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Lugo, 'La Ciudad del Sacramento', es un destino con muchas cosas que ofrecer al visitante curioso que se anime a recorrer sus calles
Lugo - Publicado el - Actualizado
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La Muralla de Lugo es sin lugar a dudas el monumento más emblemático de la ciudad. Construida hace más de 17 siglos, de acuerdo con las directrices de Vitruvio, mide más de dos kilómetros de longitud y tiene diez puertas que permiten el acceso al casco histórico, además de conservar 71 de las 85 torres -cubos- que tenía originalmente esta construcción militar.
No es solo un monumento para ser contemplado. Se puede caminar por su adarve, que en el algunos puntos alcanza los siete metros de ancho. Aún se puede sentir el poder de la Roma imperial al contemplar las extraordinarias vistas que ofrece sobre la ciudad.
Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el 30 de noviembre del año 2000 y, para dar a conocer su historia, funciona desde 2007 un centro de interpretación que está ubicado en la Praza do Campo, en pleno casco antiguo, a escasos metros de la fuente de San Vicente, de la que mana vino en vez de agua un día al año.
La pegada del Imperio Romano se ha mantenido a lo largo de los siglos y es muy evidente en la ciudad más antigua de Galicia, fundada por el legado Paulo Fabio por orden del emperador Augusto. El Museo Provincial de Lugo alberga parte de los múltiples hallazgos arqueológicos realizados en las excavaciones que se desarrollaron durante las últimas décadas, entre ellos la colección de orfebrería áurea de Álvaro Gil, adquirida por la Diputación Provincial.
Roma en las calles
Además, los visitantes pueden ver, musealizados in situ -en el mismo lugar en el que fueron hallados-, los restos de una antigua casa romana con un templo dedicado a la diosa Mitra -la Domus do Mitreo, en la Plaza de Pío XII-, los increíbles mosaicos de otra domus señorial de la época imperial -en la Rúa Doutor Castro- o un baptisterio único en el mundo -en la Plaza de Santa María-.
También, gracias a las ventanas arqueológicas habilitadas por el Ayuntamiento, podrán apreciar los restos del acueducto que aportaba agua a la ciudad o los cimientos de la muralla original.
Tampoco puede descuidar el visitante una visita al entorno del Río Miño, al puente romano recientemente restaurado, que ahora es peatonal; y a las termas romanas de la ciudad, que hoy pueden verse en las instalaciones del Balneario de Lugo.
Pero Lugo no solo es pasado. También es presente y, por supuesto, futuro. Llama la atención la singular construcción del Museo Interactivo de la Historia de Lugo (MIHL), cuyas torres de hierro emergen de las profundidades en la zona de Frigsa.
En 2017 fue inaugurado el Vello Cárcere, después de años de obras. La antigua cárcel 'modelo' del Partido Judicial reabría sus puertas convertida en un centro cultural de referencia en pleno centro de la ciudad, a solo unos pasos de la Muralla. Artes plásticas, música y literatura inundaron las galerías y el patio de un antiguo centro penitenciario. Un espacio cerrado se abrió al mundo y mostró a los propios lucenses una vista nueva y sorprendente sobre el caso histórico, la que se puede contemplar desde su cafetería, ubicada en el último piso del complejo.
Su gastronomía
También merece la pena descubrir a la gente de Lugo. Compartir sus costumbres y su hospitalidad. Sentarse en una terraza en la Praza Maior para disfrutar de un café sobre lo que en tiempos debió ser el foro de una ciudad romana e ir de tapeo por las calles del casco histórico, porque a diferencia de otros lugares, en la capital lucense los pinchos son gratuitos y están incluidos en el precio de la consumición.
En la Praza do Campo, en la Rúa Nova o en la Rúa da Cruz, los visitantes encontrarán el primer escaparate de la hostelería local. Gran parte del encanto de este lugar del mundo, para propios y ajenos, reside precisamente en esa sana costumbre de alternar con los amigos. Un placer más o menos modesto al que todos acaban sucumbiendo. Cómo para no hacerlo.
No es difícil caer rendido a su gastronomía en los múltiples locales repartidos por el casco histórico de la ciudad o en los barrios, donde se puede degustar lo mejor de la cocina gallega, tanto las recetas más tradicionales como los platos más innovadores, con una oferta amplia y adaptada a todo tipo de bolsillos.
Para alojarse, el Pazo de Orban e Sangro se convierte en una alternativa diferente, dado que sus inquilinos podrán pernoctar en una casona restaurada en pleno barrio medieval de A Tinería y con vistas a la Muralla romana, pero en el casco histórico también pueden encontrar el Hotel Méndez Núñez, ubicado también en una calle peatonal, la más comercial de la ciudad -la Rúa da Raíña-, y a escasos metros de la Praza Maior. Su terraza, recientemente inaugurada, ofrece unas vistas interesantes sobre el casco histórico de la ciudad.
San Froilán y Arde Lucus
Una escapada a Lugo siempre es recomendable, pero todavía lo es más si coincide con las patronales de San Froilán, también declaradas de Interés Turístico Nacional, que se celebran a principios de octubre. Los visitantes podrán compartir mesa y mantel con los lucenses en las tradicionales casetas del pulpo.
Por supuesto, hay otros muchos momentos en el año que son especialmente interesantes para visitar la ciudad. A mediados de junio se celebra el Arde Lucus, una fiesta que con solo veinte años de historia ha sido declarada de Interés Turístico Nacional y es firme candidata a conseguir ese reconocimiento en el ámbito internacional.
Durante cuatro días, Lugo evoca su pasado romano y los lucenses se caracterizan como romanos o como castreños para disfrutar de una fiesta que devuelve a las calles de la ciudad las sensaciones de la vieja Lucus Agusti. Casi una veintena de asociaciones de recreación histórica montan sus campamentos en el casco urbano y la Cohors III Lucensium instala su fuerte en la Praza Maior. Por las calles desfilan las tropas del imperio y la guardia pretoriana, mientras que el Senado se reúne en las inmediaciones de la Praza da Constitución.
Después de las batallas entre nativos y legionarios, todos se mezclan en el Macellum -mercado-, en el circo, en las peleas de gladiadores o incluso en las 'bodas' por los ritos celta o romano. Es, sin duda, un momento tan bueno como cualquier otro para conocer una ciudad acogedora que siempre tiene abiertas las puertas de su muralla para recibir a nuevos invitados.