Una joven de Santiago empieza a trabajar en una juguetería en verano y 7 años después esa decisión le cambia la vida

Sandra apostó por su sueño unos meses antes de que el covid lo parase casi todo. Contra todo pronóstico, ha conseguido mantener a flote su comercio en el que también enseña a jugar

Patricia Iglesias

Santiago - Publicado el

6 min lectura

Tenía en mente ser maestra, pero lo que iba a ser un trabajo de verano para sacarse un dinerillo, una papelería-juguetería, le descubrió a Sandra Villaverde su verdadera vocación. Algo tenía que ver con la enseñanza, sí, pero con el juego como herramienta de aprendizaje y pensando también en las personas que tienen capacidades diversas y necesitan materiales especiales. 

El empleo no fue tan "temporal" como inicialmente había previsto: se fue quedando un año y otro y otro... hasta siete  y cuando ya no hubo más prórrogas, en lugar de seguir buscando decidió poner en marcha su propio proyecto

A su alrededor, no veía claro nadie: "mi idea era muy personal, desde la experiencia de lo que aprendí, pero con lo que creía que le faltaba... Claro, era un momento en el que tenía niños, estaba en el paro y no tenía ahorros ¡importantísimos! Ahora me estoy dando cuenta. ¡Mi entorno no apoyaba en ese sentido desde el cariño...dónde te metes, loca! Yo haría lo mismo seguramente", dice rotundamente.

Así nació "EscondiT", un lugar donde se venden juguetes educativos, pero que cuenta con una "trastienda" donde ir a jugar "para dar acceso, para esa filosofía de la que hablo" dice Sandra: "no te quiero convencer, lo pruebas, lo vas a descubrir por ti mismo. Por eso era tan importante este espacio multidisciplinar".

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La juguetería tiene un "escondite" para aprender a jugar y realizar actividades

Sandra se puso manos a la obra: buscó asesoramiento y pidió un crédito, porque partía de cero. Sabía que no iba a ser fácil y eso que no tenía ni idea de la que se le venía por la proa: no contaba con que apenas un año después de levantar la verja, cuando confiaba en que más gente empezase a entrar en su “escondite”. 

La pandemia se la iba a bajar de golpe: "tenía ya el propósito de empezar a invertir en publicidad, darme a conocer... Y lejos de eso, todos para casa y por la calles sólo ya te fijabas en lo que conocías porque no querías meterte en otras cosas. Fue un lastre importante, sí..." reconoce.

Asegura que con el covid no perdió a los que ya conocían el proyecto, pero sí que retrasó la apertura de esa trastienda especial del negocio en la que enseña a jugar a grandes y pequeños: porque su filosofía es que todos podemos disfrutar alrededor de una mesa, independientemente de las edades. 

"Me preocupo mucho por juegos que aúnan edades muy dispares, va a hacer que la calidad del tiempo que estemos sea mayor, que no nos aburramos los mayores jugando porque estamos disfrutando igual que ellos y sin dejarnos ganar, que encima se nota un montón!" 

Sandra no hace recomendaciones sin conocer algún dato de las personas que van a disfrutar del juego, además es que el abanico de posibilidades es casi infinito: "juegos que trabajan capacidades congnitivas, la concentración, la memoria, la atención..."

Ahí cobra especial valor el "escondite" trasero, para probar y aprender. Además, este  espacio esta abierto también a cursos de cómic, de dibujo digital, papiroflexia y ajedrez. Esta última disciplina es la que mejor acogida ha tenido, hasta el punto de que ha nacido el Club de Xadrez EscondiT, que esta temporada entra ya en competiciones federadas.

próximo sueño de la lista a cumplir: vacaciones

La juguetería está a veces cerrada porque Sandra es también monitora de actividades en algún cole de Santiago. A finales de este año terminará de pagar el crédito y después de seis años espera poder hacer realidad otro sueño más pequeño pero importante también: poder tomarse por fin unas vacaciones.

Todavía se emociona cuando recuerda alguno de los momentos duros que ha tenido que salvar hasta llegar aquí: "tiré la toalla... si sigo aquí es porque me la hicieron recoger, pero hasta llegué a cerrar la verja con ruido y todo, para ser consciente de lo que estaba haciendo, llamé a mi capi y le dije que de este barco me bajaba"

Su "capi" es un profesor que ha sido su apoyo incondicional desde el principio. Él hizo que "reflexionara" un poco más la decisión, y Sandra volvió a coger el timón. " Fue duro, pero fue un aprendizaje brutal, me restó energía, pero  las ganas y la pasión siguen intactas" asegura.

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La de Sandra es una juguetería solidaria: apoya la Obra social de Pediatría

Los juguetes educativos conviven este mes de octubre con la iniciativa "Doce comercios, doce Sensibilidades", visibilizando el trabajo de la Obra Social de Pediatría. Además, en su día a día apuesta también por otros pequeños emprendedores a la hora de adquirir sus productos

Porque junto a juguetes que llegan a través de grandes distribuidoras, Sandra "esconde" algunos llegados de Brazolinda , un taller de Santiago, otros, del obradoiro Enxógate en el concello lucense de Quiroga o de artesanos de fuera de Galicia, como Taller de los Juegos, de Donosti, o Pico Pao de Zamora. Sus propuestas "fuera de España arrasan, sobre todo en Japón, y están a la venta en museos como el Moma, Thyssen, British Museum...y en Galicia, en EscondiT"

la factura de la pandemia en el comercio pequeño en santiago

La Federación Gallega de Comercio estima que la sangría del pequeño comercio se mide en un 10% de cierres al año desde hace ya varios ejercicios, con un punto de inflexión a partir de la pandemia. Salvo los establecimientos de productos de alimentación, que en algunos casos consiguieron incluso despegar, para el resto del comercio local fue muy duro por el cambio de hábitos de consumo que trajo consigo el covid. 

A esto se sumó el encarecimiento de los precios y también, el pago de los créditos ICO, que en un primer momento sí fueron un salvavidas para muchos, pero a la larga, no solucionaron el futuro de todo el mundo. Todo ello, sumado a la falta de relevo generacional que arrastra el comercio local.

El censo que maneja la Cámara de Comercio de Santiago recoge algunos datos esclarecedores: en 2018 había en Compostela 169 establecimientos de "Productos alimenticios y bebidas". Un año después de la pandemia, en 2021 estaban registrados 178 y en 2023 la cifra subió a 180 negocios.

Efectivamente, hubo despegue aquí. En la otra cara de la moneda, establecimientos que venden productos textiles o libros y revistas: en ambos casos se perdieron 60 negocios entre 2018 y 2023. Frente a los 341 establecimientos de prendas de vestir que había en Santiago en 2018 se pasó a 281, mientras las tiendas de periódicos y revistas pasaron de 222 a 162. 

Curiosamente, las jugueterías aparecen censadas junto a tiendas de artículos deportivos o armas: en 2018 en Santiago había 84, hubo cierres en el año de la pandemia pero el registro fue al alza después y en 2023 este epígrafe creció hasta los 91 establecimientos. Es de esperar que este incremento haya sido de negocios como el de Sandra, los de los juguetes, y no tanto los de artículos más belicosos.