MEDIOAMBIENTE

Hacia un modelo de movilidad sostenible

El experto en medioambiente Julen Rekondo trata la movilidad sostenible en la semana de la movilidad

Fermín Astráin

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Del 16 al 22 de septiembre se está celebrando la Semana Europea de la Movilidad

20

, también en

, iniciativa promovida por la Unión Europea,

ajo el lema “¡Combina y Muévete!”,

centrada en fomentar el uso y combinación de diferentes modos de transporte en los desplazamientos urbanos de personas y mercancías, con el fin de conseguir una mayor eficiencia, rapidez, ahorro y sostenibilidad.

Esta campaña anual pretende, a través de diferentes actividades e iniciativas organizadas simultáneamente en toda Europa, fomentar la movilidad sostenible en todos los países miembros, estimulando a las administraciones públicas a introducir y promover medidas de transporte sostenible.

En este sentido, la Semana Europea de la Movilidad es una ocasión única para que todas las partes interesadas

se reúnan con el fin de discutir los diferentes aspectos de la movilidad sostenible y poder así buscar soluciones innovadoras para reducir el uso del automóvil y sus emisiones.

n los últimos años, en

municipios se han puesto en marcha iniciativas interesantes y positivas con el objeto de intentar poner freno en parte a los impactos de una movilidad creciente como puede ser las peatonalizaciones de los centros urbanos, construcción de vías para bicicletas y sendas urbanas, regulación del aparcamiento en zonas urbanas (OTA), préstamos de bicicletas,

Pero, a pesar de ello, se siguen dando en nuestr

municipios un importante crecimiento del número de desplazamientos debido al uso excesivo, irracional e indiscriminado del vehículo privado.

Es decir, el modelo de movilidad existente en la actualidad todavía sigue dominado por lo que se denomina “cultura del coche” y condicionado por un modelo de ciudad de carácter expansivo que genera cada vez más mayores necesidades de movilidad y produce un buen montón de problemas, que contribuyen al malestar urbano.

Algunas consecuencias de ello son el deterioro de la salud producido por la contaminación atmosférica, el ruido y la sedentarización; la alteración de la estructura territorial por la construcción de carreteras y autopistas; la congestión del tráfico, que tiene muchas consecuencias negativas por la pérdida de tiempo y los daños al medio ambiente; una mayor emisión de gases de efecto invernadero, principal responsable del cambio climático; problemas sociales como el deterioro de la convivencia vecinal en el espacio público; mayores costes económicos... entre otros muchos problemas.

Actualmente, el transporte es el sector de actividad que más energía consume, mucho más que la industria, el comercio y el sector residencial.

l 100% de los combustibles para el transporte tiene su origen en los derivados del petróleo

principal protagonista de

l aire en las ciudades

es el coche.

Todos los modos de transporte usan espacio para desplazarse y estacionar durante un espacio de tiempo, pero el vehículo privado es el que más consume y el más ineficiente en su utilización. Un recorrido domicilio-trabajo en coche consume 90 veces más espacio, entre aparcamiento y desplazamiento, que el mismo trayecto efectuado en ferrocarril y 20 veces más que si realiza en autobús.

En cuanto a la eficiencia, a la menor capacidad del coche se une su infrautilización, ya que la tasa media de ocupación en desplazamientos cotidianos es de tan solo 1,2 personas por vehículo, lo que multiplica el consumo de espacio por persona transportada. Con esta tasa de ocupación, para transportar a 70-75 personas se necesitarían 60 coches, lo que equivale a un solo autobús urbano. En este sentido, el ferrocarril

más eficiente que el autobús.

El modelo actual de transporte genera, además, una serie de costes económicos, sociales y ambientales indirectos que no paga directamente el usuario, sino que recaen en toda la sociedad. Es lo que se denominan costes externos o externalidades. Por ejemplo, la contaminación atmosférica y el ruido repercuten negativamente en la salud de la ciudadanía, lo que ocasiona gastos médicos; los miles de muertes anuales por accidentes de tráfico suponen un importante coste social; los retrasos y el tiempo productivo perdido por la congestión, otro tanto

En las ciudades, la suma de externalidades es claramente favorable al transporte público, a pesar de sus mayores tiempos de viaje.

os costes externos del transporte público son, aproximadamente, la mitad del vehículo privado. Según publicó

en 20

, las externalidades negativas del coche suponen por habitante y año unos 800 €.

Y podríamos seguir con más datos.

Sin duda, lo que se ha denominado movilidad urbana sostenible, por contraposición con los modelos actuales de movilidad, supone una movilidad menos peligrosa para la salud de la ciudadanía, menos agresiva para el medio ambiente, más eficiente económicamente, entre otras cuestiones, y requiere de una política de establecimiento de medidas restrictivas del uso del vehículo privado, reduciendo su statu quo actual.

ara ello, es necesario un urbanismo que prime a la ciudadanía frente al coche. Hay que darse cuenta de que el modelo de ciudad diseñada para el vehículo privado es insostenible y se debe repensar la forma de “hacer ciudad”. Hay que mejorar

los barrios de modo que todos tengan servicios y vida propia, contrapesando la atracción del centro