El cráneo de 4.000 años "metido en una caja" que demuestra el interés de los egipcios por el cáncer
El investigador de la Universidad de Santiago, Edgar Camarós cuenta en COPE la emoción que sintió al descubrir un hallazgo que ha impactado en todo el planeta
Santiago - Publicado el - Actualizado
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Un cráneo de 4.000 años de antigüedad metido en una caja en la que alguien había escrito la palabra "cáncer" y que estaba depositada en el archivo DuckWorth de la Universidad de Cambridge. Ese es el origen de la investigación llevada a cabo por el paleopatólogo y profesor de la Universidad de Santiago de Compostela, Edgar Camarós, en un descubrimiento que está dando la vuelta al mundo.
Y que demuestra, como nos cuenta él mismo, "que el conocimiento de los antiguos egipcios sobre lo que hoy conocemos como cáncer implicaba también, de alguna manera, intervenciones oncológicas".
Todo tras haber demostrado, analizando este cráneo de un hombre de entre 35 y 40 años y que data del periodo entre el 2.700 y el 2.300 antes de Cristo y otro de una mujer y con una antigüedad de unos 2.500 años, que se realizaron diversas actuaciones con objetos punzantes "no sabemos si pre o post-mortem, aunque es irrelevante ya que bien se trate de una intervención de carácter oncológico con el individuo con vida o bien de una autopsia, ambas hablan del interés de realizar una intervención quirúrgica vinculada con tumores en el cráneo", lo que este investigador no duda en calificar de "algo fascinante".
Un hallazgo que "aunque es probable que aparezcan otros más, se trata de la evidencia más antigua descubierta hasta ahora de una cirugía vinculada con el cáncer", lo que sin duda, "contribuye a la historia de la medicina".
Como bien pone de manifiesto el enorme interés que ha suscitado esta noticia científica en todo el planeta ya que, apenas unos días después de darse a conocer en la revista científica Frontiers, "son ya más de 2.000 los medios de comunicación de todo el mundo en los que se ha publicado", demostrando un interés que el propio Edgar achaca "a una receta con tres ingredientes: la fascinación que seguimos teniendo por el Antiguo Egipto, la conexión que genera en cualquiera de nosotros restos humanos de la antigüedad y la cuestión del cáncer,", una enfermedad muy presente hoy en día "pero tan antigua como la vida misma".
Y que, como se acaba de confirmar con esta investigación, ya suscitó el interés de los egipcios de hace más de 4.000 años por conocer más sobre ella.