BURELA

Los vecinos de Burela (Lugo) no olvidan el legado que los Indianos dejaron en forma de Escuela

Homenaje por el Centenario de las "Escolas Vellas" creadas por los emigrantes a Buenos Aires 

Juana Carrera

Ribadeo - Publicado el

2 min lectura

      
      
             
      

Los gallegos no tienen duda alguna del legado que los indianos dejaron en la comunidad, hombres y mujeres que emigraron en busca de un mundo mejor. Los que lo encontraron decidieron compartirlo con sus compatriotas levantando escuelas, teatros, empresas... para potenciar la sociedad y economía de sus pueblos de origen. 

Una de esas escuelas, levantada por indianos que emigraron a Buenos Aires, está en Burela (Lugo). Este año cumple su centenario, una fecha que los vecinos no quieren pasar por alto y por ello organizan un homenaje.

La Asociación "O Vencello" considera que no se podía dejar escapar esta efeméride sin organizar algo especial. "Era una manera de recordar y honrar lo que habían hecho los emigrantes, en este caso los del Partido Judicial de Viveiro en la provincia de Buenos Aires", tal como explica Bríxida Pino, la presidenta. Ella misma o su madre estudiaron en esa escuela, porque era la única que había. 

Por ello están montando una exposición, con unos paneles informativos sobre las obras de los indianos, con textos, fotografias y artículos de periódicos de la época. La muestra se inaugura el día 18 de septiembre y se mantendrá hasta el 18 de octubre, en las "Escolas Vellas" y estará acompañada de una conferencia, el día 25.  

Las "Escolas Vellas" eran el único edificio escolar público de Burela desde 1924 hasta 1962, al margen de las escuelas privadas y marítimas. Hay muchos bureleses que recuerdan sus tiempos en ese centro educativo, donde no había sillas para todos, pero daba lo mismo, porque se sentaban en cajas de fruta -como nos cuenta Xefa, Josefa López, que ahora suma 78 años.

Xefa recuerda sus tiempos de estudiante como si fuera hoy, con mucho cariño todavía hacia su profesora, Doña Carmen. De aquélla no tenían tantos caprichos como tenemos hoy día, un simple maletín, o un mandilón blanco, era un tesoro para los niños.

      
             
      

Su memoria está llena de buenas vivencias, de unos tiempos muy felices, de los días en que les daban leche -hecha con polvo- o de la foto de toda la clase en las escaleras del edificio, que hoy pervive como legado de unas personas que viajaron a Ultramar para construir un mundo mejor.