FOLCLORE

Navidad y Villancicos en Navarra

El musicólogo Alberto Magán habla del origen de los villancicos y trae alguno típicamente navarro

Fermín Astráin

Publicado el - Actualizado

8 min lectura

Nos ha llegado el invierno, el mes de diciembre y con él, las calles engalanadas, las luces de colores, los dulces típicos de la Navidad y los regalos. Pero falta una cosa para que la magia de este tiempo nos invada por completo. Esas melodías que inundan las calles, los hogares, las escuelas y los centros comerciales, llenando de alegría a mayores y pequeños. Esas tonadas con estribillos muy pegadizos y que a los niños les encantan. Los Villancicos. Pues sepamos cuál es el origen de esta entrañable tradición.

Los villancicos populares, como llamamos a las canciones tradicionales asociadas principalmente con la celebración de la Navidad, tienen una rica historia que se remonta a siglos atrás. Estas melodías festivas han evolucionado a lo largo del tiempo, fusionando diversas influencias culturales y adaptándose a diferentes regiones del mundo.

Los villancicos tienen sus raíces en la música medieval, donde inicialmente no estaban relacionados exclusivamente con la Navidad. La palabra "villancico" proviene del término español "villano", que significa campesino. Estas composiciones eran inicialmente canciones simples y a menudo humorísticas que reflejaban la vida rural. Es decir, los villancicos nada tenían que ver con la Navidad en su origen.

Aunque hay que apuntar que algún villancico de temática religiosa encontramos en la catedral de Pamplona, donde se cantaban en ocasiones para el baile de “Los Seises” en la festividad del Corpus, con letra alusiva a la exaltación del santísimo sacramento.

Con el paso del tiempo, los villancicos se asociaron ya de forma más regular con las festividades religiosas, especialmente con la celebración del nacimiento de Jesucristo.

Esto es así, porque los villancicos, tenían un estilo y un ritmo que era muy pegadizo y fácil de memorizar por la gente llana del pueblo, por lo que la iglesia, vio en el villancico una fórmula perfecta para difundir y propagar su mensaje y cantar así a ritmo de villancico, las glorias de Dios y en concreto a su nacimiento.

Además de componer algunos villancicos inspirados en la figura de Jesucristo o de la Virgen, se extendió también el recurso de sustituir la letra profana de algún villancico que ya sabía la gente, por una letra sagrada con la indicación de "cántese al son de" o "al tono de", seguido del título de algún famoso villancico de la época. Como pasa ahora algunas veces con las jotas, que se hacen letras nuevas pero se cantan con las tonadas de otras ya existentes, para que la gente las aprenda más rápido y fácil.

El éxito de esta nueva modalidad llevó a la jerarquía eclesiástica a oficializarla y a permitir que los villancicos de temática religiosa se fueran interpretando poco a poco en las iglesias como parte de la liturgia.

Durante la Edad Media, los villancicos que se interpretaban en las iglesias y en las plazas públicas, se acompañaban de instrumentos como la vihuela o la guitarra y percusiones simples que todavía hoy perduran, como la zambomba, los palillos, el almirez o “los huesicos”. (Instrumento construido con huesos del menudo de cordero, se colocan como los travesaños de las vías del tren, se unen con sarmientos cortados en luna menguante para que no se rompan y que se rozan rítmicamente con una castañuela).

Ya durante la época del Renacimiento, los villancicos experimentaron una transformación importante. Muchos compositores eruditos comenzaron a escribir villancicos en latín y en otros idiomas europeos siendo interpretados en cortes reales y ambientes aristocráticos, lo que contribuyó a su difusión y popularidad. Con la llegada del Barroco, los villancicos adquirieron una mayor complejidad musical y armónica. Compositores como Francisco Guerrero y Tomás Luis de Victoria crearon villancicos polifónicos que destacaban por su belleza artística, pero era muy difíciles de interpretar, por lo que los villancicos populares siguieron siendo la parte esencial de las celebraciones navideñas en todo el mundo.

Durante los siglos XVIII y XIX, los villancicos se extendieron a nuevas tierras a medida que exploradores y colonizadores llevaron consigo sus tradiciones musicales. Estas canciones se adaptaron a las influencias culturales locales, fusionándose con ritmos y estilos autóctonos.

En el siglo XX, los villancicos populares siguieron evolucionando, influenciados por géneros musicales contemporáneos. Se han creado arreglos modernos y podemos escuchar villancicos con estilos como el jazz, el pop y el rock. Artistas de renombre internacional, como José Feliciano con su famoso "Feliz Navidad", han contribuido a la difusión global de los villancicos.

Hoy en día, los villancicos populares siguen siendo una parte integral de las celebraciones navideñas en todo el mundo. Aunque han evolucionado a lo largo de los siglos, estas canciones atemporales siguen siendo una expresión musical única que une a las personas en torno a la esencia festiva de la temporada.

