Galicia rendirá homenaje a "Matemático Rodríguez" en el bicentenario de su fallecimiento
La Real Academia Galega da Ciencia rescata la memoria de José Rodríguez González (Lalín,1770-Santiago,1824) al que considera "el primer científico de Galicia en términos modernos"
Santiago - Publicado el - Actualizado
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Será este próximo 8 de octubre cuando, coincidiendo con la celebración del Dia de la Ciencia en Galicia, la Comunidad recupere del olvido a José Rodríguez González, conocido también como Matemático Rodríguez o "el matemático de Bermés", nombre este último que se corresponde con el de la paroquia de Santa María de Bermés del ayuntamiento pontevedrés de Lalín donde nacía en 1770. Y que en pocas décadas llegó a ser uno de los científicos más relevantes en la Europa de la época.
De ahí que la Real Academia galega da Ciencia lo haya elegido como “Científico Gallego del Año”, coincidiendo con el bicentenario de su fallecimiento destacando que “fue un científico en el sentido moderno del término y, para muchos, el primero de Galicia”.
Aunque el acto central de homenaje tendrá lugar el 8 de octubre, durante todos estos próximos meses se programarán diversas actividades para dar a conocer su figura y sus contribuciones al conjunto de la sociedad a través de sus grandes aportaciones no solo a las matemáticas, sino también a la geometría, a la astronomía, a la geografía y a la mineralogía.
DE LALÍN A SANTIAGO, PASANDO POR MADRID, PARÍS, LONDRES Y ALEMANIA
José Rodríguez González creció en el seno de una familia humilde de labradores y pudo estudiar gracias a la protección de un tío eclesiástico, completando su formación en Gramática, Aritmética y Latín. En 1790 obtuvo el grado de Bachillerato en Filosofía y en 1795, de Teología. Se formó en matemáticas y física de manera autodidacta a través de las lecturas de los trabajos de numerosos científicos como Newton o Euler. En 1802 logró, por oposición, una cátedra de matemáticas en el preparatorio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago. El tribunal remitió un informe al rey Carlos IV calificando a Rodríguez de “genio”.
Sus múltiples contactos le permitieron acceder la varias universidades europeas, en particular como docente de Astronomía. En 1806 fue nombrado comisario español en una expedición internacional cuya misión era medir el Meridiano de Dunkerque a Basilea. Esta medición fue fundamental para el establecimiento de la unidad de medida de longitud, el metro, a partir de la cual se establecerían las unidades del resto de magnitudes que conforman el actual sistema métrico decimal. Asimismo, fue el matemático que situó a Lalín como el kilómetro cero de Galicia, en concreto en el lugar de Fonte Castiñeiroa, en el Viento (Bermés).
En 1809 se traslada a Londres, donde realiza estudios y cálculos del meridiano de Greenwich para dilucidar si la teoría de Newton sobre que la tierra era achatada por los polos era cierta, contradiciendo a algunos científicos ingleses que sostenían que el planeta era achatado por el ecuador.
Su trabajo, publicado por la London Royal Society en su revista científica Philosophical Transactions en 1812, tuvo una gran repercusión. Así, su aportación más relevante a la ciencia fue a demostrar empiricamente que la teoría de Newton era correcta, a pesar de las conclusiones erróneas de otros científicos y hacerlo, además, con una mayor exactitud que cualquier otro matemático de la época.
Entre 1812 y 1814 fue el titular de la cátedra de Matemáticas Sublimes en la Universidad de Santiago. Posteriormente viajaría a Francia y Alemania, donde empezó a interesarse por la mineralogía y done tuvo contacto con René J. Haüy, padre de la Cristalografía moderna que le obsequió con una de las únicas dos colecciones que existen en el mundo de 1024 modelos cristalográficos. Colección que, tras la muerte del científico español, pasó por varias manos y finalmente fue vendida en 1847 a la Universidad de Santiago por 4.000 reales. Una compra que permite que esta colección hoy pueda admirarse en el Museo de Historia Natural, junto a instrumental diverso de la época perteneciente al matemático.
El ofrecimiento del emperador ruso Alejandro II para dirigir el Observatorio Astronómico de San Petersburgo provocó que se le nombrara director del Observatorio Astronómico de Madrid, lo que propició su regreso a España en 1819, momento clave para su futuro profesional, personal y político.
DIPUTADO POR GALICIA DURANTE EN TRIENIO LIBERAL, EXILIO Y MUERTE
Además de reorganizar del observatorio, José Rodríguez González comenzó con su carrera política al unirse a los liberales más progresistas y ser elegido en 1920 diputado en Cortes por Galicia durante el Trienio Liberal.
Desde allí ayudó en 1822 a organizar la recién creada Universidad Central de Madrid, hoy Universidad Complutense, defendiéndola como centro aglutinador de la ciencia y punto de reunión de las eminencias del país. Fue en ese momento cuando dejó su cátedra de Santiago de Compostela para ocupar en Madrid la cátedra de Astronomía.
El restablecimiento de la monarquía absoluta por parte de Fernando VII en 1823 y la abolición de la Constitución de Cádiz de 1812 supone su cese de la cátedra y le obligan a exiliarse en Portugal en 1824, donde permanece apenas unos meses antes de regresar a Santiago de Compostela donde fallece a finales de ese mismo año, siendo enterrado en la iglesia de San Agustín en una tumba sin inscripción.
Y es que a pesar de su intensa vida académica y política, José Rodríguez González falleció en la misma humildad económica con la que había nacido en Lalín 54 años antes
LUCHA DESINTERESADA POR LA CIENCIA
A pesar de todo este bagaje y de la relevancia en la ciencia y la historia de Galicia, "o matemático de Bermés" es muy poco conocido en su tierra natal. Sólo Lalín tiene una calle con su nombre y una escultura de su busto en el campo de la fiesta de Bermés, mientras que en España está inmortalizado en el Paraninfo Universidad de Zaragoza junto a José Chaix.
De ahí que la Real Academia Galega de las Ciencias quiera reconocer a este científico gallego del que destaca "su lucha desinteresada por la ciencia" y que le hará merecedor, 200 años después de su fallecimiento, del reconocimiento que se le rendirá en este 2024 como Científico Gallego del Año.