¿Qué hacer este verano? Lugo, la provincia total
La alerta sanitaria pasará. Seguro que sí. Poco a poco, todo volverá a la normalidad y aquellos que se acerquen hasta A Mariña seguirán bajando a la arena
Lugo, la provincia total
Lugo - Publicado el - Actualizado
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El brote de coronavirus detectado el pasado 23 de junio en el municipio de Xove obligó a las autoridades sanitarias a decretar el cierre temporal de A Mariña de Lugo para frenar la propagación del Covid19, pero hasta ese momento la comarca había pasado con relativa tranquilidad los peores momentos de la pandemia y se perfilaba como un magnífico destino para ser visitado durante este verano. A fin de cuentas, la costa de Lugo, lugar de segunda residencia de muchas gente de la provincia y de otras comunidades autónomas, ofrece muchos atractivos a aquellos que se deciden a pasar unos días en alguno de sus establecimientos hoteleros. Magníficas playas de mar abierto y arena fina, una rica gastronomía, gente hospitalaria y paisajes que se quedarán grabados en la memoria de los visitantes durante mucho tiempo.
La alerta sanitaria pasará. Seguro que sí. Poco a poco, todo volverá a la normalidad y aquellos que se acerquen hasta A Mariña seguirán bajando a la arena de la Praia das Catedrais, en el municipio de Ribado, para sentirse afortunados, y pequeños al mismo tiempo, ante ese capricho de la naturaleza convertido en Monumento Natural. El segundo lugar más visitado de Galicia, solo por detrás de la Catedral de Santiago. Es tal su magnetismo que la Xunta tuvo que poner en marcha en el año 2015 un plan de conservación que contempla una limitación de aforo. En temporada alta, hay que reservar plaza para poder visitar el arenal.
También en Ribadeo, la visita es obligada al pueblo marinero de Rinlo, donde algunos dicen que se come el mejor arroz caldoso con bogavante del mundo, y al entorno de la Illa Pancha, la isla que alberga los dos faros de Ribadeo. El antiguo, de planta cuadrada y recientemente rehabilitado como alojamiento turístico, fue construido en el siglo XIX y posteriormente sustituido por el actual, de mayor alcance, ubicado sobre una torre circular de hormigón pintada con francas blancas y negras. Algunas guías hablan de él como uno de los faros más hermosos de Galicia.
El virus se irá, pero no se moverá de su sitio ‘O Fuciño de Porco’, en O Vicedo, un pequeño saliente costero entre las playas de Abrela y San Román que recibe ese nombre por la forma con la que se presenta su perfil cuando los marineros lo avistan desde el mar. Para llegar hasta él hay que recorrer a pie una pista forestal de 1,3 kilómetros, que desemboca en un tramo de 400 metros de pasarela entre acantilados. Todo un regalo para los sentidos.
El visitante no puede dejar A Mariña sin pasear por el casco monumental de Viveiro o sin visitar la catedral de Mondoñedo, declarada Monumento Nacional en 1902 y recientemente reconocida, junto con el Camino Norte de Santiago, como Patrimonio de la Humanidad. También merece la pena, una vez que llegamos a la villa mindoniense, una de las siete ciudades del Antigo Reino de Galicia, probar su famosa tarta, hecha con almendras y cabello de ángel como ingredientes principales, o entrar a visitar la restaurada casa de Álvaro Cunqueiro.
De camino hacia la Terra Chá, conviene disfrutar del paisaje que ofrece esta provincia, cuyo territorio ha sido declarado Reserva de la Biosfera en la mayor parte de su extensión, y visitar el Pedregal de Irimia, en Meira, donde nace el río Miño, que pasa por tres provincias gallegas para desembocar en la frontera con Portugal; o la laguna de Cospeito, un auténtico paraíso para los ornitólogos.
En la capital de la Terra Chá, Vilalba, donde la sede de la Fundación Manuel Fraga custodia la biblioteca personal de uno de los padres de la actual Constitución, es obligada la visita a la antigua Torre dos Andrade, hoy convertida en un Parador de Turismo, en cuya base se encuentra un restaurante muy agradable para disfrutar de la gastronomía local en el corazón de un edificio histórico. Por supuesto, nadie puede marcharse de la villa sin probar su famoso roscón, hecho con almendras, azúcar y raspas de limón.
