COFRADÍAS

Pedro Fernandez: «Así como Israel descubrió un "ritual familiar" nosotros estamos llamados a celebrar en casa»

Soledad

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Amigos y Hermanos Cofrades, el tiempo de Cuaresma ha llegado a su fin y hemos empezado a vivir la semana más bella e importante del año: la Semana Santa. Durante los siguientes siete días estamos llamados a volver, a recordar, a reflexionar sobre la última semana terrenal del Señor Jesús que culminó en el momento supremo de la ofrenda de Su vida por nuestra scalvación y en Su victoria sobre la muerte con la Resurrección. Ciertamente, este año será una Semana Santa especial; No podremos celebrarlo físicamente en nuestras Iglesias, no podremos sacar a la calle nuestros “pasos” ni podremos acompañarlos, sin embargo, estamos llamados a vivirla con intensidad en nuestros hogares en comunión con nuestro Arzobispo, con los sacerdotes que seguirán celebrando en la Catedral, en las Iglesias sin la presencia de los fieles y ateniéndonos a las disposiciones que se han dado.

En este período particular de la historia para nuestro país y para toda la humanidad, somos como el pueblo de Israel que durante su exilio vivió sin el templo, pero no sin Dios. Así como el pueblo de Israel descubrió un «ritual familiar» también nosotros estamos llamados a celebrar la Pascua en nuestros hogares, de hecho, a hacer de nuestras familias «iglesias domésticas», el lugar de la presencia de Dios. No podemos olvidar que la iglesia doméstica, la familia, siempre está invitada a vivir tres dimensiones de la iglesia: el anuncio, la celebración y el testimonio.

La familia, vive el anuncio cuando escucha la Palabra de Dios con docilidad; celebra cuando hace de la oración una cita diaria; es testigo cuando se convierte en un lugar de comunión, aceptación y caridad. Un camino de santidad exigente pero emocionante que nos puede ayudar a vivir plenamente esta Semana Santa.

Desde las parroquias y otras instituciones eclesiales se han puesto en circulación por las redes cantidad de materiales, que nos pueden ayudar a vivir la Semana Santa en nuestros hogares, no en aislamiento y dispersión, sino en comunión con la Iglesia universal. Yo por mi parte, como Delegado para las Hermandades y Cofradías, intentaré haceros llegar cada día una pequeña reflexión y una oración, este pequeño instrumento no sustituye el compromiso de seguir las celebraciones litúrgicas de estos días y que los medios de comunicación o las redes nos ofrecen, sino de prepararlas y prolongarlas en nuestro entorno familiar. Una última palabra sobre esto. El hecho de que las Celebraciones sean transmitidas en vivo debe conducir a una actitud de participación. La riqueza de la transmisión en directo quiere ser una ayuda no para hacernos sentir meros espectadores sino parte de todo el pueblo de Dios que en ese momento celebra los Misterios Divinos.

Espero que esta pequeña ayuda nos ayude a vivir, aunque de manera «diferente» pero no con menos alegría, estos días santos que se abren ante nosotros; y juntos, en oración, esperemos el fin de esta pandemia, con el deseo de vivir la belleza de ser la Iglesia de los Resucitados.

Feliz Semana Santa a todos.

Pedro Fernández Amo

Delegado Episcopal para Hermandades y Cofradías

Te pedimos, Señor Jesús,

que nos guíes en este camino

hacia Jerusalén y hacia la Pascua.

Cada uno de nosotros siente que tú,

yendo de esta manera a Jerusalén,

encierra un gran misterio,

que revela el significado de nuestras vidas,

de nuestros trabajos y nuestra muerte,

pero también el sentido de nuestra alegría

y el significado de nuestro viaje humano.

Danos poder comprobar tus pasos

en nuestros pasos diarios.

Concédenos comprender,

en esta semana que estamos empezando,

cómo nos acogiste con amor, hasta el punto de morir por nosotros,

y cómo el olivo quiere recordarnos

que la redención y la paz que has donado tiene un alto precio, el de tu muerte. Sólo entonces podremos vivir

el misterio de tu muerte y resurrección,

misterio que nos permite ir a las calles del mundo

ya no como caminantes sin luz y sin esperanza,

sino como hombres y mujeres libres

con la libertad de los hijos de Dios. Amén.

(Carlo Maria Martini)