CAMBIO CLIMÁTICA

Ante la cumbre sobre el clima anual de Bakú (Azerbaiyán), ¿qué se está haciendo en Navarra?

Julen Rekondo, experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente, explica en COPE Navarra las clave de la cumbre y la situación de la Comunidad Foral

Alberto Sanz

Pamplona - Publicado el

5 min lectura

      
      
             
      

Hoy se inicia la cumbre sobre el clima anual (COP29) en materia de mitigación, adaptación y financiación que se celebra en Bakú, capital de Azerbaiyán bajo el paraguas de Naciones Unidas. Otra cumbre del clima es un país adicto a los combustibles fósiles, al igual que otras dos anteriores. De ello vamos a hablar hoy con Julen Rekondo, pero también, a otra escala mucho más local, regional, que se está haciendo aquí en Navarra para combatir el cambio climático

Ha llegado el momento del año en que casi 200 países se dan cita para debatir durante dos semanas qué hacer con la crisis climática en materia de mitigación, adaptación y financiación, entre otros temas. Del 11 al 22 de noviembre, la capital de Azerbaiyán, Bakú, será la sede de la COP29, la cumbre sobre clima anual celebrada bajo el paraguas de Naciones Unidas.

En los últimos años, las cumbres del clima han hecho más ruido por dónde se celebra y quién la dirige que por sus avances. La COP28, la última, se celebró en Dubái (Emiratos Árabes Unidos), y la COP27, en Sharm el-Sheij (Egipto). Es decir, con Bakú serán tres años seguidos donde la cumbre más importante para debatir sobre cómo afrontar el calentamiento global es organizada por un país altamente dependiente del petróleo y gas, dos de los combustibles fósiles del calentamiento global.

En el caso de Azerbaiyán, el petróleo y el gas representan más del 90% de sus exportaciones y el 60% de los ingresos del Estado, según la Agencia Internacional de la Energía. La Compañía Estatal de Petróleo de la República de Azerbaiyán (Socar) será la patrocinadora de esta cumbre, junto a sus socios fósiles, Socar, cuyo presidente ha formado parte del comité organizador de esta COP.

Esto, no obstante, no tiene por qué influir en las negociaciones. O, sí. El país anfitrión es el encargado de dirigir las negociaciones, por lo que es muy fácil y tentador llevar la conversación hacia un acuerdo de mínimos que no ponga en peligro tu imperio fósil. En la última COP, con un magnate de los combustibles fósiles al mando, no fueron pocas las polémicas en torno a su figura.

¿Qué se puede esperar?

La COP29 tiene como objetivo principal un tema que no termina de abordarse como debería: la financiación. Como explican desde Earth Negotiations Bulletin, especialistas en cubrir cumbres medioambientales, el resultado más esperado en Azerbaiyán es la definición de un nuevo

      
             
      

objetivo colectivo cuantificado sobre financiación climática. Este vendría a sustituir al actual y desastroso objetivo de 100.000 millones de dólares anuales que los países ricos debían aportar a los más pobres para llevar a cabo la adaptación a los impactos climáticos, y que está por verificar si se ha cumplido.

Otro de los puntos claves será ponerse al día con las contribuciones determinadas a nivel nacional (llamadas NDC, por sus siglas en inglés), es decir, los planes climáticos que cada país se comprometió a elaborar en virtud del Acuerdo de París. Los actuales, que vencen en febrero de 2025, están lejos de ser eficaces para limitar la temperatura por debajo de 1,5ºC, objetivo alcanzado en la C8umbre del Clima celebrada en París en 2015.

A tenor de las negociaciones previas (celebradas en junio), esta cumbre tendrá difícil arrancar un buen acuerdo sobre el Programa de Trabajo de Mitigación, que junto con la adaptación es la gran pata de la acción climática.

      
             
      

Y, en nuestra comunidad, ¿qué se está haciendo el Gobierno de Navarra ante el cambio climático?

Grandes declaraciones, pero muy poco más. En 2019 aprobó una Declaración de Emergencia Climática, que ha quedado en mera declaración. En 2022 las emisiones de gases de efecto invernadero, según el Ministerio de Transición Ecológica son en Navarra un 16% superiores a las de 1990 cuando según el artículo 1 de la Ley Foral de Cambio Climático y Transición Energética (LFCCTE), deberían ser para 2030 un 55% inferiores. Mal camino llevamos.

En 2022 el Parlamento aprobó por unanimidad la Ley Foral LFCCTE, que ha quedado convertida en otra mera declaración. Desde Alianza por el Clima de Navarra, se ha identificado que, tras dos años y medio de su entrada en vigor, hay 28 evidentes incumplimientos de la ley. Así, entre otros, se eluden obligaciones tan urgentes como remitir proyectos de ley de fiscalidad ambiental, delimitación y cartografía de áreas excluidas para instalación de renovable, reglamentos para la obligatoria instalación de renovables en edificios existentes y de nueva construcción, reglamentos el establecimiento de planes de movilidad, elaboración de planes energéticos en las administraciones públicas para reducción del consumo energético del 25% en 2027 respecto del año 2022, planes de educación ambiental formal y no formal, etcétera.

      

Alianza por el Clima reconoce tímidos avances, por ejemplo, en la elaboración de planes de alerta temprana ante inundaciones en algunos municipios, la política de ayudas públicas a la rehabilitación energética de viviendas, el pacto de alcaldías por el clima y la energía, pero considera como “retardista”, y en consecuencia “negacionista”, la acción del Gobierno de Navarra.

Por otra Navarra, no cuenta con un plan de adaptación al cambio climático. Durante 8 años se han elaborado informes, se han realizado proyectos pilotos en el marco del proyecto NADAPTA, pero no ha analizado todos los medios ni los sectores afectados por el cambio climático. No hay un plan de acción con un diagnóstico riguroso de los riesgos y la vulnerabilidad en todos los ámbitos. Es urgente que estas acciones preliminares cristalicen en un plan que nos proteja a la ciudadanía, a nuestro territorio de los posibles impactos del cambio climático, especialmente a las más vulnerables. Debemos evitar que una inundación, un incendio, una sequía (efectos que, según los escenarios de cambio climático, serán cada vez más frecuentes e intensos) tenga peores consecuencias en nuestras vidas por no haber planificado la acción preventiva y los adecuados protocolos de intervención. Lo hemos visto estos días desgraciadamente en el País Valencià y otras zonas, con la mortífera Dana.

Es urgente que este Plan de Acción para la Adaptación al Cambio Climático tenga una adecuada dotación presupuestaria en los Presupuestos Generales de Navarra y que el Gobierno de Navarra tenga la voluntad y la capacidad de ejecutarlos eficientemente. Los grandes desastres naturales tienen mucho menor impacto en vidas y coste económico en los territorios que han hecho los deberes.

Temas relacionados