Piden la paralización de las obras de las Casas de Franco, en A Coruña: “No es legal”
Vecinos de O Ventorrillo se han concentrado en la Ronda de Outeiro y han cortado la calle
Coruña - Publicado el - Actualizado
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Hay quien ha vuelto a la normalidad tras la Semana Santa en A Coruña con un megáfono en la mano. Es el caso de Nicanor Acosta. A sus 92 años ha estado en cientos de protestas, y este lunes el conocido activista ha querido unirse a la de decenas de personas que cortaron la Ronda de Outeiro para decir “No a las obras de las Casas de Franco'.
Detrás del lema está la oposición a los trabajos de humanización emprendidos por el Ayuntamiento de A Coruña a la altura del 257 de la vía, para habilitar un nuevo parterre elevado delante de sus casas. Hace unos días, el Ayuntamiento anunciaba la incorporación de “la mayoría de las peticiones vecinales”. Sin embargo, los cambios anunciados (rampas de acceso en los portales, la eliminación del pavicesped o contenedores para cada uno de los edificios) no han colmado las expectativas vecinales, tal y como han mostrado de forma contundente.
No al muro
Los vecinos denuncian que el proyecto mantiene barreras arquitectónicas, se elimina plazas de aparcamiento e impide la accesibilidad, y exigen la paralización inmediata de las obras. Entre las demandas expresadas en la concentración, está el acceso directo de las viviendas a la calle, la oposición a la elevación del jardín, contenedores más cerca y, sobre todo, la eliminación del polémico “muro”. “No quieren que le llamemos muro, quieren que le llamemos parterre”, indica Deborah, vecina de uno de los edificios.
Pero, ¿qué es ese muro? Según el último comunicado del Ayuntamiento, se trata de una “plataforma de estancia” que delimita el parterre que se va a habilitar. La zona verde elevada inicialmente iba a medir metro y medio, pero según las últimas comunicaciones municipales “quedará con una altura aproximada de 40 centímetros”. Aluden a un requisito del Reglamento Electrotécnico de Baja Tensión que hace necesaria la instalación de nuevas conducciones eléctricas. La existencia del aparcamiento subterráneo, según el concello, “hace imposible llevarlas bajo tierra, ya que afectaría al forjado”.
“¿Qué van a hacer, en toda la Ronda lo mismo”, se pregunta José Luis, uno de los vecinos. Denuncia la confusión sobre este polémico muro ya que “primero nos dijeron que lo tenían que levantar por proteger de humedad el garaje que tenemos debajo, luego por la tierra de los árboles y ahora porque tienen que ir por narices unos cables de Naturgy”.
De la adecuación a la humanización
“Lo único que se les pidió es que los jardines que teníamos nos los arreglaran un poco, punto. A partir de ahí empiezan los problemas, que tienen un proyecto, que nos quieren humanizar...que nos quieren humanizar... si me ves la cara yo ya soy humano, no hace falta que nos humanicen más”, lamenta. “Dijeron que tuvieron la aprobación de los vecinos y eso es mentira, está la firma en esa reunión y solo se habla de los árboles”, recalca Deborah, que resume sus demandas en una palabra: “transparencia”.
Reclaman, como mínimo, que la nueva zona esté a cota cero y no comprenden cómo, en un momento en el que debe primar la accesibilidad universal, se coloquen elevaciones que suponen hacer más difícil la vida de los vecinos. Esto todavía es más patente cuando muchos tienen problemas de movilidad.
En esto incidía Ana María con su andador: “¡No es legal poner barreras arquitectónicas! Y el problema grande es que no soy la única, hay mucha gente que no puede andar por esta porquería que nos están montando”, afirma. “El parque ya no lo probaré, porque si ponen tres escalones, ya verás...”. Emilia, por su parte, censuraba la eliminación de las plazas deaparcamiento: “Es muy importante. En todos los sitios de la ronda si ves hay aparcamiento. ¿Porque en esta zona no va a haber”.
Este lunes las máquinas estaban paradas y los obreros no han trabajado. Está previsto que vuelvan el martes, si los dejan los vecinos. No eran pocos los que comentaban que intentarían hablar con los operarios para que no continuasen las labores. El enfado es monumental y, como mínimo, lo harán notar en el próximo pleno, que se celebra el día 11 de abril.