Víctimas de los robos en Galeras (Santiago): "Nunca antes tuve miedo de trabajar en mi negocio"
Vecinos y comerciantes relacionan la ola de asaltos con los pisos donde se vende droga y atraen la presencia de drogodependientes a la zona
Santiago - Publicado el - Actualizado
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La Policía Nacional ha detenido a cinco personas en relación con los últimos robos con fuerza en comercios de Santiago. Se trata de personas con un "amplio historial delictivo" y cuya detención ha permitido esclarecer "numerosas infracciones". La nota de prensa de comisaría no tranquiliza a los vecinos de barrios como Galeras, donde desde hace semanas se vienen repitiendo los asaltos o intentos de robo en locales comerciales. Aseguran algunos propietarios de los negocios que vuelven a ver a las pocas horas en la calle a los mismos asaltantes, identificados gracias a las grabaciones de las cámaras de seguridad.
Lo cuenta con desesperación Antonio, responsable de uno de los restaurantes que ha sufrido varias incursiones en pocas semanas. "Lo único que estamos haciendo es darle trabajo a la policía... un agente amigo me dijo ayer que detuvieron a uno de los que andaban robando por aquí a las dos y media de la mañana y a las doce y media estaba saliendo por la puerta del juzgado. Pasó diez horas en dependencias policiales y judiciales y cuando salió tuvo que volver la policía porque le estaba pegando el palo a los chavales del instituto!"
"Viejos conocidos" parecen estar detrás del último asalto en la calle y a pleno día: el que sufrió Danilo, un repartidor al que este lunes robaron en su furgoneta. Dejó el vehículo apenas diez minutos aparcado en superficie, mientras entregaba varios paquetes, y cuando volvió se encontró con que un individuo (por el relato de los testigos) había utilizado una tapa de hierro de un registro del gas para romper la ventanilla del coche. Fue visto y no visto: como eran las doce del mediodía y había gente en la zona, cogió lo que tenía más a mano, que era la mochila de Danilo, que se quedó sin unos cincuenta euros en efectivo además de distintas pertenencias personales, como una cazadora recién estrenada.
Nos encontramos a Danilo en la mercería de Cris, donde el boquete en la cristalera de la entrada revela que este negocio también ha recibido la visita de los amigos de lo ajeno: la primera vez fue un intento, la segunda accedieron al interior y se llevaron 140 euros de la caja. Sustituir el cristal cuesta casi 2.000. Cris nos dice que se lo cubre el seguro...pero lo que no compensa nadie es la sensación de inseguridad que se le ha quedado por primera vez después de años trabajando en esta zona. Antes, iba a llevar y a buscar a su hija a un colegio cercano y se marchaba tranquila dándole una vuelta a la llave en la puerta: ahora no sale sin dejar conectada la alarma, hace arqueo de caja y trata de que haya la menor cantidad de dinero en el comercio. "Por supuesto que prefiero que me pagen con tarjeta!" asegura.
Eu non sei que demo veu para aquí, non sei que pasa
A Ana, el seguro ya no le cubre el cambio de la puerta de su restaurante: "ya está tan estropeada, que tengo que cambiarla entera, después de tantos destrozos. Y una puertecita de nada son 2.500 euros". A esta hostelera, el robo de estas Navidades la pilló en días de descanso: "no puedes estar tranquilo nunca, te vas unos días después de no sé cuánto tiempo sin descanso... y tienes que estar molestando a un montón de gente, o volver, porque si no, tienes el local abierto!"
denuncian varios "narcopisos" operando en la calle
Muchos comerciantes relacionan directamente la situación que están viviendo en los últimos meses con la presencia de varios pisos donde es vox pópuli que se vende droga. Aseguran que es frecuente encontrar a personas consumiendo en portales o en el parque cercano y que el trajín, sobre todo en las últimas horas de la tarde, es constante a la altura del número 15, desde donde sale incluso reparto en patinete.
"Te das cuenta, porque además lo que hacen cuando entran... no quieren complicarse la vida, rompen cosas pero sólo quieren dinero en efectivo, se pueden llevar el ordenador que vale más, botellas que valen más... pero sólo quieren dinero" insiste Ana. Ella señala dos puntos de venta en el mismo bloque de la calle y Antonio, el otro hostelero, recuerda que el problema empezó en verano, cuando a la altura del número 17 se detectó que en una vivienda se vendía droga. "Debía de ser heroína", dice, por la situación en la que se encontraban los consumidores que "desfilaban" por la zona. En muchos portales han colocado carteles anunciando "videovigilancia", para intentar evitar las escenas de gente inyectándose en las zonas comunes de los inmuebles. "Nosotros nos encontramos un día a dos pasándole el mechero al papel de plata en el descansillo del garaje... Tuvimos que quedarnos allí mirando para ellos"
"Yo no creo que vayan a atacar a nadie... pero no puedes estar tranquilo nunca", insiste Ana. Otra hostelera que prefiere no identificarse reconoce que agresiones físicas no ha sufrido, pero sí que ha tenido que soportar que "los mismos de siempre" entren y se vayan sin pagar, "hemos tenido que sacarlos, forman lío y cuando vas a llamar a la policía se ríen de ti... Todo el mundo los conoce". Entre lágrimas, otra comerciante y vecina de la zona desde hace décadas asegura que en su vida pensó que le tocaría algo así. Recuerda que en ocasiones, si olvidaba algo en casa, encima de su local, incluso subía dejando el negocio abierto: "Eu non sei que demo veu para aquí, non sei que pasa" Afirma que nunca antes había sentido miedo en su establecimiento, y ahora sí.