MARIÑA LUCENSE

La artesanía pugna por sobrevivir en medio de un mundo hostil

Los cuchilleros de Riotorto son un ejemplo de oficios sin apenas relevo generacional

Juana Carrera

Ribadeo - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

La artesanía es un oficio del que cada día es más difícil vivir. Falta relevo generacional y también respeto por el producto.

Cada vez quedan menos artesanos. Son un ejemplo de estoicismo que sorprende, por la dedicación y esmero que precisa el trabajo, así como la dificultad para posicionarse en el mercado donde compiten con multinacionales, ventas por internet y productos llegados de otros países que se adquieren a precios irrisorios. A esto hay que añadirle la falta de relevo generacional y de valoración por lo hecho a mano.

Los cuchilleros

En esta situación se encuentran, por ejemplo, los cuchilleros, artesanos de hierro y acero que están prácticamente en extinción. En Riotorto, zona de cuchillería tradicional, quedan dos en activo, mientras que en el Registro de Artesanos de Galicia constan seis en toda la comunidad.

Ángel Villada es de Riotorto y lleva desde los 14 años en la profesión. Pasa todas sus tardes haciendo cuchillos, hasta las diez de la noche. En ese tiempo llega a hacer docena y media. Reconoce que el trabajo no es fácil, lleva toda una vida aprenderlo.

Los queseros

En el sector de la alimentación la situación también está complicada, así nos cuenta un vendedor ambulante que lleva 35 años vendiendo quesos artesanos. Afirma que dentro de poco no quedarán productores porque la gente se piensa que las cosas del campo son gratis: "el queso no puede seguir valiendo lo que valía hace diez años porque viene de la aldea, qué pasa ¿que el de la aldea vive del aire?".

Este vendedor afirma que la artesanía la hemos matado entre todos "porque viene de la aldea no tiene que valer nada el producto, o sea le tengo que dar cuatro pesetas al señor que lo vende y al que lo hace... y ahora la gente se va a hacer números y dice 'no, yo no trabajo si no hay un margen comercial que me interese', porque el trabajo hay que pagarlo".

Y en esta situación se encuentran los trabajadores del cuero, la alfarería o la madera, entre otros.

El consumidor exige cada vez menos calidad, busca precio... pero el trabajo artesanal no se puede regalar.

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