FÚTBOL

El Extremadura pierde su escudo y a la afición

La derrota en Copa ante el Zamora por 1-4, en un estadio prácticamente vacío, no es sino la constatación de un fracaso mayúsculo producto de una lamentable gestión

estadio

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El Extremadura hace tiempo que dejó de existir como un club de fútbol. Lo que queda son los despojos de lo que otrora fue una entidad que militó en la élite profesional.

La derrota en Copa del Rey ante el Zamora por 1-4, en un estadio prácticamente vacío, no es sino la constatación de un fracaso mayúsculo producto de una lamentable gestión económica, deportiva y social.

El martes, Manuel Mosquera decía en rueda de prensa que había “ilusión” en la plantilla por la Copa ya que “día a día nos reconstruimos y nos fortalecemos. Eso nos hace fuertes en todos los sentidos. Aquí defendemos una esencia que es nuestro club, nuestra afición. Estamos en la trinchera, salimos mañana y cogemos la bandera. Nadie se va a rendir. Cuando se arregle esto, veréis el refuerzo que es para una institución como ésta”.

Tras la debacle copera, la misma persona decía que no podía pedir nada a sus jugadores: “Es penoso. Soy un simple espectador. Estoy hablando de cosas surrealistas basadas en irrealidades”. Preguntado si se estaba faltando al respeto al escudo, añadía tajante que no: “Ni al escudo ni al club. Nosotros somos, los que, saltando al campo, hacemos que el club siga respirando. Alguien debería tomar cartas en el asunto ya”.

Ambas declaraciones se anulan. Manuel puede, pero no debe, decir una cosa un día y la contraria al siguiente. Hay un poso de mensaje populista en un entrenador respetado, pero que lleva tiempo achicharrándose con sus declaraciones. Ni el mismo se cree lo que dice.

Es entendible, por supuesto, que la plantilla quiera despertar cuanto antes de esta pesadilla. Los futbolistas ya tienen el pasaporte para marcharse a partir del 1 de enero, y en eso tienen la mente puesta, pero no es de recibo que le vendan a la afición que van a dejar a un lado los problemas y se van a centrar en competir en cada partido hasta el final y luego no cumplan.

Ayer, Manuel decía con claridad que “alguien debería tomar cartas en el asunto ya”. Suponemos que ese alguien será el administrador concursal o la jueza de lo mercantil. Así no se puede seguir más; es inaguantable.

Por su parte, la afición dictó sentencia contra un presidente, ajeno a la realidad, que nos vendió, a través de las redes sociales en los días previos, un escenario idílico con la Copa. Vergüenza ajena con los tuits del club. Un presidente que, como denunciaba la Federación de Peñas, “insultó y presionó” a su máximo dirigente.

El Extremadura es una empresa. Es una desgracia a día de hoy que sea una SAD en manos de un dirigente que ha llevado a cabo una nefasta gestión en todas las facetas habidas y por haber y que ha sido incapaz de tender puentes con una afición y una ciudad con las que ha tenido un comportamiento que ha dejado mucho que desear. Franganillo nunca entendió nada.

Salvo milagro, el Extremadura será liquidado, y habrá que empezar a pensar en un nuevo proyecto para un Almendralejo que sin fútbol es menos Almendralejo.