Milagros Rubio dedica unas palabras a su hermana Fefa tras su fallecimiento: "Una Gran Mujer"

Fefa era generosa por encima de todo, dentro y fuera de la familia. Como tantas niñas nacidas en la posguerra, empezó a trabajar a los 14 años. Le gustaba la historia. Devoraba libros de ensayo y novelas. Cantaba a su hermana pequeña canciones de época para dormirla. Quería tener alrededor en Navidad a su queridísimo Sesma, a toda su prole, a sus hermanos y hermanas, sobrinas y sobrinos. Pero no solo amaba a su familia. Amaba al prójimo.

Echaba una mano a quien lo necesitaba. Tampoco se limitaba a la ayuda personal que ofrecía, trabajaba para cambiar las cosas y lograr un mundo más humano. Bien lo saben quienes estuvieron con ella en la Asociación de madres y padres de Griseras o en la Asociación de Vecinas de ese barrio o en el comedor de Villa Javier y el Capacico o en la Asociación de Jubiladas y Jubilados Albea. Tampoco olvidamos su participación Marcha tras Marcha por el desmantelamiento del polígono de tiro de las Bardenas y las comidas posteriores en las que desplegaba su arte culinario y donde hacía hueco para cualquier comensal. Fefa fue una de esas mujeres que regalaban amor y protección a quien lo precisaba, doy fe de ello. De esto podría decir cientos de cosas, tanto en lo que personalmente me atañe como en lo colectivo.

Quede este recuerdo público para quien mereció mucho más. Fefa es imborrable. Nuestro corazón está henchido de ella. Nunca la olvidaremos.

Te queremos, Fefa, hermana, compañera, gran mujer.

Milagros Rubio

Tudela, 9 de abril de 2025