Moustapha, de voluntario en el albergue a trabajar en un restaurante de Santiago: "Quiero ser un gran ayudante de cocina"
En los fogones de Juan XXIII enseñan un oficio a jóvenes migrantes que han solicitado asilo en España.
Santiago - Publicado el - Actualizado
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No para de sonreir mientras charlamos y no es para menos. Moustapha Diallo recibió dos buenas noticias hace pocos días: su petición de asilo en España ha sido aceptada y además, acaba de estrenar un trabajo a jornada completa. En Mali, donde nació hace 21 años, estudiaba Geografía e Historia y también jugaba al fútbol, pero la guerra que se llevó a varios miembros de su propia familia lo obligó a subirse a una patera y poner rumbo a España.
Reconoce que tenía algo de miedo: "la gente hablaba que España es un país racista, pero desde que llego aquí, la verdad es que conozco solo a gente buena, gente buena..." insiste. Canarias fue su punto de llegada en febrero, luego lo trasladaron a Alcalá de Henares y desde el verano está en el Monte do Gozo, donde el gobierno estableció uno de los centros de acogida de emergencia en Galicia. Además de estudiar español, Moustapha aprovechó este tiempo para echar una mano en la cocina del Albergue Juan XXIII y lo que comenzó como una colaboración voluntaria se convirtió en una oportunidad para ir abriendo puertas: hizo un curso de ayudante de cocina y ha podido encontrar un trabajo.
En Mali alguna vez se había puesto tras los fogones, pero nunca como lo ha hecho aquí: "me gusta mucho la verdad, me gusta" Y eso que la tradición culinaria de su país poco tiene que ver con la cocina gallega: asegura que casi lo único que tenemos en común es el arroz , aunque "arroz de mi país y de aquí son muy diferentes". Dice que no sabe cómo se llaman muchas de nuestras comidas y cuenta que en Popeyes, donde se acaba de estrenar como ayudante de cocina, su especialidad por el momento son "las hamburguesas".
Moustapha no ahorra agradecimientos a todas las personas que lo están ayudando, desde el albergue hasta sus actuales compañeros de trabajo: "puedo decir que tengo los mejores compañeros del mundo" asegura. Y no se olvida de pedir también para otros jóvenes que llegaron como él huyendo de zonas de conflicto y están a la espera de una oportunidad: "por ejemplo, a la gente de Senegal y Mauritania, con este tema de asilo...ahora es muy difícil para ellos tener la protección internacional", insiste.
volver para ayudar a los que no tienen nada
Moustapha habla de lo que le ocurre, por ejemplo, a Amadou. Llegó a España también en febrero pasado, también en patera, a Canarias, pero él procedente de Senegal, un país que "oficialmente" no está en guerra. Por eso el futuro de este joven de 23 años es mucho más incierto en estos momentos, porque su petición de asilo ha sido rechazada. Tuvo que abandonar el centro de acogida en el Monte do Gozo y fue el albergue de los franciscanos el que le abrió sus puertas temporalmente, para evitar que se quedase en la calle.
Igual que Moustapha, Amadou también se ha preparado como camarero y mientras espera que se resuelva el recurso que ha presentado, podría trabajar. "Cualquier trabajo", insiste cuando le pregunto qué podría hacer. Estudiaba Biología en Dakar, pero se marchó huyendo de la violencia y la pobreza. Tal vez por eso, cuando le pido que piense en el futuro dice que le gustaría regresar y "construir un grande hotel o otra cosa para ayudar a los chicos que no tienen derechos, dinero...Es mi motivo". Asegura también que querría ayudar a la gente de su pueblo, "porque no tienen agua buena, es muy horrible, muy peligroso"
A Amadou le cuesta un poco aún expresarse en español, pero se le entiende perfectamente cuando cuestiona la atención que están recibiendo en el centro de acogida del Monte do Gozo. "Sólo una hora de español al día, nada más", insiste, y cinco personas para atender a más de doscientos migrantes.
LA COCINA COMO LUGAR DE INTEGRACIÓN
En el Albergue Juan XXIII alaban la "actitud extraordinaria, muy positiva" de los jóvenes migrantes que han ido recibiendo desde el verano. Lo dice María José Cerneira, la integradora social del centro y coordiandora de la cocina. Son dos servicios que van de la mano: muchas personas inician ahí trabajo de voluntariado, se forman..." y viendo como trabajan podemos derivarlos a empresas donde sé que van a responder", explica Maria José. Recuerda que "en una cocina hay mucho que hacer... desde clasificar alimentos hasta aprender a hacer una tortilla de patatas, conocer los ingredientes... y poquito a poco se van introduciendo".
"Yo me voy fijando en las habilidades de cada uno..."explica, para luego buscarles el lugar donde puedan encajar. "En las empresas que nos demandan trabajadores se fían de mí" y añade: "son empresas que respetan muchísimo las condiciones de trabajo, no hay explotación y eso es muy importante". El cordón no se rompe porque desde el Albergue siguen en contacto tanto con la empresa que brinda una oportunidad como con los trabajadores, para saber el trato que reciben. "Mi consejo es siempre que demuestren lo que valen".
La estancia en el Albergue está limitada a diez pernoctaciones consecutivas, aunque en casos especiales, que cuentan con un seguimiento de servicios sociales, están pendientes de acceder a un trabajo...se prolonga un poco más. Con la llegada extraordinaria de migrantes de este verano están contando también con el apoyo de una red de familias que está buscando alojamientos temporales, para evitar que se queden en la calle, como cuenta Santiago Vázquez, uno de los recepcionistas del Albergue.
En todo caso, las puertas de Juan XXIII tratan de estar lo más abiertas posible a todos los que que lo necesitan, a pesar de que desde hace meses ya, las 25 plazas con las que cuentan para alojar a personas sin hogar se han quedado muy escasas. El director del albergue, fray Miguel de la Mata, insiste en que "si hay que hacer algún esfuerzo extra, lo hacemos con gusto"
En el albergue hacen malabares también para estirar al máximo la despensa...porque además de dar alimentos a las personas que pernoctan en el centro, también asisten regularmente a unas ochenta familias. En cualquier momento del año, pero especialmente ahora, con la Navidad llamando a la puerta, agradecen cualquier tipo de "ayuda, sea de productos de aseo personal, de limpieza y también, alimentos no perecederos, nos viene estupendísimamente", recuerda Fray Miguel.