EL ADIÓS DE UNA LEYENDA

La inevitablemente imperfecta despedida a Rafa Nadal

El debate sobre si fue la mejor despedida para el tenista mallorquín es el asunto de conversación en las horas posteriores al homenaje de la madrugada del miércoles en el Martín Carpena

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Rafa Nadal en el homenaje en el Martín Carpena

Jordi Jiménez

Mallorca - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

      
      
             
      

El deporte es una de las actividades de la vida en las que más se agigantan los egos. Es normal y lógico, sin ego no se llega a ser un gran deportista. El ego es el no siempre comprendido acompañante toda persona tiene y necesita, y que precisa ser alimentado continuamente en el deporte para asumir nuevos retos.

Sin ese ego no hay ambición, sin ese ego no hay espíritu de superación, sin ese ego tampoco hay identidad en esta vida terrenal. Es cierto que es fácil que nos traicione cuando está demasiado hinchado. Pero quién es un deportista campeón sin ego, nadie. Y es normal que un ego de deportista esté siempre bien alimentado, lo que no tiene por qué equivaler a ser alguien prepotente, soberbio, egocéntrico. Puede serlo y es común entre las estrellas más encumbradas del deporte o cualquier otro ámbito de mucha exposición pública o mediática, caer en la prepotencia, pero no siempre ocurre, incluso entre estrellas. Nadal es un ejemplo de que no siempre estrella equivale a prepotencia y soberbia.

Ocurre entonces que a la hora de despedir a un gran campeón, todos quisiéramos estar, pero sobre todo aquellos que han sido o son alguien reconocido en el mundo del deporte, es difícil de asumir no haber sido parte de un momento único como la retirada de un gran campeón. De ahí que ya hemos empezado a escuchar voces, opiniones, de deportistas que hubieran querido estar en ese adiós de Rafa Nadal a las pistas. Es normal, cómo no van a querer estar, y es de justicia que hubieran estado.

El adiós precipitado de Nadal pese a estar largamente anunciado, precipitado porque se hizo al ser eliminada España en la Davis, no tuvo quizá la dimensión del momento, el glamour o la puesta en escena que un momento de esa importancia merecía. En ese caso se debería haber tomado una decisión que hubiera debido aceptar Rafa Nadal, hacerlo durante la semana si el tenista estaba dispuesto a quedarse en Málaga, para convocar a deportistas tan unidos a su carrera como sus rivales Djokovic y Federer, la gente relevante del tenis que faltaba ese día como Arancha Sánchez Vicario o su amigo Pau Gasol, entre otros muchos. ¿Es eso lo que había que hacer? ¿quería Nadal quedarse toda la semana en Málaga tras caer en la Davis? lo desconocemos.

Es la despedida que la Copa Davis le tributaba a Nadal y no tiene por qué ser el homenaje a Nadal. Pero seamos sinceros, qué despedida puede corresponder realmente a la dimensión del deportista que acaba de finalizar una carrera tan descomunal. 

Nada de lo que se haga, nada de lo que se organice, puede resumir una carrera como la de Rafael Nadal Parera. ¿Qué hay que hacer? ¿qué se puede hacer que dé la dimensión del mejor deportista español de todos los tiempos? Por ejemplo que salte Tom Cruise desde un avión y aterrice en mitad de un Estadio Bernabéu lleno, por decir un lugar dado el amor madridista del tenista (quizá en un futuro su presidente). ¿Qué hay que hacer? ¿que canten Plácido Domingo o Julio Iglesias una canción compuesta a tal efecto para el adiós de Nadal? ¿que actúen los Rolling Stone? ¿Springsteen? ¿que un castillo de fuegos ilumine la noche? ¿que los amigos de Nadal de toda la vida aparezcan por sorpresa en el escenario? ¿que Djokovic, Nadal y Federer jueguen una exhibición en mitad de un estadio a rebosar? ¿que aparezca Zinedine Zidane en un escenario como aquel día en Roland Garros? ¿que estén los mejores tenistas de la historia en un escenario con él? ¿que despegue un cohete de Elon Musk en mitad de un estadio con una imagen de Nadal?

      
             
      

Y así podríamos seguir y seguir. Observando todo lo ocurrido en las últimas horas, al único que no se ha visto preocupado por esto es al gran protagonista. Se le ha visto emocionado en el Martín Carpena, se le ha visto con amor sincero a su deporte, a su gente, a la afición, con agradecimiento a los medios de comunicación, algo muy poco frecuente en grandes estrellas, con agradecimiento sincero a sus rivales por haberle hecho mejor. Y se le ha visto en paz consigo mismo nada más aterrizar en casa, en Mallorca.

 Es un trago difícil que todo deportista debe pasar, la retirada, fue así, sucedió así, y quizá más adelante se organice un gran tributo al tenista. Tortas habrá por hacerlo y por capitalizarlo. Muchos tendrán razones para hacerlo, sea en casa o sea en el Bernabéu o sea en algunos de los grandes torneos que ha ganado, principalmente París y Roland Garros. Pero qué más da, se haga lo que se haga ningún momento de despedida resumirá una vida de amor y entrega a su deporte, esa correspondencia sólo está en sus momentos de intimidad con su gente.