CULTURA

Folclore navarro: Las Almadías

Alberto Magán-Ciérvide, musicólogo, repasa un elemento más de nuestro folclore

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Floclore navarro: Las Almadías

Fermín Astráin

Publicado el - Actualizado

10 min lectura

Mañana 11 de noviembre es el día de San Martín y en Navarra siempre ha habido tradición de matar el cerdo haciendo honor a ese refrán de “a cada cerdo le llega su San Martín”. Día de fiesta, sobretodo en muchos caseríos, donde era jornada de reunión familiar y de amigos. La gente se juntaba para matar al cerdo o al cuto, quemarlo, hacer las morcillas, las chistorras, los chorizos, poner a curar los jamones y aprovechar todo del animal, porque como decimos en mi pueblo, el cerdo tiene bueno hasta los andares. Y como no, disfrutar de una buena comida.

Y recordada esta tradición, ya extinguida, en el programa de hoy, vamos a hablar de algo muy navarro: Las Almadías.

(meter aquí la jota ¿?¿?)

Las almadías son unas balsas formadas por varios tramos de maderos atados entre sí.

Algo que en su origen, era un medio de transportar la propia mercancía que se iba a vender, aprovechando los ríos, o incluso funcionaban como medio de transporte, hoy enriquece nuestro folclore, pues es parte de nuestra identidad, nuestra cultura y nuestra historia. Hasta tal punto, que todos los años, se celebre en Burgui, en el Valle del Roncal, la fiesta de “Las Almadías” ensalzando así su historia y a las gentes de nuestra tierra que han trabajado en ellas y por ellas.

Como decíamos al comienzo, una almadía es una balsa formada por varios tramos de maderos o troncos, de la misma longitud y atados entre sí con jarcias vegetales, generalmente ramas nuevas de avellano, mimbres silvestres, etc. Podían tener varios tramos y se colocaban una especie de remos en la punta y en la parte trasera, denominada zaga cuya misión es dirigir o conducir la balsa por el cauce del río.

De esta palabra, “Zaga”, con la que se denominaba la parte trasera de la Almadía, deriva luego entre otras, la palabra rezagado, que significa quedarse atrás.

En los valles pirenaicos navarros, Roncal, Salazar y Aézcoa, nos encontramos que el aprovechamiento de los bosques ha sido desde tiempos inmemorables la principal fuente de ingresos para sus vecinos y sus ríos la forma y medio de transportar la madera hasta los lugares donde podía ser vendida para su trabajo y transformación.

Con esta madera, se construía el propio medio de transporte formando lo que llamamos ALMADÍAS.

Vamos a ver su preparación, a ver si conseguimos hacernos una idea de cómo se hacían.

El trabajo de la preparación de la almadía empieza en los propios bosques con la tala de los árboles. Una vez cortado el árbol había que destajarlo o limpiarlo, cortando primero las ramas que apuntan hacia arriba y después las de abajo, que hasta ese momento, ejercen de soporte.

Una vez destajado el árbol, quedando el tronco libre de ramas, se estudian las diversas posiciones para ser cortado o dividido correctamente en varios maderos que oscilan entre 4 y 6 y metros y medio.

Estos maderos, se medían en varas. La vara, era una unidad de medida. En la actualidad, una vara equivale a 80 centímetros.

Dependiendo de su longitud, los maderos pueden denominarse como decén si miden cinco varas, docén si miden seis varas, catorcén de siete varas y secén de ocho varas. Los de medidas superiores, ya unos señores troncos, se denominan aguilones cuando medían lo equivalente hoy a 8 metros y velas si medían entre 8 y 12 metros.

Generalmente, se trasportaban pinos, pinos abetos y alguna vez hayas, pero siempre mezcladas entre los pinos.

Volviendo a la construcción de la Almadía. Una vez está el árbol destajado y tronzado se procede a escuadrar el tronco que debe estar bien asentado, operación nada fácil debido a la inclinación del suelo, porque recordemos que esto se hace en el monte donde se talan los árboles.

Escuadrar el tronco, es marcar el tronco con un cordel impregnado en carbonilla. Se extiende a lo largo del tronco, en ambos costados. Se pizca y al pegar en el tronco, deja marcada una línea recta perfecta de arriba abajo. De esta forma queda preparado el tronco para ser tallado o labrado a escuadra, una tarea reservada a los más expertos de la cuadrilla, pues deben dejar el tronco niquelado para que case bien con el resto a la hora de hacer la balsa.

Terminada la tarea por los dos primeros lados del tronco se da la vuelta a este para repetir la misma operación por los otros dos lados.

Una vez preparados los troncos hay que sacarlos del bosque: bien pueden deslizarse monte abajo aprovechando la fuerza del agua de los barrancos, modalidad del barranqueo, o bien es necesario optar por una solución más lenta, la tracción por medio de machos o mulas. Es necesario equipar a los machos con un grueso collarón de cuero del que parten unas cadenas que mediante cabos se enganchaban al madero por los clavillotes o bien taladrando el tronco con una barrena y pasando un cabo por el agujero. De esta forma se traslada la madera hasta la orilla del río, hasta el atadero, lugar donde se arman las almadías.

Y seguimos con el montaje. Para armar la almadía en el atadero, hay que taladrar los troncos en los extremos con una barrena, para así poderlos unir entre ellos por medio de jarcias vegetales, que hacen las veces de cuerda. Se forman tramos de entre cuatro y cinco metros. Este es un trabajo delicado ya que se debe conseguir que la almadía tenga una buena estabilidad..

Una vez preparados los tramos se deslizan al río en donde se ensamblan cuatro o cinco y hasta siete según el grosor de la madera.

