Mallorca celebra la Resurrección de Jesús en una concurrida misa en la Catedral

Esta mañana, monseñor Sebastià Taltavull ha presidido en la Catedral de Mallorca las celebraciones del Domingo de Pascua, la festividad más significativa de la Iglesia. La jornada ha conmemorado la resurrección de Jesucristo, cimiento de la fe cristiana, que libera del pecado y abre las puertas en la vida eterna.

Ha sido el triunfo sobre el mal y la muerte, y ha marcado el inicio del tiempo pascual, 50 días desde hoy hasta el Domingo de Pentecostés, un periodo caracterizado por la alegría y la esperanza. Más de 1.200 personas se han reunido en la Seu para compartir esta gran celebración.

procesión del encuentro

La Eucaristía ha empezado con la tradicional Procesión del Encuentro, que ha rememorado el primer abrazo entre Jesús resucitado y su madre, María. Ha sido un símbolo vivo del encuentro entre el Señor, que ha vencido la muerte, y su madre, la primera creyente, figura y modelo de la Iglesia. Igual que ella, los fieles han salido también al encuentro del resucitado con una fe llena de gozo.

Durante el canto del Té Deum, han salido dos imágenes: la de Cristo Resucitado desde la capilla de la Purísima, y la de la Virgen María desde la capilla de Sant Benet. Ambas han avanzado en procesión, el Cristo hacia la trona grande y la Virgen María hacia la trona pequeña. Al son del Regina Caeli, las dos imágenes se han encontrado ante el altar mayor, donde la Virgen María ha hecho tres reverencias, dejando pasar al Cristo resucitado y quedando ambas imágenes colocadas en el presbiterio. Este gesto ha expresado de manera visual el homenaje de Maria a su Hijo resucitado.

homilía: renovar la esperanza y andar hacia la vida

En su homilía, el obispo Sebastià Taltavull ha recordado que en el Domingo de Pascua se nos invita a mirar hacia la luz y no quedarnos a la oscuridad. Así como los vitrales de una catedral se ven mejor desde dentro, la fe nos permite ver la realidad iluminada desde el corazón, desde Dios. “Quien cree, lo ve”, dice, porque la fe es una nueva manera de mirar.

Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo” y nos dijo también: “vosotros sois la luz del mundo”. Esto nos hace responsables de llevar luz y esperanza al mundo, ha afirmado el Obispo. San Juan XXIII afirmaba que “todo creyente es llamado a ser [...] un destello de luz, un centro de amor”. Esta luz tiene que traducirse en paz interior y en acción por la justicia social.

La paz que nos ofrece Jesús “no es la que el mundo da” (Jn 14,27), sino una paz profunda, vinculada a su sacrificio. “Gana la vida, no la muerte!”, proclama la Pascua, y nos recuerda que Cristo resucitado nos ha abierto el camino de la eternidad para toda la humanidad, ha anunciado el Obispo. Los apóstoles son testigos de esta verdad: “Lo mataron colgándolo en un patíbulo [...], Dios lo resucitó el tercer día”. Ahora es nuestro turno de anunciarlo con esperanza, dejándonos transformar por esta luz.

La fe en el Resucitado nos exige acción y nos plantea preguntas: “Vivimos como los primeros discípulos?”, “Tenemos la fuerza de las mujeres que anunciaron la vida?”, “Qué hacemos para alimentar una cultura de la paz?”. Es tiempo de renovar la esperanza y andar hacia la vida, ha señalado monseñor Taltavull.

Después de la homilía, el Obispo ha recorrido la nave central para bendecir a los fieles que han participado en la celebración de la Resurrección.

La ceremonia ha concluido con la bendición solemne, impartida por monseñorSebastià Taltavull —por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica, Obispo de Mallorca—, que ha concedido la indulgencia plenaria a todos los fieles presentes, en nombre del Santo Padre.