Javi Moreno: “Yo decidí salir del pozo cuando mi madre se negó también a comer”

Es la historia de Javi Moreno, con 24 años sufrió un trastorno alimenticio que le hizo perder 100 kg y casi la vida

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Día Internacional de la Lucha contra los Trastorno Alimenticios

Redacción COPE Extremadura

Mérida - Publicado el - Actualizado

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Hoy se celebra el día Internacional de los Trastornos Alimenticios y nosotros en Cope, como siempre, queremos poner voz a esos testimonios. Hoy no hemos tenido que ir muy lejos para encontrarlo, lo hemos encontrado en nuestra redacción. Nuestro compañero, Javi Moreno, ha sufrido esta enfermedad. Hoy está bien y su testimonio sirve para que muchas personas que están ahora en ese “pozo” puedan salir airosos de “esta batalla” como hizo él.

Moreno tenía 24 años cuando comenzó a tener problemas con la alimentación, estuvo conviviendo y luchando contra esta enfermedad durante dos años. “Te conviertes en un mentiroso compulsivo, te crees tus propias mentiras”, nos cuenta. En tres meses perdió 100 kilos, se negó a comer. “Durante tres meses me estuve alimentando con café”, además “compraba laxantes en diferentes farmacias para que no me pillaran la pista”.

Fue una noche cuando se levantó al servicio y “comprobé que las piernas me flaqueaban”. “Me asusté, encendí la luz y vi que estaba rodeado de un charco de sangre”. En ese momento, nos cuenta Javi, lo ingresan en el hospital en el que estuvo 11 meses. Casi un año donde siguió “engañando” a todo su entorno. “No comía, la comida la tiraba al retrete, la lanzaba por la ventana”. Asegura que lo llevaron a la planta de Oncología para que no pudiera deshacerse de la comida al estar las ventanas selladas, pero “ni eso les dio resultado, yo seguía sin comer”.

Durante todo ese tiempo a su lado, al lado de su cama del hospital, estuvo su madre. Una mañana cuando lo visitó el hematólogo, al entrar en el cuarto dijo “aquí huele a podrido, tus órganos se están deshaciendo”. Mi madre en ese momento, afirma Moreno, nos miró y nos dijo: “desde hoy voy a dejar de comer, si mi hijo con 25 años se muere, yo dejaré de comer con la única ilusión de morir yo antes que él”.

Fue a partir de ese momento cuando Javi decidió que tenía que vivir no por él, sino por su madre, por su familia. Una remontada que no fue fácil, pero que pudo superarla.

Hoy, asegura, vive “el segundo mejor momento de mi vida”.

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