En la ciudad de Lugo, los que llegan por primera vez se quedan sorprendidos al encontrarse con el perfil de la Muralla romana, la única en el mundo que conserva intacto su perímetro original, un monumento bimilenario que rodea el casco histórico y sobre cuyo adarve se puede pasear, de modo que ofrece unas vistas magníficas sobre las calles del recinto monumental. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco hace ya dos décadas es, sin lugar a dudas, el emblema de la capital lucense.
No está de más recordar, en cualquier caso, que la Muralla es uno de los tres elementos Patrimonio de la Humanidad que tiene la ciudad, dado que también han sido distinguidos por la Unesco el Camino Primitivo a Santiago de Compostela y la propia Catedral, del siglo XII, en cuyo triforio se encuentra el Museo Diocesano, con piezas tan singulares como el Crismón de Quiroga. Además, desde hace algunos años, los más curiosos pueden disfrutar de un ‘Un paseo por las nubes’, con la visita guiada a la cubierta y a las torres del templo.
La antigua Lucus Agusti conserva multitud de huellas de su pasado romano, como la Domus do Mitreo, un templo dedicado a la Diosa Mitra que fue musealizado in situ a los pies de la Muralla; la Domus Oceani, una antigua casa señorial que todavía conserva los mosaicos que le dan nombre; el propio Centro de Interpretación da Muralla, donde los visitantes pueden conocer los orígenes y la evolución de la estructura defensiva de la ciudad con el paso de los siglos. Al paso por la Praza de Santa María es obligatoria la parada para contemplar, en el mismo lugar en el que fue hallado, un baptisterio único en el mundo. Por supuesto, hay que visitar el Museo Provincial, que custodia cientos de piezas recuperadas en las excavaciones arqueológicas realizadas en la ciudad; y las Termas Romanas, que todavía se conservan a orillas del Miño.
En A Montaña de Lugo todavía se conservan importantes muestras de arquitectura popular, como es el caso de las pallozas, viviendas tradicionales de Os Ancares donde convivían las personas y el ganado, una forma de vida que ayudaba a sus habitantes a mantener caliente el hogar durante los duros inviernos. Estas construcciones, que probablemente tienen un origen prerromano, estuvieron habitadas hasta los años 70, de modo que hoy en día son un icono de esta comarca. Aún se conservan en pueblos como Piornedo, una aldea ubicada en el municipio de Cervantes, a más de 1.100 metros de altitud, donde han sido convertidas en museo. También las veremos en la aldea de O Cebreiro, donde arranca el tramo gallego del Camino Francés a Santiago de Compostela.
Precisamente, si seguimos el Camino Francés, llegaremos a la capital de Portomarín, un pueblo trasladado “piedra a piedra” a su actual ubicación en 1960, cuando la vieja localidad quedó inundada por el embalse. La iglesia de San Xoán, un templo construido entre los siglos XII-XIII fue declarado Monumento Histórico Artístico del Tesoro Nacional en el año 1931.
Tras los pasos de los peregrinos llegaremos también al impresionante monasterio de Samos y, en la ruta a Santiago, haremos parada en el municipio de Palas de Rei, donde se conserva una de las pocas fortalezas medievales que permanecen todavía en pie en Galicia. Se trata del Castillo de Pambre, del siglo XIV, una plaza fuerte recientemente restaurada por la Xunta y situada en un enclave natural de singular belleza, rodeada de bosques autóctonos que estallan en mil colores con la llegada de la primavera y a principios del otoño. Sin salir de la comarca de A Ulloa, en el municipio vecino de Antas de Ulla, concretamente en Nullán, se encuentra el Centro Geográfico de Galicia.
Mención aparte merece la zona sur de la provincia, la Ribeira Sacra, con los impresionantes cañones de los ríos Miño y Sil, que sin duda será declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2021. Hablamos de un lugar único, con la mayor concentración de construcciones románicas de Europa, donde el cultivo en bancales ha creado un paisaje incomparable y ha propiciado una forma de viticultura heroica que le aporta personalidad a los vinos de la denominación de origen. Es obligada la visita al Cabo do Mundo y, por supuesto, a alguna de las bodegas que ofrecen degustaciones de sus caldos en miradores privilegiados sobre la ribera de los ríos. También son muy recomendables las rutas fluviales en catamarán o incluso los paseos en barca por la capital de la comarca, Monforte de Lemos, la segunda población por número de habitantes de la provincia.
Lugo ofrece una diversidad difícil de encontrar en una misma provincia: montaña, mar, un rico patrimonio histórico, la mejor gastronomía y la hospitalidad de su gente. Los visitantes lo encontrarán todo. Y algo más.