MISA CRISMAL

El Obispo de Mondoñedo Ferrol celebra la Misa Crismal del Martes Santo en privado

En la concatedral de San Julián, y a puerta cerrada, se consagraron los sagrados óleos. 

El Obispo de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, Luis Ángel de las Heras, presidiendo una misa en San Julián

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Este Martes Santo, 7 de abril, se celebró la tradicional Misa Crismal a las once de la mañana en la Concatedral de San Julián de Ferrol, en la que se consagran los sagrados óleos. 

Ante la ausencia de sacerdotes, que suelen renovar sus promesas en este acto religioso, cuando sea posible los arciprestes llevarán los sagrados óleos consagrados o bendecidos este día para distribuirlos a los sacerdotes de su arciprestazgo. 

El Obispo de la Diócesis de Mondoñedo- Ferrol, Don Luis Ángel de las Heras, fue el encargo de presidir esta celebración a puerta cerrada, ante las prohibiciones con motivo del estado de alarma de celebrar cualquier acto religioso vinculado con la Semana Santa. Una decisión que se adoptó por parte de los obispos de la provincia eclesiástica de Santiago de Compostela sobre las nuevas medidas en los actos religiosos ante la expansión del “coronavirus”, fechada el pasado 13 de marzo.

En la Misa Crismal se consagraron los sagrados óleos

En la Misa Crismal se consagraron los sagrados óleos

Este fue el discurso ofrecido por monseñor Luis Ángel de la Heras, en el que apeló a  " Cristo es el nombre de la esperanza en medio de esta vulnerabilidad (...) que se extiende, sume en la impotencia a tanta gente y toca de muerte a muchos"

" Las lecturas que hemos escuchado han evocado la esperanza que ponemos en Dios, quien está presente en nuestra fragilidad, la asume, nos acompaña y nos cuida en ella. El Mesías que el profeta Isaías anuncia trae esta esperanza para los pobres, los que reciben reiteradamente malas noticias. Isaías profetiza que el Siervo del Señor inaugurará un pueblo sacerdotal de hombres y mujeres ungidos para evangelizar. Quienes acojan y hagan suya la buena noticia serán propagadores de la alegría del Evangelio para anunciarla a quienes no la conozcan. Los corazones curados y liberados de toda esclavitud serán constructores de un mundo nuevo. Los ungidos en su fragilidad con óleo de sanación y liberación serán evangelizadores del reino de Dios. Jesús hace suya la profecía del Antiguo Testamento. No solo la hace suya, sino que encarna en sí mismo la esperanza de un pueblo que vive en tinieblas. Cristo es el nombre de la esperanza en medio de esta vulnerabilidad que oprime nuestro espíritu por la calamidad que se extiende, sume en la impotencia a tanta gente y toca de muerte a muchos. Hoy se cumple la Escritura para que este año, que viene tan marcado por la desgracia, se torne en un año de gracia de nuestro Dios para todos, especialmente para los más frágiles. En esta celebración, unidos a todos los sacerdotes de Mondoñedo-Ferrol que están en sus casas, ponemos en las manos sacerdotales del Señor Jesús esta pandemia que deja al descubierto nuestra fragilidad, la de la humanidad entera, la de la Iglesia, la de la diócesis, la de cada parroquia, la de cada diocesano. La enfermedad y el luto, que provocan hoy llanto de esta peculiar manera, han estado presentes en toda la historia. En este momento, nos vemos impulsados a presentárselos al Señor como deberíamos hacer siempre. Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, ofrece este sacrificio que es el suyo —ofrenda agradable al Padre— y nos lo devuelve como alimento para nuestra esperanza herida y como fortaleza para nuestra caridad desafiada por tanta necesidad apremiante. La consagración del santo crisma y la bendición del óleo de los enfermos y de los catecúmenos serán consagración y bendición de óleos de testimonio, de consuelo y de júbilo. Jesucristo, testigo fiel, mediador entre Dios y los hombres, nos invita a los sacerdotes a prolongar, por la unción y una entrega de amor y sacrificio, la mediación que este momento histórico exige. Que todos los sacerdotes de Mondoñedo-Ferrol seamos cauces humildes de comunicación entre los discípulos misioneros de Jesús y el Dios que todo lo puede. Que sepamos presentar sinceramente al Señor el sufrimiento de los más débiles, así como su confianza y su alegría, aun cuando se ven amenazadas por temores y tristezas nacidos de ese fondo de dolor que no desaparece del ánimo humano. Que sepamos ser testigos gozosos de la bendición y la palabra misericordiosa del Padre, que en el Hijo nos ha revelado la salvación que necesitamos. Que seamos, sin fisuras, con todos nuestros hermanos y hermanas, pueblo sacerdotal ungido en su fragilidad para realizar la misión irrenunciable de curar los corazones desgarrados y cambiar el espíritu abatido por un vestido de fiesta y alabanza. Pedimos a la Virgen, madre de Jesús, madre de los sacerdotes, madre de todo el pueblo sacerdotal, que continúe intercediendo por nosotros en medio del sufrimiento, ella que es Señora de Dolores, y que nos guarde en su Corazón Inmaculado y traspasado. Santa María, Consuelo de los afligidos, Salud de los enfermos, Bendita Estrella de Esperanza, ruega por nosotros al que es, era y ha de venir, el Alfa y la Omega, el Señor Dios todopoderoso. Amén. Misa Crismal 7 de abril de 2020"