Así hablan de sus raíces cuatro jóvenes que vinieron a España adoptados: "Siempre hay un trauma"
Santiago acoge el primer encuentro de personas adoptadas, acogidas y ex-tuteladas que se celebra en nuestro país sin la presencia de sus familias o tutores que influyan en su forma de sentir o expresarse
Santiago - Publicado el
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Santiago de Compostela acoge estos días a un grupo de unos 40 jóvenes que, llegados desde distintos puntos de España, se reúnen para compartir sus experiencias vitales para dar visibilidad y voz a las personas que, como es su caso, han estado en el sistema de protección de menores. El objetivo de este primer encuentro de personas acogidas, adoptadas y ex-tuteladas no es otro sino establecer un espacio común en el que todos los participantes convivan en un entorno seguro y libre de la presencia de sus padres, tutores o técnicos que pudieran influir en su forma de sentir o expresarse.
Dos de los jóvenes que se reúnen bajo esta premisa son Jason Andrés Solz que, a punto de cumplir 28 años, llegó adoptado a España desde Colombia cuando sólo tenía 3, misma edad a la que fue adoptada en Honduras Stella Sánchez Alcalá, de 25 años en la actualidad. Residentes en Valencia, a ambos les une su activismo bien en charlas o bien en redes sociales en favor de las personas adoptadas, aunque desde sus muy distintas facetas profesionales, una como Psicóloga General Sanitaria especialista en familia, adopción y acogimiento y el otro como actor, bailarín, modelo y activista anti racismo en plataformas como Instagram y Tik Tok.
Desde donde Jason está siendo capaz de lanzar mensajes que están llegando y está ayudando a muchas familias con niños y niñas menores que, como él hace ya más de dos décadas, se encuentran en una situación que es compartida por casi todos los que tienen la experiencia de haber sido objeto de adopciones, bien internacionales como es su caso, bien en España. Algo que le permite Jason "romper con muchos estigmas y comprobar cómo ayudo a muchas familias adoptantes, e incluso algunas biológicas, que me dan las gracias porque les ha permitido aprender cómo tratar ciertas situaciones con sus propios hijos o hijas".
heridas emocionales DE POR VIDA DE TODOS LOS ADOPTADOS
"Siempre hay un trauma en una persona adoptada", asegura categórica Stella cuando habla de la "herida primaria" que se produce en la primera separación de la madre biológica lo que a lo largo del resto de la vida de estas personas puede provocar heridas emocionales "que se pueden tratar, aunque desde la perspectiva psicológica nosotros no curamos, sino que damos herramientas para que la persona haga su proyecto terapéutico y pueda llegar a reparar esas heridas emocionales".
Que en el caso de Jason y Stella son perceptibles cuando responden con un triste "no" a la pregunta de si mantienen algún tipo de contacto o han regresado en algún momento de sus vidas a sus países de origen, a Colombia y Honduras, "que es algo que suele ocurrir con las personas adoptadas, ya sea por un rechazo personal o porque la propia familia adoptante se niega". Aunque en este aspecto la diversidad de cada persona y cada familia amrca el comportamiento ante la adopción.
GABRIELA Y LUCÍA al frente del movimiento de jóvenes adoptados
Que en el caso de Lucía Rabadán, nacida en China "y vivida en Albacete hasta los 18 años", es compartida con Jason y Stella, es decir, nunca ha podido regresar a su país natal, algo que sí ha podido hacer Gabriela Legaspi, residente en Vigo y que sí ha podido regresar a Cuzco, a Perú "en varias ocasiones, lo que es una suerte".
Ambas están al frente de los dos movimientos de jóvenes adoptados que bajo el auspicio de asociaciones de familias de acogida CORA en España y Manaia en Galicia, son las responsables de organizar este primer encuentro en Santiago de Compostela "para visibilizar y alzar la voz de las personas adoptadas, de las que han formado parte del sistema de acogimiento y darnos el espacio de protagonismo que nos vamos a dar estos días". Estando además, como personas adultas, sin la influencia que podría ejercer la presencia de sus familias o tutores lo que, sin duda, abre un espacio de libertad de expresión y de sentimientos mucho mayor.
Y que, más allá de poner en común situaciones y experiencias que todos comparten, "ayuda al entendimiento personal de cada uno", asegura Jason porque "muchas de las personas adoptadas se niegan a reconocer la realidad con una barrera que nos hemos colocado y, cuando ves que más gente vive en ese ámbito, te das cuenta de la conexión que existe para compartir las malas y las buenas experiencias".
Es decir, la parte negativa y la parte positiva "que también la hay" puntualiza Stella porque, aunque con diferencias individuales, "las herramientas que puedo utilizar con una persona es extrapolable a otras cuando alguien se da cuenta de que su experiencia es la misma que la de otro".
Abriéndose, además, a la ayuda que ofrece la psicología para personas adultas porque "muchas veces nos centramos en los problemas de los menores pero, ¿Qué pasa con los mayores adoptados?"
Y es que, como concluye Lucía, "el principio clave de este encuentro es dar cabida a los discursos de todas las personas diferentes desde la empatía y sin juicios para visibilizar que dentro del colectivo de adopción y acogida familiar, hay tantas realidades como discursos porque nadie tenemos una vida similar, a pesar de que compartimos muchas experiencias".
Con la idea, dice Gabriela, "de que esto se amplíe y que lo que tratemos estos días se difunda entre otras personas para que vaya a más".