Las historias personales que vivieron 60 estudiantes de Medicina en Paiporta: "Te enseñan un montón"

Marina Blanco y Cayetana Marhuenda fueron las promotoras de este viaje solidario para ayudar a los damnificados por la DANA

Fermín Astráin

Pamplona - Publicado el

4 min lectura

      
      
             
      

Cayetana Marhuenda y Marina Blanco son dos estudiantes de Medicina, de segundo y de cuarto curso en la Universidad de Navarra. En plenos exámenes se sentían con la necesidad de colaborar con la DANA en Valencia. Lo comentaron entre ellas y decidieron dar un paso al frente. Hablar con la Universidad de Navarra para poder ir a Valencia a ayudar en este puente de la Constitución. La respuesta fue inmediata y se les sumaron otros 88 estudiantes de Medicina. Con ayuda de la Universidad, prepararon todo y viajaron en autobús hasta Paiporta, sólo pudieron viajar 60 de los 90 que se habían apuntado. Y han pasado allí el fin de semana colaborando. 

Marina Blanco explica lo que se encontraron en un primer momento. “Entras a Paiporta y hay todo un descampado lleno de escombros, de barro. Eso es ya un primer shock, parece que estás en otro sitio, no parece España. Y luego entras en el pueblo y es verdad que, en general, las calles están más o menos despejadas. Hay alguna que tiene todavía bastante barro o escombros, pero en general está bastante despejado todo”.

UNAV

Los alumnos de medicina de la UNAV en Paiporta.

Sin embargo, Marina indica que la realidad se va viendo con el paso del tiempo. Y es una realidad mucho más cruda. “Hay muchos militares, ves colas de gente en los puntos de recogida esperando a que les den comida, a que les den ropa, a que les den todo lo que necesitan. Todos los días va muchísima gente a descargar agua allí”. El primer impacto no es tan malo, pero el “verdadero impacto te lo llevas cuando escuchas a la gente”.

“Cada vez vas entrando más en situación, te vas haciendo cada vez más cargo”. Ella pensaba que con todas las imágenes y todos los vídeos que había visto por las redes sociales y en la televisión, podía hacerse una idea de lo que se encontraría en Paiporta. Pero no fue así. “Mucha gente te dice, hasta que no llegues allí no vas a ser consciente de lo que están viviendo. Y es verdad”. Marina Blanco reconoce que las personas afectadas necesitan que les escuchen. “Es impactante cómo la gente habla, no hace falta preguntarles mucho para que te cuenten su historia. Cómo lo vivieron, cómo lo viven actualmente, cómo están”.

A Cayetana también le impresiona ver esas colas para buscar comida y bebida en pleno siglo XXI en España. “La gente ha pasado a estar necesitados, a esperar a que la gente les preste su ayuda, les done alimentos, agua... Hay gente que tiene colchones en los en el suelo para poder dormir, al lado hay a lo mejor hay un montón de barro. Impacta muchísimo”.

UNAV

Los universitarios han colaborado en la limpieza de garajes y calles, que siguen anegados de barro.

Allí, en Paiporta, han realizado básicamente labores de limpieza. Primero estuvieron en casa de Carmen, a quien ayudaron a limpiar la casa. Después, estuvieron junto a Juan, intentando recuperar su garaje. “Ves a un señor, hecho y derecho que piensas es superfuerte, acaba de limpiar su garaje, todos aplaudimos y, de repente, se pone a llorar. Te cuenta su historia, cómo ha estado trabajando por su garaje durante años y en minutos ha visto como se va todo al traste”.

      
             
      

Marina Blanco destacó la actitud de Carmen, “No lo vamos a olvidar y también te enseñan un montón. Carmen es que nos daba hasta de lo que no tenía. Estábamos trabajando y nos sacaba agua, zumos, galletas... El segundo día apareció con una bandeja de cruasanes y chocolate caliente, que había ido a buscar al único sitio del pueblo que está abierto. Es que esta mujer no tiene nada que comer, no tiene ni siquiera agua, tiene que ir todos los días a un punto a recogida y está pensando en los voluntarios que van a venir. Es impresionante cómo dan sin tener nada”. Y la experiencia de su nieto. “Estuvimos también hablando con su hija y con su nieto Marcos, de 11 años, que lleva todo el mes limpiando Paiporta. Su madre decía: este niño ha limpiado medio Paiporta”.

Cayetana Marhuenda indicó que en Paiporta se veía y se sentía desolación. Sin embargo, toda aquella gente también agradecía la humanidad que se vivía. Destacó la esperanza que demostraban con todos los voluntarios que siguen llegando a Valencia.

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