El paraíso de los perros está a un paso del centro de Santiago

En Santiago hay seis espacios donde los perros pueden disfrutar sin correa, aunque supervisados por sus dueños. El del parque Eugenio Granell, junto al río Sar, es el preferido

Patricia Iglesias

Santiago - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Las mañanas son mucho más tranquilas que las tardes en este parque pegado al Sar: los animales corren a su antojo, se bañan en el río... hacen cosas de perros que alguno de los propietarios coloca casi a nivel humano: "vienen aquí, socializan con otros perros, ya tienen sus pandillitas... es como lo que sería venir aquí con tus hijos, ves que hay afinidad entre unos, otros que no es que se lleven mal, pero que se evitan, hay un como un gesto de no me caes bien".

Nos lo cuenta Alberto, que viene casi cada día y varias veces con un podenco y un bichón maltés, Zipi y Coco. Le encanta pasar horas aquí...aunque en parte sea por trabajo, porque es paseador de perros: "fue una cosa un poco casual, desde 2016 más o menos... desde que falleció mi perro, vengo con los que me encargan, es un complemento a mi trabajo pero más un hobby, la compañía de los perretes"

Así que él es de los que conoce de primera mano los recursos que hay en Santiago para disfrutar con libertad de los perros. Y puestos a elegir, de las seis zonas caninas se queda con ésta, en el Parque Eugenio Granell, en la zona sur de Santiago. "Los demás son demasiado pequeños para lo que necesita un perro grande", asegura.

El espacio está parcialmente vallado, porque las orillas del río no se pueden cerrar. Ventaja para los canes a los que les gusta darse un baño... la mayoría, pero fuente también de cierta preocupación para los propietarios, por los frecuentes episodios de contaminación que también afectan a los animales.

"HAY VERTIDOS RÍO ARRIBA, SEGURO"

María es también de las habituales en este parque perruno y asegura que es "una maravilla, me encanta..." salvo porque hay días en que el agua está turbia y como "no le puedes decir al perro que no se puede meter", algunos sufren después problemas de piel. "No es porque se remuevan los sedimentos" Al que más se baña ella tuvo que llevarlo al veterinario: la semana pasada fue la última vez que detectaron vertido, según asegura María, mientras no pierde de vista a Sil, un setter irlandés que corre como una flecha. A Sif la lleva con correa, por su tendencia a escaparse.

Laura tiene desde hace dos años a una perra mestiza, Aru, a la que tuvo que llevar al veterinario después de que se le llenase la tripa de granitos después de un baño en el río. "Es como una reacción medio alérgica, porque los residuos no se ven, pueden estar, puede que no... Le dieron (el veterinario) pastillas para que no se rasque, y cremita".

Roberto viene con sus dos canes mestizos, Hilda y Louro, cada vez que se acerca a visitar a su familia desde Noia. Dice que no conoce otro espacio similar a éste, así que apenas le encuentra pegas: "bueno, quizás algo más de sombra estaría bien". Cuenta que el martes por la tarde había unas cincuenta personas y no había donde meterse a cubierto del sol. Porque la pequeña pérgola junto a la mesa de madera apenas arroja unos metros cuadrados de sombra. "A veces falla la fuente", apunta Alberto, el paseador de perros, que puestos a pedir, añadiría algún "tobogán más para los animales, alguna vallita donde puedan saltar los perros... lo del túnel y eso, ya me parece demasiado!"

Los perros pueden moverse con libertad, supervisados por sus dueños

Llama la atención que siendo una zona destinada al esparcimiento perruno, luzca más limpia que muchas calles: vamos, que no hay cacas por ningún lado. Me fijo en que una de las usuarias va bolsa en mano hacia el lugar donde su perro jugueteaba hace un instante. Roberto confirma que aquí todo el mundo "está pendiente de lo que hace su perro... y hay un par de papeleras para después echarlo. En un canil de Lugo incluso encontramos un dispensador de bolsas, donde podías coger gratis si habías olvidado la tuya. Y funcionaba bien la cosa", asegura.

Efectivamente, a la entrada del recinto, un cartel (en forma de perro) recuerda otras normas además de la de recoger las heces, como no alimentar allí a los animales, llevar a los de razas peligrosas con correa y bozal o acudir con ellos identificados y vacunados. No hay libertad absoluta ni siquiera aquí, pero tampoco una vida ...demasiado "perra".

A las puertas del parque, un cartel recuerda las obligaciones de los propietarios de los perros

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