CULTURA

Folclore navarro, con Alberto Magán-Ciérvide

El musicólogo navarro explica de la palabra folclore y sus vertientes y comienza esta sección con los toques de campana en Los Arcos (Tente nublo), Artajona y Catedral de Pamplona

Fermín Astráin

Publicado el - Actualizado

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La palabra Folclore, es un término que viene del inglés. Si partimos la palabra, nos queda folk, «pueblo», y lore, «acervo», «saber» o «conocimiento»

Es el sentimiento y expresión de la cultura compartida por un pueblo y que abarca las tradiciones comunes a una cultura.

Éstas incluyen tradiciones orales, como cuentos, leyendas, proverbios, chistes, música tradicional y cultura material e inmaterial, que va desde los estilos de construcción hasta los juguetes hechos a mano.

El folclore también incluye las formas y rituales de las celebraciones como la Navidad, las bodas, los bautizos, las danzas folclóricas y los ritos.

Navarra es una tierra muy rica en folclore, destacando la música y las danzas, propias de fiestas específicas como los carnavales, fiestas patronales o rituales y del que forma también parte la gastronomía o la indumentaria de cada región.

Vamos a desgranar a lo largo de este curso algunos componentes del folclore navarro y sus características según las festividades y las zonas.

Vamos a empezar hoy en concreto hablando de unos instrumentos que se encuentran generalmente en lo alto de las torres de las iglesias, en los campanarios. Vamos a hablar de las campanas y sus toques, que durante años, han establecido el lenguaje de los pueblos y que se han declarado patrimonio material e inmaterial de la humanidad por la UNESCO.

Hoy tenemos una cita campanera. Es 14 de septiembre, se celebra la cruz de septiembre en muchos lugares de Navarra, por ejemplo, las fiestas patronales en Olite, el Santo Cristo de Cataláin en el corazón del valle de la Valdorba… y vamos a llegar hasta la localidad de Los Arcos, donde hoy se puede disfrutar de una tradición musical que casi está extinguida.

Se trata del toque del “TENTE NUBLO” con las campanas.

En esta localidad, hace unos años, en concreto en 2005, se recuperó la cofradía de la Vera cruz. Esta cofradía, se encarga de mantener la tradición de tocar con las campanas que alberga esa maravillosa torre plateresca de la parroquia de Santa María, el “Tente Nublo.

Este toque antiguamente se llevaba a cabo todos los días desde el 3 de mayo, fiesta de la cruz de mayo, hasta el 14 de septiembre. Hoy en día se toca además de esos dos días, todos los domingo entre esas fechas a las 12 y cuarto del mediodía. Es un toque, con el que se quiere ahuyentar las tormentas y proteger los campos y sembrados. No es que pidan que no llueva, sino que el agua venga con mesura y “sin hacer mal”. Además, durante todo ese tiempo, en lo alto de la torre, se coloca la reliquia del “Lignum Crucis”, un fragmento de la cruz de Cristo, que se sube a la torre en una procesión muy curiosa por la escalera de caracol medieval, que todas las noches se ilumina en la torre y se deja allí este tiempo, para ayudar en la misión protectora de los campos. Pensemos que durante muchos siglos, la zona tenía una economía rural de subsistencia. Ahora aunque no mucha gente vive del campo, si que todas nuestras despensas y paneras dependen de él.

El tente nublo, Consiste en repicar primeramente dos campanas, para llamar la atención de los vecinos e invitar a la oración. Estas dos campanas se llaman el Zumbanillo y el Esquilón. Hay que recordar, que las campanas se bautizan y se despiertan en un rito muy bonito, se les pone nombre y tienen padrinos. Todo esto se puede leer en cada campana, porque todas cuando son fundidas o refundidas, se les graban todos estos datos junto con el año, el nombre del alcalde y párrocos del momento, escudos, imágenes religiosas, adornos, etc.

Después de este repique inicial, comienza la melodía del “Tente Nublo “. Se interpreta con dos campanas. Empieza la “Santa María” y contesta “La de Irache”, también conocida como “La Garbancera”, porque antiguamente, solo se tocaba en los días de fiestas grandes, días en los que se comían garbanzos.

Al mismo tiempo que el campanero toca la melodía, va cantando la letra, que dice así:

TENTE NUBLO TENTE EN TI

NO TE CAIGAS SOBRE MÍ

GUARDA EL PAN

GUARDA EL VINO

GUARDA LOS CAMPOS QUE ESTÁN FLORIDOS

Y así, se toca tres veces dejando un pequeño silencio entre ellos.

