POLÍTICA

La desafección con la actual clase política puede provocar consecuencias graves

Jordi Rodríguez Virgili asegura que la desafección de la sociedad con los políticos es debido principalmente a que la clase política se ha distanciado de la ciudadanía

Fermín Astráin

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

El episodio vivido en el Congreso de los diputados con Juan Carlos Unzué en la mesa de trabajo sobre la ELA. El retraso precisamente de la tramitación de esta ley. O las largas que están recibiendo de las distintas administraciones los agricultores. Son sólo tres muestras de la desafección de la clase política con la sociedad.

Y esto, evidentemente, provoca la desafección de la sociedad con los políticos. La opinión de la calle sobre la clase política está cada vez más deteriorada.

En Navarra, la mayoría de las preguntas que se realizan al Gobierno son de los propios partidos que conforman el Gobierno o de EH Bildu, socio prioritario. Los partidos de gobierno, y su socio EH Bildu, controlan al Ejecutivo lo mismo que la oposición. Y muchas de estas peguntas son de autobombo. Sin ir más lejos, ayer, el partido socialista preguntó a su propia secretaria general sobre “la importancia de la convivencia”. ¿Eso es una pregunta de control al gobierno?

El profesor de Comunicación Política y vicedecano de la Facultad de Comunicación, Jordi Rodríguez Virgili, ha explicado que la principal causa de esta desafección de la sociedad con sus políticos es precisamente el distanciamiento entre estos últimos y los primeros. “Estamos en un tactismo, en un juego muy cortoplacista entre ellos, hablan para ellos. Tiene una lógica interna, pero el ciudadano no se siente representado, no se siente llamado. ¿De qué están hablando? Del 'y tú más' y 'tú no sé qué'”.

El problema es que este distanciamiento se traslade a la calle y se polarice la sociedad: “Corremos el riesgo de hacer sociedades polarizadas, donde parte de la población no sepa nada y no se encuentre. No tenga momentos de encuentro, de diálogo, de reflexión con gente que opina diferente”. Existe el riesgo de hacer “dos navarras” que una se “dé la espalda a la otra”.

Históricamente Navarra ha sido una sociedad tolerante entre un crisol de corrientes políticas, pero esto cada vez resulta más complicado de sostener. Y es que, a veces, los políticos hacen cosas que a los ciudadanos cuestan entender.

Temas relacionados