La ola de cariño de los universitarios de Santiago tras la muerte de su "mascota", la gata Carolina

Carolina era la gata más famosa de la Universidad de Santiago: hacía más llevadero el estudio en la biblioteca. Con su muerte se multiplican los mensajes de cariño en el campus

Paula Pájaro Rives

Santiago - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

No hay estudiante en Santiago que no sepa quién era Carolina. Si bien, su nombre siempre despertó debate porque no había unanimidad en cómo denominar a esta "mascota" no oficial de la Universidad compostelana. Había quien la llamaba “jefa” o “tequila”. Pero quien se pasaba a estudiar a la biblioteca Concepción Arenal siempre se acercaba a la verja de la parcela anexa para acariciar al animal.

Carolina se dejaba mimar por los estudiantes, recibía carantoñas y comida. En las redes sociales pronto se hizo famosa a través de las cuentas de Instagram que más siguen los universitarios en la capital de Galicia.

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Tanta era su popularidad que su ubicación habitual aparece en Google Maps, al lado de la Biblioteca, donde a primera hora de la mañana, en época de exámenes, se forman largas colas para acceder a las instalaciones de la USC.

¿POR QUÉ MURIÓ CAROLINA, LA GATITA DE LA UNIVERSIDAD DE SANTIAGO?

En los últimos días, con todo, recibíamos la triste noticia: Carolina ha fallecido por causas naturales.

“¡Nos ha roto el corazón!” Nos dice una estudiante, Alicia, hablando de la gatita que desde hace años era la mascota “no oficial” de los universitarios compostelanos. Falleció en la víspera de Reyes. Alicia es una de las estudiantes que acude prácticamente a diario a la biblioteca del Campus Sur: “era tan cariñosa, era una maravilla… te veía y ya se te acercaba”.

Hay quien la recuerda ya desde su etapa en el instituto, como Naiara: “Yo iba al instituto que está aquí al lado y llevaba ahí… la llevaba viendo durante muchos años. Siempre estaba ahí”

En la verja, junto a la biblioteca donde la gata se tumbaba a tomar el sol y a recibir carantoñas, apareció el mensaje que anunciaba el fallecimiento de Carolina, y en días posteriores se sumaron notas y otras muestras de cariño: desde flores a, incluso, latas de alimentos.

Estudiantes como Ana recuerdan a la gatita desde hace seis años, cuando ella empezó la carrera en Santiago. Dice que le hacía compañía cuando hacía una pausa para comer: “Yo recuerdo días de comer fuera y tener a la gatita al lado… a mí me hacía compañía. Salir y estar con ella era desestresante”.

Nadie sabe cuándo ni cómo llegó aquí Carolina. No era un animal propiedad de la Universidad, simplemente encontró en esa parcela su lugar para pasar el tiempo y era alimentada por personal investigador del campus.

Ahora la comunidad universitaria llora su fallecimiento. Ya no tienen a Carolina en las largas horas de estudio en época de exámenes.

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