Ensamblada la almadía se dota a esta de una pieza llamada el “ropero”, un lugar elevado del que se cuelga la ropa y las alforjas con viandas para que no se mojen en el recorrido por los ríos. Igualmente se le colocan los remos y estaría lista para su viaje.

Generalmente iban en la Almadía un mínimo de cuatro personas para manejar los remos. Debían tener buen equilibrio, tener fuerza y estar ágiles, pues había que manejar los remos, evitar caerse de la Almadía cuando hubiera saltos o la corriente la desequilibrara y en las bajadas, había que agacharse sin soltar los remos y aguantando la fuerza del agua.

Vemos que sin duda, era un trabajo de riesgo y para el que hacía falta tener “arte” tanto para hacer la Almadía como para guiarla.

Son numerosos los recorridos que por el norte de España se ha hecho con las Almadías, pero vamos a repasar el que se llevaba a cabo desde Burgui hasta Zaragoza según el testimonio de Eusebio Tolosana, natural de Burgui y que lo explica en un documental grabado por los hermanos Caro Baroja. El viaje se hacía bien para llevar la madera o en ocasiones como transporte. Se hacían varias etapas. La primera de Burgui a Sangüesa. La segunda de Sangüesa a Carcastillo, de Carcastillo a Milagro, de Milagro a Tudela, de Tudela a Alcalá de Ebro, de Alcalá a Monzalbarba donde se hacía noche y al día siguiente de Monzalbarba a Zaragoza.

La vuelta, ya se hacía en transporte animal, en carro o ya en el siglo pasado, en tren.

Y con el paso de los años, el oficio de almadiero, ha pasado del olvido a ser una Fiesta de Interés Turístico Nacional, que tiene lugar todos los años en primavera en Burgui. Consiste en el descenso de varias almadías por el río Esca durante un recorrido que termina en el puente medieval de la localidad Navarra de Burgui tras el salto de la presa.

El descenso de las almadías se complementa cada edición con una serie de actos culturales, deportivos o folklóricos como exposiciones, actuaciones musicales, danzas tradicionales, ferias de artesanía, comida popular, proyecciones audiovisuales, teatro, deporte rural, bailables…

En cada una de las ediciones se rinde homenaje con la entrega de la «Almadía de Oro» a diversas personalidades e instituciones del mundo de la cultura, el deporte o las ciencias.

Hay que señalar que en Burgui, se encuentra el museo de la Almadía donde se explica y puede verse por proyecciones, objetos y fotografías todo lo relacionado con las almadías. Es un museo digno de ver. Y como curiosidad, citar que existe una Asociación internacional de almadieros y navateros, al a que pertenece la Asociación Cultural de Almadieros Navarros es junto con otras veinte asociaciones de Aragón, Cataluña, Francia, Italia, Canadá, Alemania, Austria, Noruega o Finlandia, cada una de ellas representante de una zona con tradición en la explotación forestal y el transporte fluvial de la madera.

Sus objetivos son el estudio y la difusión de los antiguos sistemas de transporte fluvial, de la vida y de las costumbres de los almadieros, el fomento de la amistad y de la cooperación de sus miembros y la puesta en común de las diferentes técnicas empleadas para la construcción de las almadías.

Para el resto de lugares del mundo donde existe o ha existido la tradición almadiera imagino que será una pieza importante de su historia, pero desde luego que para Navarra lo es y ahora con su estudio y su exaltación, forma parte y enriquece nuestra historia, cultura y folclore navarro.

Y buena prueba de ello es que hasta el repertorio jotero de Navarra le dedica una jota a los valientes almadieros, titulada “Hay silencio en el Irati” y que hemos escuchado al inicio del programa.

Y bueno, me gustaría terminar con una anécdota histórica y es que la Almadía, ha sido transporte “Real” pues en ella viajó la reina Doña Blanca de Navarra desde Sangësa hasta Zaragoza, para dar gracias a la Virgen del Pilar por un milagro que le había concedido.

Ocurrió en el Castillo de Olite, corte de los reyes navarros, allá por 1443. Según se cuenta, la soberana falleció víctima de una terrible enfermedad. Permaneció muerta durante más de tres horas y, repentinamente, en presencia de todos sus familiares, se levantó y pronunció estas palabras: "Santa María del Pilar, Bendita seáis, pues me habéis guardado y tornado de muerte a vida". Según declaró después, la Virgen María se le había aparecido en el tránsito hacia la muerte y le dijo "Sirvienta mía doña Blanca, arrimaos a este Pilar y tendréis salud”. Y así fue, pues doña Blanca llegó a Zaragoza para ofrecer una novena a la Virgen y fundó la Orden de caballeros y damas de Nuestra Señora del Pilar cuyo lema desde entonces es precisamente: "A ti me arrimo" y que conserva su sede en la iglesia de San Nicolás de Pamplona.

Cuando la soberana llega a Zargoza, había habido un incendio en la basílica gótica y entre otras cosas, se había quemado la imagen de la Virgen que se hallaba sobre el pilar sagrado. Doña Blanca, disgustada por la circunstancia, se desplazó hasta Daroca, donde le encargaría al escultor Juan de la huerta una imagen de la Virgen María para ponerla sobre el Pilar, sustituyendo a la que había ardido. Parece ser, que la reina, ejerció como modelo para el escultor, plasmando así en la imagen, la presencia de la reina con sus vestidos y corona.

Aquella imagen, tallada en la primera mitad del siglo XV, es la que actualmente se venera en la basílica del Pilar, sobre la sagrada columna. La imagen que regalara Doña Blanca de Navarra tras desplazarse hasta Zaragoza en Almadía y por eso, me atrevo a decir, que la Virgen del Pilar, es “navarra”.

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