llegan a lugo los restos de un huracán
En Lugo, la lluvia y el viento del 'Kirk' no entienden de plazos administrativos
Alumnos del campus de Lugo esperan estoicamente la llegada del bus en un día de perros, bajo los restos de una marquesina destrozada hace meses por un accidente
Lugo - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Desde el 1 de agosto la marquesina de Alfonso X , justo frente a la Facultad de Administración y Dirección de Empresas, permanece rota. ¿La causa? Un coche tuvo un desafortunado accidente, dejando la estructura torcida y destrozada. Lo único que está claro es que la administración responsable (sea cuál sea), aparentemente, no ha hecho nada al respecto.
Entretanto, los universitarios que cogen en ese lugar el transporte pública soportan estoicamente, día tras día, el estado deplorable de esa marquesina, como si fuera parte de su rutina diaria.
¿Protestar? ¿Para qué? Tal vez han asumido que reclamar algo en ventanilla, o en una web institucional laberíntica, es una pérdida de tiempo.
Ayer, con los restos del huracán Kirk paseándose por Lugo, la marquesina —en lugar de proteger a los estudiantes— parecía una advertencia visual, una especie de señal que gritaba: “Zona de guerra”.
El viento y la lluvia entraban por todos lados, mientras los estudiantes, desamparados, decidieron si esconderse bajo la escuálida capota o simplemente quedarse al lado, empapándose.
¿Y la administración? Bien, gracias
La Avenida Alfonso X es una de las zonas más transitadas de la ciudad. Cientos, quizás miles de personas pasan por allí a diario, incluida la comunidad universitaria. Pero a pesar de que la marquesina se encuentra en una vía concurrida, ninguna autoridad parece haber reparado en que lleva rota desde hace meses.
Es difícil entender cómo algo tan evidente puede pasar desapercibido para las autoridades o, como algo aparentemente sencillo de solventar, tarda meses en ser solucionado.
La estructura, doblada por un lado debido a un golpe y abierta completamente por el otro —fruto de un diseño que parece más estético que funcional— apenas sirve ya como refugio.
¿De quién es la responsabilidad?
La eterna pregunta que ronda en la cabeza de todos: ¿quién es responsable de este abandono? La burocracia ha hecho lo que mejor sabe hacer: ocultarse tras una maraña de ventanillas invisibles, formularios online y trámites interminables.
¿Es responsabilidad del Concello de Lugo? ¿De la Xunta de Galicia? ¿De la empresa de autobuses? O, quizás, ¿del mítico “sursum corda”? Nadie lo sabe con certeza, y esa falta de claridad solo agrava la situación.
Mientras tanto, los estudiantes, resignados, continúan esperando. Esperan el autobús y esperan que algún día alguien se dé cuenta de que una marquesina debería cumplir su propósito básico: proteger a quienes guardan bajo ella.
Hasta entonces, seguirán resistiendo como solo los universitarios saben hacerlo: con paciencia infinita y sin pedir mucho más que un poco de sentido.