CULTURA

Lantz, última parada del folclore navarro de carnavales

Alberto Magán-Ciérvide termina esta serie de programas sobre el carnaval centrándose, sobre todo, en el de Lantz

Fermín Astráin

Publicado el - Actualizado

10 min lectura

Seguimos en plena cuaresma, pero tenemos tanto de que hablar sobre nuestro carnaval, que eso no nos impide seguir repasando, recordando y aprendiendo más sobre nuestro folclore. Hemos dedicado dos programas al carnaval y hoy vamos a hacer el último repaso del resto de carnavales rurales más conocidos y peculiares de Navarra. Hoy acabaremos hablando del carnaval de Lantz, pero antes vamos a seguir con el periplo por Navarra.

Alberto Magán-Ciérvide, musicólogo, sigue recordando que el gran protagonista en Navarra, es el carnaval rural, en los que se les da vida a seres mitológicos, animales, supersticiones y demás personajes de nuestro romancero y tradición.

Hoy comenzamos nuestro recorrido en Goizueta, donde su peculiar carnaval, evoca su tracición carbonera.

Los protagonistas de este carnaval son los Carboneros y los Mozorrok. Los carboneros, van vestidos de azul, boina en la cabeza, llevan la cara pintada de negro y el contorno de los ojos en rojo. A sus espaldas llevan unos pellejos de vino llenos de aire y con un cencerro colgando.

Los Mozorrok, en cambio, se visten de blanco, con boina, pañuelo y faja rojas. La mitad de los integrantes también llevan una falda o combinación blanca.

Durante el desfile, bailan juntos la Zahagi-Dantza que acabamos de escuchar, acompañada de música tocada con la trikitixa o acordeón. Es una danza de la familia del paloteado y se baila en dos filas. Entre las dos filas, los carboneros bailan y se agachan para recibir en el odre o pellejo de vino que llevan en la espalda, los golpes de los palos. Al momento de terminar el baile, los carboneros salen corriendo para librarse de los palos y persiguen a quienes por allí estén, para manchar de negro sus caras restregándolas con la suya, especialmente las de las mujeres. Y esto, tiene su historia y motivo.

La historia nos habla de un carbonero que vivía durante todo el año en la montaña dedicado a su oficio. Al llegar las fiestas del carnaval bajaba al pueblo al igual que los demás carboneros de la zona. Cuentan que al carbonero estando borracho le dio por besar a todas las mujeres que encontraba a su paso dejándoles la cara manchada de hollín. Y así pues, la costumbre de este carnaval, nació cuando los jóvenes del pueblo quisieron reprender a su paisano por aquella ocurrencia haciendo esta representación en su carnaval. Por eso, al final del baile los Mozorrok golpean con sus bastones el odre que el carbonero lleva atado a la espalda, ya que según la historia, los celosos muchachos del pueblo, acabaron apaleando al carbonero.

Siguiendo con nuestro viaje por el carnaval navarro, nos vamos hasta la barranca, en concreto al valle de Ergoyena donde se sitúa la localidad de Unanua y en donde encontramos como protagonistas de su curioso carnaval a los “mamuxarros”. Van vestidos de blanco con faja roja en la cintura. Cubren su cara con una careta metálica y llevan un gran pañuelo de colores por la cabeza y cuello. Cruzado en el pecho, un cinturón de cuero con cascabeles y esquilas que vienen de cuando los pastores y arrieros bajaban el puerto de Urbasa, y que sirven para alertar a vecinos y visitantes de su inquietante presencia.

Van provistos de sus enigmáticas máscaras metálicas llamadas “katola” cuyo origen desconocemos. También portan largas varas de avellano de más de 2 m y medio de largo, con las que amenazan y pegan a quienes encuentran a su paso. Las máscaras están forjadas en latón o hierro, y sujetas con pañuelos a la cabeza, adaptadas perfectamente al relieve de la cara de quienes la portan y son el elemento más ancestral y curioso de este carnaval. Los mamuxarros se hacen acompañar de otras criaturas, no menos pérfidas que ellos, que les van a echar una mano en su labor, pues van encontrando y delatando a los visitantes y público que están escondidos para que estos los vean y puedan darles con su vara.