Y visto un poco el origen, vamos a hablar un de los villancicos y la Navidad en Navarra.

Los villancicos navarros son expresiones musicales que reflejan la rica tradición cultural de la región. Tenemos una gran colección de “Villancicos jota” que sin duda suenan en muchos de nuestros pueblos como el famoso “ Con guitarra y la jota, a Belén va un navarrico…” de José Menéndez, “El cantarico” de Manuel Turrillas y de muchos otros autores como Felicio Murillo o Carricas.

Pero la música navideña en Navarra va más allá. Son días que podemos escuchar por la calle a los Auroros anunciando el día de Navidad, año nuevo o reyes.

Muchas corales navarras, cantarán en sus parroquias la famosa misa Pastorela de Sagastizábal. Todo el mundo recuerda ese famoso “Hossanna in excelsis…” que se acompaña con pandereteas, zambombas, castañuelas y pajaricos.

Por cierto, recordemos que esta misa es tan alegre y tiene tanto acompañamiento musical, que estuvo prohibida muchos años, porque la gente en los coros se ponía a bailar ( sobre todo n el final del número 1 del gloria). Es una misa que se canta mucho también en el País Vasco y en Asturias.

También se celebran conciertos de navidad y rondas de villancicos donde se escuchan muchas veces los verdaderos villancicos populares y aunque cada vez menos, sé que en algún sitio todavía se sale a “pedir el aguinaldo”. Preciosa tradición.

Navarra que musicalmente es tan rica y tiene tanta historia, conserva villancicos antiguos cuyas letras suelen ser en lengua vasca o castellana, reflejando la diversidad lingüística de la región. Muchas de estas canciones tienen un fuerte arraigo en la tradición oral, transmitiéndose de generación en generación.

Por ejemplo: El villancico de “Perogrullo”, Bienvenido a nuestro valle, villancico valdrosbés, Oi Betheleem, Mesías Sarritan, Hator, hator o la canción del Olentzero, que aunque no es estrictamente un villancico en el sentido tradicional, "Olentzero" es una figura folklórica vasco-navarra asociada con la Navidad. La canción que lleva su nombre, cuenta la historia de Olentzero, un personaje carbonero de profesión, que trae regalos a los niños en Nochebuena y que tiene aire de Zortziko, para más arraigo con nuestra tierra. También, aunque no es un villancico sino una nana, se canta mucho el “Aurtxo polita” y además con emoción.

Y un villancico muy popular y de origen navarro, vamos a hacer un breve repaso viendo de dónde vienen algunos de nuestras villancicos más populares. Es es el famoso “Ay del chiquirritín…”.

La Marimorena, es madrileño. En Belén tocan a fuego, de castilla y león. Ya se van los pastores a la Extremadura, de Extremadura. Ya vienen los reyes, de Aragón. Hacia Belén va una burra de Castilla La Mancha. Los campanilleros, de Andalucía. Dime niño de quién eres, de Murcia…

Y aunque posiblemente, dos de los villancicos más bellos que existen y nos emocionan siempre son el “Noche de Paz” traducido a 330 idiomas y “Adeste Fideles”, a cada cual, nos emociona aquel villancico que nos recuerda a personas que queremos mucho y a veces ya no están, o nos evocan a nuestra tierra o una época feliz o simplemente nos hacen regodearnos y disfrutar de estos momentos entrañables de la Navidad, como me pasa a mí, cuando escucho la introducción de nuestra Aurora de Navidad y su nació, nació pastores que en ese momento dices… es Navidad y estoy en casa y no puedes evitar la emoción de sentir ese sabor de nuestra tierra.

Y como siempre, quiero agradecer a todas las personas que han recopilado a lo largo de la historia los villancicos en cancioneros para que hoy, podamos conservarlos y tenerlos. También a aquellas personas y agrupaciones que siguen cantándolos, dándoles difusión y a los musicólogos que siguen investigando sobre estas tradiciones musicales para sabe siempre más. También quiero felicitar desde aquí a la Coral Olitense, que el próximo 26 de diciembre comienza su 40 aniversario con un concierto de villancicos, interpretados por 5 coros en la iglesia de San Pedro a las 19.30h y que no podemos perdernos. ¡Felicidades! Y a seguir.

Pues bien, ya vemos que la historia de los villancicos es un viaje fascinante a través de los siglos, desde sus humildes raíces medievales hasta la actualidad. Han resistido la prueba del tiempo, adaptándose a diferentes contextos culturales y musicalmente transformándose sin perder su esencia festiva y popular. A través de su evolución, los villancicos populares nos han dejado una marca perdurable en la música y la celebración de la Navidad, recordándonos la conexión entre la religión, la devoción, la tradición, la cultura y la alegría compartida durante esta época del año y que sin duda, enriquecen y mucho nuestro folclore navarro.

¡Feliz Navidad! Y ¡Que no falten los villancicos!