Un bañista lucense en el Miño se enfrenta a su mayor reto: una ducha de veinte minutos para quitar la mugre

Joli, un personaje tan pintoresco como constante de la ciudad de Lugo, ha pasado décadas bañándose todos los días en el río Miño, ya fuese bajo el sol, la lluvia o incluso la nieve

Chema Núñez

Lugo - Publicado el - Actualizado

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El conocido Joli, que ha hecho de sus chapuzones diarios en el Miño una especie de ritual, tuvo que dejar su costumbre hace un tiempo. Y es que el río, en lugar de refrescar, se ha convertido en un verdadero desafío de limpieza. Al parecer, el Miño a su paso por Lugo no es más que un caldo espeso de porquería.

El pasado domingo, en un arranque de nostalgia (o temeridad), decidió probar suerte de nuevo. El resultado fue tan memorable que lo bautizó como el último baño. “O río leva moita, moita asquerosidade”, comentaba con cara de resignación tras salir del agua. Pero lo peor no fue el baño en sí, sino lo que vino después. Según sus propias palabras, tuvo que pasarse veinte minutos bajo una ducha de agua bien caliente para "quitar a merda que leva o río, porque non hai quen a quite".

Al ser preguntado por la causa de semejante inmundicia, Joli no se corta: culpa a ciertas industrias río arriba y a prácticas de lavado que, en su opinión, deberían haberse quedado en el siglo pasado. Mientras tanto, el lucense asegura que, por ahora, ha aparcado los baños fluviales. A menos, claro, que inventen una ducha de alta presión o un chorro de hidrolavadora especialmente diseñado para héroes como él.