Estos personajes “chivatos” por así llamarlos, son los denominados muttus o muttuak, (Que significa mudos). Son estrafalarios, vestidos con colores vivos y en ocasiones con ropa de mujer, pero a diferencia de los mamuxarros, no llevan cascabeles, para no ser oídos ni delatados y de ahí su nombre de muttus, los mudos.

Siguiendo nuestro viaje, vemos que en otros lugares, celebran al acabar el martes de carnaval el entierro de la sardina, simbolizando el triunfo de la alegría sobre la seriedad. Pues llega la cuaresma donde la carne, al menos los viernes debe sustituirse por el pescado. Y hay muchas más costumbres, en Tafalla por ejemplo el martes de carnaval se quema al coronel liberal Lagunero, que solía estar colgado en el centro de la ciudad durante todo el carnaval.

Saltamos hasta Bera de Bidasoa, donde hombres y mujeres intercambian los papeles. En el desfile, ellos se visten de nodrizas con muñecos de bebés y ellas de pastores y de esta guisa desfilan en parejas por las calles de la localidad. Este año, desfilaron 66 parejas y a ellos se les une la comparsa de caldereros.

Que hablando de caldereros… quiero hacer mención también a la fiesta de caldereros que se celebra en Pamplona por carnaval, recordando a las comunidades gitanas que vendían sus productos en Pamplona por Carnaval o arreglaban los calderos.

Los Danzantes de San Lorenzo e Iruña Taldea, junto con los gigantes de fuego y los zaldikos, recorreren las calles de la ciudad con un desfile colorido, musical y festivo y que contagia la alegría de este tiempo a pamploneses y visitantes.

Saltamos hasta el sur y llegamos a Cintruénigo donde los cirboneros, cuando llega el carnaval, encarnan a unos personajes llamados “Zarramueskeros”. Personajes que se visten de forma estrafalaria y con máscara blanca, para turbar la paz de todos los vecinos untándoles con harina, azulete y quien más suerte tenga, con polvo de alabastro. Eso sí, únicamente a quienes no lleven máscara, así que si quieren ir a verlos y salir limpios, ya saben qué deben llevar.

Y a parte del carnaval urbano que se celebra en muchos pueblos de Navarra, igual algún otro carnaval peculiar y propio de algún rincón de nuestra comunidad me he dejado, pero quisiera terminar nuestro viaje carnavalero por Navarra, con la última parada en Lanz.

El carnaval de Lanz, tal y como hoy lo conocemos, tiene su origen en el afán de los hermanos Pío y Julio Caro Baroja por recuperar una fiesta que, con la guerra civil, había sido prohibida como en muchos lugares. Ambos se documentaron en los testimonios de las gentes de mayor edad de la villa, y en 1964, gracias a la colaboración de José Esteban Uranga, consiguieron el permiso del Gobernador Civil para organizarla y grabarla en una película documental de 10 minutos titulada: "El Carnaval de Lanz".

El carnaval de Lanz, quizá sea el carnaval rural más famoso o más conocido de Navarra. Además es el que primero se recuperó después este documental que hemos citado. Sus personajes son Miel Otxin, del que seguramente todos hemos visto alguna vez el muñeco, Ziripot, el Zaldiko, los Arotzak, (que son los herreros) y Txatxo que sería la representación del pueblo de Lanz.

Su origen es el resultado de una antigua leyenda que existe tanto en la propia villa como en otros pueblos de alrededor, de la cual se forjó un cuento y entre el cuento y la leyenda, nació el carnaval de Lanz.

