INQUIOKUPACIÓN

Un valenciano consigue desalojar a sus inquiokupas y no da crédito a lo que encuentra en su casa: "Una batalla"

José Ignacio Ponce consigue desocupar, tras meses sin poder vivir en ella, a sus inquiokupas y cuando entra se encuentra con 'nuevos inquilinos' y un auténtico desastre

Estado de la casa

Ainhoa Clavel

Valencia - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

      
      
             
      

En julio, el caso de José Ignacio Ponce conmocionó a muchos tal y como te contábamos en COPE Valencia. Sus inquilinos habían dejado de pagarle y encima se negaban a abandonar la vivienda. Nuestro protagonista descubría que tenía inquiokupas. 

Este valenciano se veía obligado a vivir en una furgoneta durante más de nueve meses. La historia de Ponce, finalmente, ha acabado con final feliz. Después de un duro proceso legal y emocional, este pasado 26 de septiembre recuperaba su vivienda.

José Ignacio cuenta en los micrófonos de COPE que, aunque se siente satisfecho por haber logrado recuperar su propiedad, el proceso ha sido una lucha constante contra la frustración y el sistema. 

OBLIGADO A VIVIR EN UNA FURGONETA

José Ignacio estaba tranquilo en un primer momento, "había alquilado el piso a los hijos de los vecinos", siguiendo las recomendaciones del gobierno para poner en alquiler viviendas vacías. Sin embargo, todo se torció rápidamente: primero dejaron de pagar el alquiler y luego se negaron a desalojar la vivienda, lo que lo llevó a una situación desesperada.

Tras divorciarse de su pareja, José Ignacio no podía volver a su casa, los inquiokupas se negaban a abandonarla; "no tenía un lugar donde vivir".  Ante esta situación se vio forzado a mudarse a su furgoneta el pasado veintidós de enero. 

Lo que comenzó como una solución temporal se prolongó hasta finales de septiembre, cuando finalmente logró expulsar a los inquilinos de manera legal. Sorprendentemente, su situación de vulnerabilidad al vivir en la furgoneta fue clave para poder resolver el problema y recuperar su hogar.

      
             
      

José Ignacio con uno de los gatos que le dejaron los inquiokupas

Durante este tiempo, José Ignacio se enfrentó a episodios de amenazas y agresiones por parte de los inquilinos, lo que agrava aún más su sentimiento de desamparo. A pesar de todo, decidió no dejarse llevar por las provocaciones y mantuvo la calma para evitar un conflicto mayor que podría haberle traído más problemas legales.

CONDICIONES DEPLORABLES 

Sin embargo, al volver a su vivienda, Ponce descubrió el desastre que los inquilinos habían dejado tras su partida. La casa, que había pertenecido siempre a su familia, "primero a mi abuela y luego a mi tía, estaba  en un estado deplorable. Además de muebles y objetos abandonados, los inquilinos me dejaron dos gatos". Ahora, ha decidido "cuidarlos y quedármelos". 

El impacto emocional de ver su hogar, lleno de recuerdos familiares, en tal estado ha sido devastador para José Ignacio, quien describe cómo la situación le ha afectado profundamente. Aunque ha recuperado su vivienda, su relación con los antiguos inquilinos y vecinos está completamente rota. Los episodios de agresión y amenazas aún no han sido olvidados, y planea llevar el asunto a las autoridades para que se tomen las acciones legales correspondientes.

      
             
      

Obligado a vivir en una furgoneta por culpa de su inquiokupa

A pesar de este logro, Ponce no quiere seguir viviendo en el lugar. Su objetivo ahora es vaciar el piso, realizar una limpieza profunda y ponerlo en venta. La proximidad de los antiguos inquilinos y las malas experiencias vividas le han quitado las ganas de seguir en ese entorno, y prefiere vender la propiedad y empezar una nueva etapa.

LA DECISIÓN: VENDER EL PISO

Más allá de su historia personal, José Ignacio Ponce pone de relieve un problema que afecta a muchas personas en España: la indefensión frente a los inquiokupas, inquilinos que se niegan a abandonar las propiedades pese a incumplir los contratos de alquiler. Para Ponce, este proceso ha sido una muestra de cómo los ciudadanos que cumplen con la ley a menudo se ven "abandonados por el sistema, sin soluciones rápidas ni eficaces a su alcance".

Ahora, su prioridad es "reducir el estrés acumulado durante estos meses y retomar una vida normal". Aunque la lucha ha sido dura, Ponce está decidido a seguir adelante, vender el piso y dejar atrás esta amarga experiencia.

      

José Ignacio Ponce reconoce que su caso es un recordatorio de los desafíos que enfrentan los propietarios en situaciones de conflicto con inquilinos y la importancia de reformar las leyes para proteger a los propietarios responsables frente a quienes abusan del sistema.