MEDIOAMBIENTE

La ley Foral de Cambio Climático y Transición Energética: papel mojado

Julen Rekondo, premio nacional de Medioambiente, califica esta ley como papel mojado después de dos años de su aprobación por unanimidad

Fermín Astráin

Publicado el - Actualizado

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El 22 de marzo se cumplen dos años de la aprobación de la Ley Foral de Cambio Climático y Transición Energética en el Parlamento de Navarra por unanimidad de todos los grupos políticos, y el 2 de abril entró en vigor, tras su publicación en el Boletín Oficial de Navarra. Pero en estos dos años prácticamente muchos de sus artículos o normas no se han puesto en marcha.

Julen Rekondo, experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente.

El cambio climático constituye una de las mayores amenazas para el futuro de la humanidad. Si no se pone límite a las emisiones de gases de efecto invernadero, los efectos sobre la naturaleza, la economía y las personas serán catastróficos, y, por tanto, hay que redoblar los esfuerzos para su reducción.

El Sexto Informe del Panel Intergubernamental de científicos sobre el cambio climático de Naciones Unidas (IPCC), hecho público a lo largo de 2021 y 2022, viene a decir que estamos en casi una de las últimas tentativas para hacer frente a la crisis climática y que es necesario apostar por otro modelo, donde progresivamente se abandonen los combustibles fósiles.

“Si se quiere mantener la temperatura a 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, será necesaria una reducción profunda, rápida y sostenida de las emisiones de gases de efecto invernadero en todos los sectores durante esta década, señala el informe. Para que este objetivo tenga alguna posibilidad de alcanzarse, las emisiones deben reducirse ahora y casi a la mitad de aquí a 2030”.

En lo que respecta a Navarra, esta situación que estamos viviendo está teniendo unas enormes repercusiones desde los ámbitos económico, social y ambiental. Refiriéndome al cambio climático, las cosas van mal.

Hace dos años, la Ley Foral de Cambio Climático y Transición Energética fue aprobada por el Parlamento de Navarra por unanimidad, y, aunque en su día y en esta sección de Cope Navarra, ya dije que esta norma no está a la altura de la crisis climática en la que vivimos, en la medida que la ley es insuficiente, poco ambiciosa y deja muchos de sus objetivos al desarrollo posterior de reglamentos, la vida en nuestra comunidad transcurre, tal y como lo dijo el pasado viernes Alianza Por el Clima como si no se hubiera aprobado la citada ley. En este sentido, la Alianza del Clima ha detectado 28 incumplimientos de la Ley, además de 18 posibles incumplimientos o indefiniciones de plazos en su aplicación.

Algunos de estos incumplimientos, además del aumento de las emisiones por encima de los objetivos marcados -según el inventario de emisiones del GN, las emisiones totales en 2021 significaron un aumento de 8,61% respecto a 2020-, tienen que ver con el cumplimiento del artículo 33 referido a la implantación sobre el territorio de instalaciones de parques fotovoltaicos en los que el Gobierno de Navarra debía de establecer reglamentariamente en el plazo máximo de 1 año, que ya ha pasado, los criterios bajo los cuales se detallen los suelos autorizables y prohibidos en los que pueda plantear esas instalaciones; con la aplicación de la norma “Fiscalidad ambiental” por la que “quién contamina, paga, pero quien contamina más, más paga”; con muchas más normas que llegan a la cifra de 28 incumplimientos, además, de 18 posibles incumplimientos o indefiniciones de plazos en su aplicación.

Tal y como están las cosas, ¿hay que esperar a los desastres para actuar en la mitigación, reducción de los gases de efectos invernadero a la atmósfera, y la adaptación, que se entiende como el proceso de ajuste a los efectos actuales y futuros del cambio climático?

En Navarra el cambio climático no es una cuestión de futuro, sino de ahora. Según los datos de Aemet en Navarra, la temperatura media ha aumentado 1,3 grados centígrados desde 1950, el número de días por encima de 30 grados ha aumentado aproximadamente un 200%. Y la precipitación invernal en la vertiente cantábrica ha disminuido un 20%.

Dos grandes riesgos, en mi opinión, vamos a tener en los próximos meses y años. Uno de ellos, los incendios forestales. Tal y como dijo recientemente en el Parlamento de Navarra, Peio Oria, delegado de AEMET en Navarra, “la Comunidad Foral tiene una proporción muy grande de masa forestal respecto a su superficie. Sabemos que lo que protege a nuestros bosques atlánticos y pirenaicos es un cierto contenido de humedad que hace difícil que se produzcan grandes incendios forestales. Pero poco a poco esto va a variar o está variando. En los hábitats de montaña sabemos que cuando el déficit de vapor de agua en la atmósfera rebase un cierto umbral relacionado con esa protección (lo que pronosticamos para los próximos veranos) no solo es probable que se produzcan grandes incendios forestales, sino que están garantizados, y esto no es relativo a la intencionalidad de descuidos o a la labor agrícola como origen de incendios, sino que la ignición llegará de una u otra forma.

Otro riesgo muy grande tiene que ver con el agua y su aprovechamiento. “Nuestra comunidad tiene dos climas muy diferentes y muchas veces la evolución y la distribución de la precipitación en la parte cantábrica y mediterránea van a ser muy dispares. Esto no excluye la posibilidad de que Navarra vuelva a inundarse de manera generalizada como a finales de 2021. Nuestra posición geográfica, en el cantábrico oriental, coincide con una trayectoria de borrascas y ríos atmosféricos que pueden impactar de lleno contra la Comunidad Foral. Es, además muy preocupante la temperatura actual del agua del mar en el Atlántico norte. Debemos ser muy conscientes de que van a llegar períodos en los que el abastecimiento esté comprometido. Las necesidades hídricas pueden ser especialmente críticas en determinados momentos del año”.

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