Cuentan que un famoso y temido bandido que vivía en Lanz, era conocido como Miel Otxin. (este no era su nombre real, sino que se le conocía así porque en uno de sus atracos llegó a robar mil ochines, una moneda que circulaba en Navarra en esa época). Los vecinos, al saber esto, deciden tramar un plan para dar captura al bandido. Los vecinos, por temor a posibles consecuencias, acuerdan ir vestidos con ropas viejas, harapos y enmascarados con trapos, pañuelos, visillos e incluso máscaras, todo esto con el propósito de prevenir que si fallaban en la emboscada, no fuesen reconocidos por el bandido. Finalmente, consiguen apresar a Miel Otxin. Sería Ziripot (definido como el hombre más fuerte del pueblo) quien se encarga retenerlo y amordazarlo para finalmente ejecutarlo. Los vecinos se quedan a Zaldiko (el caballo de Miel Otxin), deciden herrarlo, domesticarlo y quedárselo como bien para el pueblo, de modo que fuesen compensados los destrozos y males cometidos por el bandido. (Y aquí debo apuntar, que los protagonistas de la historia, fueron personas reales de las cuales se conocen con cierta seguridad la identidad).

Por otro lado existe un cuento de carnaval en el que la fantasía cobra protagonismo hablando de Miel Otxin como un gigante que atemoriza y abusa del pueblo de Lanz quien debe rendirle pleitesía y darle todo lo que quiere. Y haciendo un gran resumen, sería únicamente con la unión de todo el pueblo cuando consiguen vencerle. Pero os recomiendo que investiguéis y busquéis este cuento porque es muy bonito.

Por eso ahora vamos a entender bien la función y representación de los personajes y el desarrollo de este carnaval, que en todo momento es acompañado por la música del txistu y tamboril. Miel Otxin, es un malvado bandido que es representado con un muñeco bastante grande, de unos 3 metros, con cara tosca, brazos en cruz, sombrero cónico con tiras de colores. Pantalón azul y camisa de lunares. Su cuerpo, es una estructura que está rellena de paja. Este muñeco es cargado por un mozo a hombros que hace de pies para el personaje. El lunes de carnaval es capturado y paseado por el pueblo a ritmo de chistu y tamboril mientras que el martes de Carnaval tras un nuevo paseo matutino y otro vespertino, es ejecutado y quemado en la hoguera, mientras los vecinos del pueblo bailan el zortziko alrededor de la misma.

Ziripot, vestido de sacos rellenos de hierba o helecho, es un personaje gordinflón que recorre las calles casi vagando porque no puede andar debido al sobrepeso, mientras que Zaldiko lo derriba al suelo continuamente a lo largo del recorrido.

Zaldiko es alegre y saltarín, una criatura medio hombre medio caballo, vestido con sus mejores galas, lleva un caballo en su cintura y derriba continuamente a Ziripot al suelo, quien tiene que ser ayudado por los vecinos a levantarse, pues debido a su gran volumen, no puede él solo.

Arotzak, son los herreros que con martillos y tenazas, ponen las herraduras a Zaldiko.

Es interesante destacar que, mientras todos los miembros de la representación se reúnen y salen desde la Posada, los herreros lo hacen desde una casa particular y no realizan el recorrido completo, sino que actúan en dos puntos concretos del recorrido capturando a Zaldiko para herrarlo. Y por último, Txatxo, que es la representación de la población de Lanz. Van enfundados en pieles de animales, ropas viejas y coloridas o sacos, portando escobas de paja y con la cara tapada con telas blancas o encajes de visillo. Llevan gorros cónicos con cintas de colores y sombreros de paja. Chillan, hostigan y arremeten a todos los presentes en la singular representación. Pero en especial a Miel Otxin que a pesar de que se escapa corriendo y se esconde varias veces, lo consiguen capturar todos unidos, dando con ello una lección de unidad y haciendo referencia a aquello de que “pueblo unido, jamás será vencido”.

El carnaval de Lanz en Raíces, de TVE.

Alberto Magán-Ciérvide ha querido quedarse con esto último: “Que siempre seamos un pueblo unido para tener fuerza y trabajar juntos por mantener nuestras tradiciones, nuestra música y folclore. Unidos para tener fuerza y ser capaces de defender y divulgar nuestra rica historia, que como hemos visto una vez más, tiene un valor incalculable”.

Por último ha agradecido a todos los que lo hacen pues entre todos dejaremos una buena herencia y seguiremos escribiendo páginas de oro en el gran libro de nuestro folclore navarro.

“¡Feliz Jueves! Y ¡Feliz Cuaresma!”

Temas relacionados