juanjo Catalán, consultor energético y asesor de ASELEC. Según explica, estamos inmersos en una transformación profunda del modelo energético, una transición que afecta tanto a empresas como a ciudadanos. “El mundo se está electrificando”, señala Catalán, “y eso implica que cada vez más usos —calefacción, transporte, climatización— pasarán a depender de la electricidad. Pero esa electricidad debe ser limpia, si no, no sirve de nada”.

En este contexto, el autoconsumo energético, a través de placas fotovoltaicas, es una opción cada vez más extendida. Sin embargo, Catalán advierte que no es tan sencillo como muchos creen. “Una instalación sin almacenamiento, es decir, sin batería, puede no ser suficiente para asegurar el suministro durante un apagón”, explica. Las placas solares están conectadas a la red eléctrica convencional, y sin una batería que acumule la energía generada, no garantizan independencia energética en caso de corte de suministro.

Las baterías, no obstante, son todavía una tecnología en evolución. “Hasta hace poco eran muy caras y poco eficientes, pero como ocurrió con las propias placas hace una década, su coste está bajando y su rendimiento mejorando rápidamente”, afirma Catalán. Esta evolución permitirá que el modelo de autoconsumo con almacenamiento —donde la energía solar se guarda en baterías para usarse cuando se necesite— se convierta en el estándar del futuro.

El escenario que se dibuja combina grandes instalaciones de generación centralizada con miles de pequeños productores distribuidos —viviendas, edificios, comunidades— conectados en red. De hecho, ya existen modelos de comunidades energéticas, donde varios edificios o instalaciones dentro de un radio de dos kilómetros pueden compartir energía solar, optimizando recursos y aumentando la resiliencia del sistema.

Eso sí, no todo es tan sencillo. En ciudades verticales como València, Barcelona o Madrid, uno de los principales desafíos es la falta de superficie útil en los edificios. “En un bloque de pisos, lo que hay es un ‘terrao’, una azotea limitada, y eso condiciona la capacidad de generación. No puedes cubrir la demanda de todas las viviendas, pero sí abastecer zonas comunes como ascensores, luces del portal o incluso la piscina”, explica el experto.

Por el contrario, en urbanizaciones horizontales o chalets, el autoconsumo es mucho más factible. Con espacio suficiente en el tejado, una vivienda puede instalar 10 o más placas, generando fácilmente 5 kW de potencia. “Ese tipo de instalación es ideal, especialmente si se combina con batería, porque puede garantizar suministro incluso en situaciones de emergencia”, apunta Catalán.

Otro de los grandes cambios que se avecinan tiene que ver con la gestión de la red eléctrica. Hasta ahora, la electricidad debía consumirse al mismo tiempo que se generaba. Pero esto está cambiando gracias al desarrollo del almacenamiento a gran escala —en centrales— y al doméstico —en viviendas—, que permitirá equilibrar la oferta y la demanda. Esta digitalización y flexibilidad del sistema es esencial para integrar más renovables.

En cuanto a la relación con las compañías eléctricas, Catalán reconoce que “se abre un melón”. Aunque muchas comercializadoras ya están entrando en el negocio del autoconsumo y la generación distribuida, aún queda mucho por regular. Lo importante, insiste, es que los usuarios acudan a instaladores profesionales, que analicen su perfil de consumo, su situación técnica y las posibilidades reales de ahorro. “Esto no es un producto de supermercado. Necesita estudio, planificación y seguridad”, concluye.

El apagón ha servido, al menos, como un catalizador. La fiebre por la energía solar crece, y aunque el camino no es inmediato ni libre de obstáculos, sí parece imparable. Como bien resume Catalán: “El mundo será más eléctrico y más sostenible, sí o sí. La única pregunta es si vamos a liderar ese cambio o a seguir reaccionando a golpes de apagón”.

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