La misteriosa búsqueda de las llaves perdidas en el río: un hallazgo inesperado con un detector de metales en Lugo

Que un amigo tenga una tienda de detectores de metales no tiene precio, especialmente cuando pierdes las llaves de tu coche

Chema Núñez

Lugo - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

      
      
             
      

En el corazón de Lugo, donde la tradición se encuentra con la modernidad, una inusual historia de amistad y aventura se despliega en la tienda "Woocost" de Jose y Carmen, quienes no solo venden detectores de metales, sino también la esperanza de recuperar lo perdido en lugares insospechados.

Jose y Carmen, dos encantadores propietarios de "Woocost", una tienda de chollos situada en la rúa Nova de Lugo, ofrecen una amplia variedad de artículos para regalar en su local del casco histórico. Entre ellos se encuentran piezas singulares como detectores de metales.

Quizás uno podría pensar que para desenterrar tesoros ya existen georradares o sofisticados dispositivos de inspección, pero nadie podría imaginar que los aparatos que venden Carmen y Jose en su tienda pudieran ser utilizados para recuperar objetos perdidos. En esta época navideña, su tienda ha visto un aumento en la demanda de "adornos navideños" y "regalitos para la familia", además de que algunos clientes internacionales se llevan "arroceras" y "freidores de aire", entre otros artículos.

Sin embargo, las obras en la zona han afectado la vida cotidiana de su local. Salpicaduras de agua sucia que se acumula debajo de las planchas de piedra rotas manchan los escaparates y la gente se entremezcla con los coches en una zona que debería ser peatonal. Esta situación ha generado frustración entre los comerciantes y transeúntes, ansiosos por que las obras concluyan.

En el río no sólo pican los peces

Un día, un amigo de Jose, que había salido de pesca, perdió las llaves de su coche en el río. Consciente de que su amigo de Woocost contaba con una amplia gama de artilugios, decidió pedirle ayuda. Jose, siempre dispuesto y equipado con un detector de metales, se lanzó a la tarea. "Eso sí, tardamos un poco más de media hora", confesó, pero al final, las llaves aparecieron, recuperando así la esperanza y la sonrisa de su amigo.