Mili Vizcaíno y la Orquesta de Extremadura presentan esta delicia de canción: «De tacones y vielas»

El videoclip es un canto de admiración al fado y a la cultura portuguesa interpretado por la cantante extremeña.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El segundo episodio de la serie «Grabando con artistas», de la Orquesta de Extremadura, está protagonizado por Mili Vizcaíno. Al igual que la canción que abrió la serie, La paloma de Picasso, con Luis Pastor, es una obra que se arregló originalmente, por Enrique Tejado, para ser interpretada en concierto con la orquesta, enteramente dedicado a los Colores de la lusofonía.

Finalmente se presenta como videoclip y ya puede verse en los perfiles oficiales de la Fundación Orquesta de Extremadura.

De nuevo se ha producido reuniendo las grabaciones individuales de todos los actuantes, todo bajo la producción artística de César Guerrero, realización de Alejandro Vallejo y mezcla de audio de ELESCONDITE Estudios. Con localizaciones tan diferentes como los propios hogares de los músicos, un set de rodaje de REC Army Producciones y exteriores en Lisboa, escenario de la historia cantada.

Porque De tacones y vielas es un homenaje al fado, con dedicatoria a la fadista Beatriz da Conceição y con un trasfondo cómico, fruto de una experiencia biográfica. El personaje de Catherine, encarnado por Mili Vizcaíno, narra en primera persona su rebeldía y lucha por cantar fado en Lisboa, sin ser portuguesa.

La propia Mili define esta canción como un “fado marcha que hice junto a Gustavo Roriz. Él, brasileño, tocaba viola caipira con técnica de guitarra portuguesa. Yo, española, cantaba con mi marcado acento los fados que tanto me emocionaban. Una noche Gustavo me llevó a cantar a una tasca, pero la dueña, muy enfadada, se negó porque allí sólo cantaban fado los portugueses. Aquello nos removió por dentro y lo transformamos en una canción cómica, narrada por Catherine, un personaje que me acompañaba en las bromas con mis amigos. Perdida por las vielas, enganchada al bagaço, caminando con sus tacones sin tropezar, Catherine se enfrenta a grandes desafíos pero no se desanima, porque tiene muy claro que quiere ser fadista y que hay que perseguir los sueños”.

La canción se convierte en un acto de rebeldía, pero también en admiración por la cultura portuguesa. Menciona a Amália Rodrigues, evoca letras antiguas como Que Deus Me Perdoe, alude a frases típicas como “silêncio, que se vai cantar o fado”, y a lugares como Alfama, Mouraria o Bairro Alto, grandes altares de la cultura fadista.

El apunte autobiográfico de la canción se cierra unos años más tarde, con Mili cantando un fado antiguo llamado Canção de Lisboa, en un local de Mouraria. “Está aquí Beatriz da Conceição, la primera persona que grabó ese fado, y quiere que se lo cantes a ella”, le advirtieron. Con una institución del fado como Beatriz cogiendo su mano y animándola a cantar, culmina esta historia.

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