CRISIS DEL EXTREMADURA UD

Franganillo: “No ha venido ningún inversor; si salimos adelante, será conmigo”

El presidente sigue a la espera de la llegada de una inyección económica que salve el club

Franganillo

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Sábado 13 de noviembre, 14.30 horas. Día primaveral en Almendralejo. Almuerzo con allegados en un restaurante céntrico de la ciudad. En una mesa cercana, el presidente del Extremadura, Manolo Franganillo, en compañía de un familiar.

Hace unos minutos que el administrador concursal, Bernardo Silva, ha intervenido en el programa de deportes de Canal Extremadura Televisión, y ha dejado una frase lapidaria: “Si tenemos que morir en la orilla, moriremos en la orilla; pero hasta que el enfermo no esté muerto, que nos den la oportunidad de mantenerlo vivo”.

Franganillo se levanta de su mesa y pasa junto a la mía. Me saluda con una sonrisa. A la vuelta, se para, saluda al resto de comensales y me espeta: “¿Has escuchado al administrador concursal? Ha hablado muy bien y lo ha dejado claro”, y añade: “Estoy muy disgustado con la prensa”.

Un par de días antes, había bloqueado a periodistas locales y regionales. La gota que colma el vaso es el titular que deja la inspección de la Guardia Civil y Trabajo, el miércoles, en la ciudad deportiva: ‘La Guardia Civil registra…’. No fue un registro, ni aquí ni en el resto de clubes que fueron visitados, incluido el Mérida, pero el titular, rebotado por la inmensa mayoría de medios, hace daño.

Franganillo ve una persecución de la prensa hacia su persona y, por extensión, hacia el club. Generaliza. Le digo que está equivocado. No se puede hablar de la prensa como un único ente. Hay medios y periodistas… y líneas editoriales, y le añado que su comportamiento y actitud en los últimos tiempos ha dejado mucho que desear.

Vuelve a su mesa. Unos minutos después, retomamos la conversación. Coincidimos en que la plantilla jugará el sábado ante el Calahorra, porque, de no hacerlo, el Extremadura se habrá acabado. Es un pálpito, una creencia, porque la última palabra la tienen los jugadores y el cuerpo técnico.

Charlamos sobre los rusos, Khalifa, el administrador (al que alaba), la jueza; de lo divino y de lo humano, del pasado, del presente…, pero me interesa el futuro, que pinta muy negro.

Busco que me dé pistas, que me cuente lo que puede estar por venir. Lo pongo a prueba, invitándole a que se eche a un lado, dé una rueda de prensa, pida perdón por el daño que haya podido causar y deje que un inversor entre en el club. Le digo que ofertas habrá, y más, si tenemos en cuenta, que los acreedores han dado el visto bueno al convenio que estructura, a diez años, la deuda previa al concurso. Franganillo me mira y lo suelta: “No ha venido ningún inversor; si salimos adelante será conmigo”.

Insiste en que no puede dejar que el Extremadura desaparezca, pero, a pesar de mis intentos, no me aclara cómo puede salir de la agonizante situación en la que el club se encuentra.

De los rusos, de Khalifa, se puede esperar poco o nada. Ha pasado mucho tiempo desde que incumplieran el contrato: el 30 de junio. Khalifa no tiene músculo económico para abordar en solitario una operación de este calibre. Franganillo sigue a la espera de que fructifiquen las negociaciones del abogado Javier González. El administrador lo dijo en Canal Extremadura: “No es sencillo, no se hace en dos días”.

A la espera de un inversor, con él dentro; a la espera de un préstamo, con él dentro.

El tiempo juega en su contra.

Tras la conversación, se despide saludando a los comensales, a los que les pregunto qué conclusiones han sacado. Parece que no han prestado mucha atención, aunque uno me dice: “No me gustaría estar en su pellejo; tiene que estar pasándolo mal”.

Salgo del restaurante y le doy vueltas a la cabeza y me planteo: ¿Querrá venir un inversor con Franganillo dentro? Porque él no se va a ir.