La importancia de los ríos para las ciudades explicada con el Parque del Arga de Pamplona

Enrique Maya explica la importancia que tiene el Arga en Pamplona y cómo se logró realizar el parque

Alberto Sanz

Pamplona - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

      
      
             
      

Enrique Maya, que ha sido en dos legislaturas alcalde de Pamplona, explica en COPE Navarra la importancia de los ríos para las ciudades. Lo hace con el equipo del Parque del Arga que tiene la capital navarra.

La web del Ayuntamiento de Pamplona describe el Parque Fluvial del Arga

El Parque Fluvial del Arga, con su millón de metros cuadrados, constituye una de las zonas verdes más importantes de la ciudad. Su discurrir paralelo al curso del agua recorre los puentes históricos más importantes: Magdalena, San Pedro (el más antiguo de Pamplona), Rochapea y Santa Engracia. Los meandros se alejan y acercan a la ciudad, configurando un paseo de alto valor paisajístico para caminantes, cicloturistas e incluso aquellos que practican deportes de remo.

El ambiente urbano de intramuros contrasta con la flora autóctona recuperada y el entorno campestre. Durante el camino se pueden identificar fresnos, sauces, alisios, tilos o endrinos, que conforman un entorno ideal a pocos metros del Casco Antiguo. En la ribera del río también habitan especies de mamíferos, como la ardilla, la nutria o el castor.

Este paseo es una buena forma de observar la ciudad desde el exterior de sus murallas. Se puede recorrer a pie o en bici, íntegramente o solo alguno de sus tramos. Sus merenderos son un sitio perfecto para disfrutar de un buen día de campo sin alejarse de la ciudad.

Las riberas de los ríos

      
             
      

Las riberas del río son el lugar preferido de los pequeños mamíferos para vivir.

La ardilla: No es difícil de ver. Es un pequeño roedor que se mueve con gran agilidad en los árboles usando como contrapeso su larga y peluda cola.

La nutria: Al nadar saca solo la cabeza manteniendo el cuerpo hundido. Este pequeño animal es capaz de recorrer en una sola noche hasta diez kilómetros para alimentarse.

      
             
      

El castor: Es un ingeniero fluvial y rejuvenecedor de los bosques de las riberas. Si al atardecer te quedas en silencio en un puente quizás lo puedas ver. Bucea muy bien y puede permanecer en el agua hasta 15 minutos.

Algunas aves que sobrevuelan la ciudad y conviven con nosotros

El “cernícalo vulgar” es el principal enemigo de gorriones y otros pequeños pájaros. Destaca su habilidad para aprovechar las aves enjauladas que quedan a su alcance en balcones y ventanas, siendo devoradas in situ.

      

En mayo o junio es frecuente escuchar al comienzo de la noche un sonido agudo y constante, repetido cada pocos segundos, en parques y avenidas arboladas. Es el reclamo del “autillo europeo", pequeña rapaz nocturna que, cuando se acerca alguien, se calla y no se mueve.

El vencejo come y duerme sin dejar de volar. Le gusta vivir en las ciudades. En Pamplona está entre mayo y agosto.

Al mirlo común le gusta dar saltos sobre la hierba y canta al atardecer, con extraordinarias notas aflautadas.

El petirrojo es rechoncho y reconocible por su babero rojo-anaranjado.

Reconocerás al verdecillo porque es amarillo limón y los solemos ver en la parte alta de los árboles.

El milano real es una de las aves rapaces diurnas más fácil de diferenciar por su color anaranjado. Tiene una envergadura de 170 centímetros. Sobrevuela la ciudad como un centinela en busca de otras aves y de roedores.

Cormorán: Se la puede ver en vuelos rápidos sobre el río, zambulléndose totalmente en el agua en busca de peces. Permanecen mucho tiempo en las orillas y posaderos con las alas abiertas para secarse.

Garza común: De cuerpo esbelto y largo cuello y patas, se queda quieta asemejando una estatua. En el Imperio Romano su grito se asociaba a que iba a ocurrir algún suceso importante.

Las cajas nido

En el parque de La Taconera, la Vuelta del Castillo, Yamaguchi y Paseo fluvial hay instaladas cajas nido para atraer la población de aves. Las hay para cernícalos, autillos y pequeños pájaros herrerillos y carboneros.