PSICOLOGÍA

Alfonso Echávarri, psicólogo: "Quien no se haya decepcionado, que no se preocupe, que va a saber en poco qué es esto”

Las expectativas poco realistas suele ser la principal causa de que lleguen las decepciones

Fermín Astráin

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¿Quién no se ha llevado alguna vez alguna decepción? Con una compra, con una exposición, con alguna expectativa en la vida, con alguna persona...

La decepción es una emoción universal que todos, absolutamente todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas. “Es una realidad. Quien no se haya decepcionado hasta ahora, que no se preocupe, que va a saber en poquito qué es esto”, indica Alfonso Echávarri, director técnico del Teléfono de la Esperanza.

Surge cuando las expectativas que depositamos en algo o alguien no se cumplen, generando un sentimiento de frustración, tristeza o incluso pérdida. Esta decepción puede ser provocada por no lograr una meta personal o por alguna interacción con alguna persona.

¿Cómo llegan las decepciones?

Principalmente, las decepciones llegan por no poner las expectativas justas, por tener “expectativas muy poco realistas”. Sin embargo, también podemos vernos defraudados por personas. “A veces, nos sentimos decepcionados por personas. Igual es una falta de comunicación, porque igual estamos esperando que otras personas procedan del modo que a mí me gustaría, pero sin comunicárselo. Este es un mal muy extendido, muy frecuente”. En muchos conflictos, se espera que “los demás se den cuenta de lo que nosotros necesitamos”. Por eso, Alfonso Echávarri asegura que es "muy buena costumbre empezar a decirle a las personas más cercanas” lo que esperamos de ellas, lo que necesitamos.

Por otro lado, otra decepción frecuente también suele ser frecuente que nos sintamos defraudados tras “depositar confianza en otras personas”. Alfono Echávarri asegura que en ese caso “igual no hemos fallado al otorgar esa confianza”.

Puede resultar una situación paralizante, pero también puede resultar importante en un proceso de aprendizaje. No obstante, si se padecen muchas decepciones habitualmente, “igual es una buena idea pensar en mirar hacia adentro”. Quizás haya que ver si siempre tenemos las expectativas demasiado altas, por ejemplo.