Calle de la Franja: la zona turística de vinos y marisco por excelencia de A Coruña
Escucha el reportaje con las voces de la calle y la entrevista a Luciano Gómez, director del Conservatorio de Danza de la Diputación
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La actividad en la calle de la Franja comienza temprano. Aquí el ambiente de primera hora se reparte entre los que van al mercado San Agustín, los que acceden a María Pita o los trabajadores de los bares que preparan ya el pescado del día. Esta calle está caracterizada, desde hace muchos años, por su hostelería, y en cada jornada se multiplican los carteles que anuncian mariscadas a buen precio.
Por eso, ya a mediodía suele haber algún turista, de los de acento extranjero y horario europeo, que intenta descifrar las cartas en alguna de las muchas terrazas de esta vía. Muchos de ellos se quedan fascinados con el escaparate por ambientes de Brujerías, o hacen una parada en la tienda de souvenirs de Tino para llevarse algún recuerdo de A Coruña, de Galicia o, incluso de España, sobre todo los cruceristas.
Más allá del marisco baratísimo, como diría algún político, la calle de la Franja tiene todo tipo de locales: cervecerías, restaurante italiano y portugués, comida rápida con pizza al corte....
Aquí se mezclan los bares nuevos con los de toda la vida, donde hay jamones colgados, hay quien de vez en cuando se arranca con un cántico y el vino se sirve en taza. O en porrón, como en el Priorato: toda una institución para un local con esencia que sobrevive entre los gastrobares de paredes blancas, maderas y bombillas modernas.
En el suelo, destacan los escudos de colores: están en el pavimento representados los de Unión Europea, de España, de A Coruña y de todas las comunidades del Estado, restaurados desde hace poco.
Sin embargo, al cielo se mira poco en esta calle de la Franja, una vía un tanto angosta pero con galerías y piedra como otros de sus signos de identidad.
En uno de estos edificios, recuerda una placa, Antón y Ramón Vilar Ponte fundaron la Irmandade dos Amigos da Fala.
En otro nació el sacerdote Moncho Valcarce, que nunca hubiese imaginado que su casa terminaría siendo la caja municipal en la que los coruñeses pagan sus multas o las tasas de la tarjeta Millenium.
La casa del noble coruñés Martelo acoge hoy en día la Escuela de Danza de la Diputación.
Y al olor vespertino a calamares están acostumbrados con resignación los periodistas del diario La Opinión de A Coruña, que escriben las noticias rodeados de un nada recomendable ambiente de los que levanta el hambre y las ganas de cenar fuera.
Son algunos de los lugares que muestra la calle que comienza en uno de los arcos de María Pita y se diluye entre la calles Bailén y San Nicolás, con casas antiguas y sin ascensor, poco sol pero vecinos satisfechos de vivir con casi todo a mano que se saludan todas las mañanas antes de que los turistas comiencen a pasear por esta estrecha calle.