Trastornos alimenticios: Los menores de 12 años ya llegan a 3%
Expertos en Extremadura alertan sobre la presión social y los riesgos de las redes sociales
Mérida - Publicado el
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Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) han sido siempre un tema preocupante en el ámbito de la salud mental, pero lo que está ocurriendo en Extremadura es aún más alarmante. La región ha visto un aumento preocupante de estos trastornos en los últimos años, y lo que parecía un problema mayormente adolescente ahora está afectando a niños de menos de 12 años. De hecho, en 2024, el 3% de las primeras consultas por TCA fueron de niños menores de 12 años, mientras que un 23% de los casos corresponden a adolescentes de entre 13 y 16 años. Un panorama que, sin lugar a dudas, invita a reflexionar: ¿Qué está sucediendo y qué podemos hacer para evitarlo?
Manuel Antolín, psicólogo especializado en Trastornos de la Conducta Alimentaria, habla sobre este fenómeno y las razones que están detrás de su crecimiento. Según él, uno de los factores clave es el acceso temprano a las redes sociales, donde los jóvenes se exponen a una constante comparación con imágenes de cuerpos "perfectos" y estándares estéticos que no solo son irreales, sino también peligrosos. "Los niños de hoy tienen acceso a información de todo el mundo a través de sus teléfonos. Se comparan con influencers, modelos y celebridades desde edades muy tempranas, lo que genera una presión social enorme, especialmente en cuanto a la delgadez en las niñas y la musculatura en los chicos", explica Antolín.
Este acceso a redes sociales, aunque puede ser positivo en algunos casos, también abre la puerta a la difusión de estándares inalcanzables. Y, en una sociedad cada vez más competitiva, la obsesión por la apariencia física ha tomado fuerza. "Vivimos en una sociedad donde se valora mucho la imagen y la apariencia. No solo a nivel personal, sino también social, en la escuela y en el entorno familiar", añade.
Pero no todo está perdido. Los expertos coinciden en que la prevención es clave para evitar que los más jóvenes caigan en estas conductas peligrosas. Para ello, la familia y los centros educativos juegan un rol esencial. "Es importante que los padres estén atentos a los hábitos de sus hijos, a los cambios en su comportamiento con la comida, y que promuevan una actitud saludable hacia la imagen corporal", señala Antolín.
En el ámbito educativo, se están implementando talleres de prevención en institutos, donde se les enseña a los jóvenes a gestionar su autoestima, las redes sociales y a adoptar hábitos alimentarios saludables. "El trabajo de prevención es vital, ya que cuando los adolescentes tienen la información adecuada, pueden hacer frente a las presiones sociales y cuidar de su salud mental", explica el psicólogo.
Pero, más allá de la escuela y los profesionales, lo que realmente puede marcar la diferencia es el apoyo en casa. "Los padres deben dar el ejemplo en cuanto a una alimentación equilibrada y evitar hablar negativamente sobre la imagen corporal, tanto la suya como la de otras personas", señala.
A pesar de la creciente preocupación, Antolín es optimista. "La clave está en la prevención y en la creación de un entorno de apoyo y confianza donde los niños se sientan comprendidos", afirma. Y es que, aunque los datos son alarmantes, la combinación de conciencia, educación y acompañamiento puede frenar esta tendencia y ayudar a los más jóvenes a llevar una vida saludable, tanto física como emocionalmente.