Eduardo, superviviente del accidente aéreo de Los Andes, revela cómo le afecta la tragedia que vivió 50 años después: "Desesperante"

Eduardo Strauch, uno de los 16 supervivientes del trágico accidente aéreo en Los Andes comparte su conmovedor testimonio sobre las vivencias que marcaron para siempre su vida. Más de 50 años después de aquel suceso que estremeció al mundo, los recuerdos de esos 72 días en las montañas siguen grabados a fuego en su memoria. El accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya ocurrió el viernes 13 de octubre de 1972.

Las palabras de Strauch nos recuerdan la capacidad humana para resistir, para adaptarse a las situaciones extremas y a cómo encontrar un significado, incluso en las experiencias vitales más difíciles.

En muchos momentos era muy difícil tener esperanza; la mente se negaba a tenerla, pero hubo que hacer un tremendo esfuerzo y encontrarla"

Eduardo Strauch

Superviviente del accidente aéreo en Los Andes

La esperanza como motor vital

“Es un sentimiento imprescindible para la vida”, dice Eduardo. En los Andes, cuando todo parecía perdido, fue necesario un esfuerzo extraordinario para aferrarse a ella. Aunque la mente se resistía, la esperanza se convirtió en una herramienta esencial para sobrevivir.

Strauch recuerda que la esperanza fue absolutamente crucial en esa experiencia extrema. "En muchos momentos era muy difícil tener esperanza; la mente se negaba a tenerla, pero hubo que hacer un tremendo esfuerzo y encontrarla."

Al principio, ese silencio atronador era desesperante, pero luego fui entendiéndolo y me fui amigando con él"

Eduardo Strauch

Superviviente del accidente aéreo en Los Andes

El silencio, de enemigo a aliado

Al principio, el silencio de las montañas era “atronador y desesperante”, pero con el tiempo Eduardo aprendió a valorarlo y a hacerlo parte de su vida. “En este mundo lleno de ruidos que nos desvía del camino hacia la felicidad, el silencio debería ser fundamental para todos”, afirma.

El silencio ahora tiene un papel importante en su vida tras aquella tragedia. "Aprendí a hacerme amigo del silencio en Los Andes. Al principio, ese silencio atronador era desesperante, pero luego fui entendiéndolo y me fui amigando con él. En este mundo lleno de ruidos que nos marean y nos desvían del camino, el silencio debería ser fundamental para todos."

He aprendido que con esfuerzo mental podemos cambiar el rumbo de nuestras vidas"

Eduardo Strauch

Superviviente del accidente aéreo en Los Andes

El poder de la mente y el destino

Curiosamente, Eduardo no ha tenido sueños recurrentes ni pesadillas tras el accidente. "La mente humana es tan fuerte y tan adaptable que, a pesar de haber vivido lo que vivimos, que fue una pesadilla, nunca tuve sueños de esos 72 días."

Eduardo cree en el destino, pero enfatiza el papel de la mente en moldearlo. “He aprendido que con esfuerzo mental podemos cambiar el rumbo de nuestras vidas. Nuestra mente es un instrumento poderoso, capaz de adaptarse y descubrir capacidades que desconocemos”.

Liderazgo en momentos límite

En el caos inicial tras el accidente, el liderazgo fue clave para organizar al grupo. Marcelo Pérez del Castillo, capitán del equipo, asumió esa responsabilidad y guio a los demás en los días más difíciles.

En momentos límite, el liderazgo es fundamental, afirma Strauch que recuerda cómo Marcelo  tomó las riendas, “fue importantísimo que alguien liderara en ese infierno a 4.000 metros de altura.”

"Horas y horas miré ese cartel pensando en que encontraríamos la salida.

Eduardo Strauch

Superviviente del accidente aéreo en Los Andes

La resistencia emocional

Eduardo destaca que la resistencia emocional fue fundamental para superar los 72 días en las montañas. “La mente humana tiene posibilidades increíbles que muchas veces desaprovechamos. En Los Andes, aprendí a aprovechar ese potencial”.

Durante las interminables noches en el fuselaje del avión, Eduardo miraba el cartel luminoso de “Exit”, el único punto de luz en la oscuridad. "Horas y horas miré ese cartel pensando en que encontraríamos la salida, que tendríamos éxito. Cuando me rescataron, lo primero que hice fue arrancarlo y llevarlo a casa."

La resistencia emocional, asegura, fue más desafiante que la física. "La mente humana es asombrosa, tiene posibilidades que desaprovechamos. La resistencia emocional fue fundamental en cada momento."

tres Memorias imborrables

El aroma del queroseno, la imagen de los compañeros fallecidos y el sonido del helicóptero de rescate son recuerdos que nunca podrá borrar. Estas experiencias forman parte de su vida y le han dado una perspectiva única sobre el valor de la existencia.

Hay cosas que no pueden transmitirse con palabras, cuenta sobre su experiencia, "siempre he hablado de todo, pero hay aspectos imposibles de expresar. Quizás la película de Bayona logra transmitir algunas de esas cosas con imágenes y silencios."

Las tres memorias sensoriales que transportan a Eduardo Strauch instantáneamente a Los Andes son, "el aroma, el olor del queroseno del avión cuando este se partió en dos". Como imagen recuerda cuando abrió los ojos tras el impacto y ver a la mujer del asiento delante de él, fallecida, a pocos centímetros de su rostro; y un sonido, "el ruido del helicóptero que llegó el 22 de diciembre", a rescatarlos.

mensaje de resiliencia

Para quienes enfrentan situaciones difíciles, Eduardo ofrece dos consejos. Primero, confiar en el poder de la mente para superar cualquier desafío y salir fortalecidos de las experiencias adversas. Segundo, comprender que el amor, en todas sus formas, es la fuerza más poderosa. “Fue el amor a nuestras familias, entre nosotros y a la vida lo que nos salvó”.

La historia de Eduardo Strauch no solo refleja una lucha por la supervivencia, sino también un profundo aprendizaje sobre la fortaleza humana, la importancia de la conexión y el significado de la esperanza.