MEDIOAMBIENTE
Castores en el parque fluvial del Arga
Los castores muerden los árboles y pueden causar su caída sobre el río o las orillas
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Desde hace semanas en el Parque Fluvial de la Comarca en sus 33 kilómetros de distancia, alberga la presencia hasta 14 familias de castores. Una constante que prácticamente no cambia pero que estos días deja estampas cuanto menos llamativas. Árboles completamente roídos a los que parece queda poco para caer. Pero, ¿de dónde han venido estos roedores? ¿Albergan algún peligro para las personas? ¿Que destrozos pueden ocasionar? ¿Que se está haciendo con ellos? De ello hablamos con Julen Rekondo, experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente.
El domingo 25 de febrero, en el Diario de Navarra se publicaba un reportaje en el que se decía que desde hace semanas en el Parque Fluvial de la Comarca en sus 33 kilómetros de distancia, alberga la presencia hasta 14 familias de castores. Quizá con más evidencia en Pamplona, Barañáin, Arazuri, Burlada y Huarte. Una constante que prácticamente no cambia, pero que estos días deja estampas cuanto menos llamativas. Árboles completamente roídos a los que parece queda poco para caer.
No es ninguna novedad, porque castores hace no mucho también se les veía en el río Elorz, a su paso por la Cendea de Galar, y en otros lugares de la comarca de Pamplona.
La historia reciente del castor en España empezó de manera clandestina. Aunque los detalles nunca se han esclarecido totalmente, parece ser que un grupo conservacionista belga liberó en 2003 un total de 18 castores procedentes de criaderos de Baviera en diversos puntos del Ebro y sus afluentes Aragón y Cidacos, en las comunidades de La Rioja y Navarra. Dos años más tarde se detectaron oficialmente los primeros indicios de la existencia de ejemplares libres, como excrementos, huellas y árboles con roeduras en el tronco, y finalmente se produjeron los avistamientos.
El castor es un mamífero perteneciente al orden de los roedores. Es decir, aquellas especies que disponen de dientes incisivos con filo y que los emplean para roer maderas, comer y defenderse.
A partir de ahí, las administraciones adoptaron algunas medidas. En un principio vinieron a decir que se trataba de una especie alóctona, no autóctona, que podía perjudicar las explotaciones madereras cercanas a los ríos, muy habituales en esos tramos de la cuenca del Ebro, y además competir con algunas especies amenazadas, como la nutria y el visón. Aunque el castor europeo ('Castor fiber') figuraba ya entonces como especie prioritaria en las directivas ambientales de la Unión Europea, las autoridades comunitarias concedieron una sorprendente moratoria alegando que los animales en cuestión “no se encontraban dentro de su ámbito natural”, lo que permitió la caza de 216 ejemplares entre los años 2008 y 2016. A punto estuvieron de extinguirse por segunda vez. En la zona de suelta de Navarra y La Rioja se habían extinguido hacia el siglo XVII, aunque hay constancia de su presencia en la cuenca del Duero hasta principios del siglo XIX.
La Comisión Europea incluyó en 2018 las poblaciones ibéricas de castor dentro de la Directiva de Hábitats, dos años más tarde se traspuso a la legislación española y, finalmente, la especie quedó incluida en el LESPRE, el catálogo de protección especial, recuerda el consultor ambiental. “El castor se encuentra ahora en una situación anómala. No se puede cazar porque está protegido, pero al mismo tiempo España contraviene la legislación europea porque no cuenta con ningún plan de recuperación”, según el consultor ambiental Jorge Echegaray, especialista en castores y coautor de la primera guía digital sobre la especie, en declaraciones a “El Periódico”.
Tras cesar las capturas, los roedores continuaron sin problemas su expansión por el Ebro, y sus afluentes.
Echegaray descarta que los castores, que son inofensivos para los humanos, puedan ocasionar perjuicios más allá de los posibles daños en choperas y otras plantaciones madereras cercanas a los cauces, “pero no se puede olvidar que estas se encuentran en su mayoría en el dominio público hidráulico”. También puede afectar a cultivos de frutales, pero “ese problema se arreglaría fácilmente instalando mallas en zonas sensibles”, dice educador ambiental y experimentado rastreador Benjamín Sanz. Sus principales amenazas, al margen de la degradación del hábitat, son infraestructuras como presas, sifones y canales de irrigación.
Tal y como se decía en el reportaje del Diario de Navarra, la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona ya se encuentra trabajando para minimizar las afecciones que causan los castores en esta época del año. “Se trabaja con la empresa Ornitolan para reforzar las medidas de protección de los árboles, concretamente la aplicación de un aceite de linaza mezclado con arena que genera rechazo a los castores”, cuentan desde la MCP, desde donde recuerdan que la medida se lleva haciendo “años y se intensifica ahora”.
En cuanto a las mallas protectoras que también han sido colocadas en los ejemplares junto al río, lo cierto es que se trata de ubicaciones del Parque Fluvial del Arga que gestiona el Ayuntamiento de Pamplona. “Son defensas que buscan proteger a los árboles, tanto antes como después de que sean ‘mordidos’, para evitar que mueran”, explica el biólogo pamplonés Daniel García-Mina, dejando claro que los castores tienen que alimentarse. “Siempre se buscarán la vida”, avisa.