Pediatras alertan sobre el repunte de esta enfermedad en los niños tras la DANA

Pediatras de la zona cero alertan de las consecuencias a nivel físico de los niños tras la Dana se están viendo un repunte de diferentes patologías

Niños yendo al colegio tras la DANA

Europa Press

Niños yendo al colegio tras la DANA

Ainhoa Clavel

Valencia - Publicado el

4 min lectura

Desde el 29 de octubre, las consecuencias de la Dana han dejado una profunda huella en varias localidades valencianas. Aunque el tiempo ha pasado, la recuperación avanza con lentitud, garajes inutilizables, ascensores fuera de servicio y vecinos adaptándose a una “nueva normalidad” que aún dista de ser estable.

En este proceso de recuperación hay una parte de la población especialmente vulnerable cuyo sufrimiento no siempre es visible, los niños y adolescentes. ¿Cómo les afecta una catástrofe natural de esta magnitud a los más pequeños? Esta es la pregunta que motivó el Estudio Resia, una investigación pionera impulsada por la Sociedad Valenciana de Pediatría.

“El Estudio Resia nace con el objetivo de analizar cómo afectan las catástrofes naturales, como la Dana, en la salud física y emocional de niños y adolescentes”, explica en COPE Valencia Rafa Navarro, miembro del equipo investigador. Esta iniciativa se centra en los menores de localidades especialmente afectadas, como Catarroja y Sedaví.

Aunque todavía no hay resultados definitivos, ya se están detectando síntomas preocupantes. “Hay niños que en cuanto empieza a llover sienten miedo, tienen pesadillas, problemas de conciliación del sueño o ansiedad”, señala Navarro. 

Tres pilares rotos TRAS LA DANA: familia, escuela y espacio público  

Según Navarro, “se rompieron los tres elementos básicos que dan seguridad a un niño: la familia, la escuela y la calle”.

En algunos casos, las familias se han fragmentado o han sufrido pérdidas humanas. A nivel escolar, muchos menores han sido desplazados a otros centros o a aulas prefabricadas, perdiendo su entorno habitual. Y en cuanto al espacio público, los parques, jardines y calles donde solían jugar han desaparecido o siguen inservibles.

Aunque los datos del estudio aún están en fase preliminar, los pediatras ya observan ciertos patrones preocupantes en su consulta diaria. En lo emocional, se detectan alteraciones del sueño, ansiedad ante las lluvias, retraimiento social e incluso conductas autolíticas en adolescentes. “Acciones para mitigar el miedo y el dolor con más dolor, como las autolesiones, nos están empezando a preocupar”, advierte Navarro.

Día Mundial del Asma, una enfermedad respiratoria que es más frecuente en niños

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En el plano físico, se han multiplicado los casos de afecciones respiratorias como asma y rinitis, agravadas por el polvo y el barro persistente en las calles de la zona cero. También se están vigilando posibles alteraciones gastrointestinales y cambios en los hábitos alimenticios. 

PADRES DE LA DANA: A QUÉ PRESTARLE ATENCIÓN

Muchos padres de las zonas afectadas se preguntan a qué deben prestar atención. Navarro lo resume así: “los cambios en el patrón de sueño, el miedo a salir a la calle cuando llueve, o conductas retraídas deben hacernos saltar las alarmas. Si a nosotros, los adultos, nos cuesta gestionar lo vivido, imaginemos a los niños”.

Las consecuencias no solo son emocionales. El entorno inseguro, la pérdida de rutinas y la incertidumbre afectan el desarrollo integral del menor. Por eso, el estudio también quiere ayudar a estar mejor preparados ante futuras emergencias. 

“De todo esto tenemos que sacar algo bueno, si es que algo bueno se puede sacar”, reflexiona Navarro. Para él, la clave está en el aprendizaje, entender qué ocurre después de una catástrofe y cómo proteger a los más vulnerables. “No solo para que no se repita, sino para saber lo que nos puede pasar después. Por eso el estudio es tan interesante”.

Una catástrofe como la de la Dana es una experiencia difícil de asimilar incluso para un adulto. “Recuerdo padres que decían: ‘he perdido dos coches y la planta baja, pero al menos estoy vivo’. Imagina eso en la mente de un niño”, señala Navarro en Herrera en COPE Valencia.

 UN ESTUDIO PARA Aprender de lo vivido

“Vamos a intentar, entre comillas, aprender algo, si se puede aprender”, señaló Navarro. Y es que la tragedia ha sido de tal magnitud que no se puede dejar pasar sin reflexión. 

Imagen de archivo

Alamy Stock Photo

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El propósito del Estudio Resia no es solo analizar lo ocurrido, también sentar las bases para futuras intervenciones. “Queremos saber qué consecuencias va a haber si esto se repite, qué nos vamos a encontrar y cómo organizarnos”, explicó. Todo con la esperanza de que, si bien no se pueden evitar fenómenos naturales extremos, sí se puede estar mejor preparados para proteger a los más vulnerables, los niños.

Como concluyó Navarro, “esta situación ha sido y sigue siendo para nosotros terrible”. Pero gracias al compromiso del personal médico, las familias y la comunidad, también puede ser una oportunidad para aprender, mejorar y cuidar mejor a quienes más lo necesitan.

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