Cuando acabala melodía del “Tente nublo”, se tocan dos repiques a modo de pregunta respuesta con dos campanas que son: la “Santa María” y con “La del puente”, que da al río Odrón.

Para aquellos que se quieran acercar, esta tarde a las 19.30h en la parroquia de Santa María de Los Arcos, uno de los pocos lugares donde en ocasiones como esta, se siguen tocando las campanas a mano.

Y seguimos hablando de campanas y campaneros en Navarra.

Tenemos que citar la localidad de Solchaga, en el Valle de la Valdorba, donde también se tocan todavía las campanas a mano y especialmente, a los campaneros de Artajona y de la Catedral de Pamplona.

Los campaneros de Artajona, conocidos como “Bandeadores” y que además tienen un monumento al bandeo, tocan las campanas de la iglesia de San Saturnino en el cerco de Artajona. Dos campanas grandes de 1000 kg que se voltean y otras dos más pequeñas que se repican llamadas Cimbelete, Esquilón, María y Saturnina.

Mantienen esta tradición y además, tienen una peculiaridad y es que, tocan las campanas al revés que en el resto del mundo. Y es que, en vez de voltearlas hacia adentro, las voltean hacia afuera, pero siempre siguiendo un ritmo. Sin duda, es todo un espectáculo verles tañir las campanas en uno de los monumentos más impresionantes de Navarra.

Los “Bandeadores” tocan las campanas en Artajona unas 26 veces al año, especialmente en año nuevo, Navidad, Resurrección, San Babil, San Saturnino, la Virgen de Jerusalén…Tienen el “toque festivo”, el de “agonia”, el de “parvulicos” y como anécdota, aunque en un contexto triste, se tocó el toque conocido como a rebato, en el incendio que asoló los campos de la zona en 2016.

Y para terminar, tenemos que nombrar a la Asociación de campaneros de la catedral de Pamplona, creada en 2001, para recoger el testigo del último campanero de la catedral, Rafael Leoz y que en este momento está formada por 31 campaneros.

Aunque diariamente las campanas están electrificadas, hasta en unas 45 ocasiones al año, aunque pueden variar, este grupo de campaneros las hacen sonar a mano, como el día de Pascua, San Fermín, Corpus, Navidad, en la dedicación de la catedral de Pamplona o en ocasiones extraordinarias como la muerte de un canónigo, de un papa etc.

Tienen sus toques propios como el bandeo general por fiesta grande como es el momentico del día de San Fermín, el de boleras que convoca al rosario de los esclavos en octubre y alguno que se ha extinguido por el cambio de sociedad como el de caballero perdido, que se tañía cuando se cerraban las puertas de la ciudad.

De las 11 campanas de la catedral, se tocan 10 y quisiera destacar dos cosas de estas: Entre ellas, en la torre norte está la campana María, de entre 10 y 11 toneladas y con un badajo de hierro que pesa 250kg. Se subió a la torre y una vez instalada se terminó la torre. Ahora no habría forma de sacarla de su ubicación, por eso cuando se restauraron las campanas, se restauró “in situ”. Es la más grande de España que sigue en uso, pues la más grande está en Toledo, pero está rajada y no se utiliza.

La campana María se toca batiendo su badajo con una cuerda entre dos personas y su sonido alcanza hasta 14 kilómetros, escuchándose en toda la cuenca de Pamplona. Por otro lado, en la torre sur de la catedral, se encuentra la campana Gabriela de casi 2.700 kg, que tiene más de 500 años (los cumplió en 2019) y que es la más grande de España que voltea en la actualidad y que al igual que en Artajona, se voltea del revés. Se necesitan 6 personas para mantener su volteo y 8 para echarla a andar y frenarla.

Seguro que hay muchos otros lugares en los que se tocan las campanas de forma manual los domingos o festividades, como en Alsasua, en San Lorenzo de Pamplona o en la semana musical de Estella. Podríamos hablar mucho de ello, pero hoy nos quedamos con estos retazos de campaneros en Navarra y ojalá se mantenga y recupere esta tradición tan bonita que forma parte de nuestro folclore y como dice mi abuela, cuando se oyen las campanas, “suena a fiesta”.

Alberto Magán-Ciérvide, musicólogo