SUPERVIVIENTES DEL SUICIDIO

Ante el suicidio de su padre: “Hay respuestas que se llevaron ellos, que nunca vamos a poder responder”

El padre de Sara Pérez falleció hace diez años, ahora trabaja como psicóloga en la Asociación Besarkada de personas afectadas por esta muerte

Fermín Astráin

Pamplona - Publicado el

3 min lectura

      
      
             
      

En Navarra, en 2023 fallecieron 63 personas por suicidio. Un verdadero problema social que, en muchas ocasiones, no se ha querido tratar o se ha sido silenciado. Según Sara Pérez, psicóloga de Besarkada, la Asociación de personas afectadas por el suicidio, es debido al tabú que ha sido durante muchos años hablar del suicidio. “Hemos heredado desde hace muchísimos años el sentir al suicidio como un verdadero tabú. Nos da mucho miedo y nos da mucho susto darle un sitio y creo que tiene que ver con que es una muerte estigmatizada”. Esto, reconoce la propia Sara, “produce un profundo y doloroso sufrimiento”.

Este sábado, se conmemora, en Civican a las 11:30 horas, el ‘Día Internacional de las personas supervivientes al suicidio de un ser querido’. Esa es, sin duda, la otra pata de esta desgracia. Las personas que se quedan, que sufren la pérdida y que, en muchas ocasiones, no encuentran explicación ni consuelo.

Sara Pérez es, además, una de estas personas supervivientes desde 2014, cuando su padre decidió quitarse la vida. “El suicidio es una realidad totalmente silenciada y, por lo tanto, quienes vivimos una muerte por suicidio también lo estamos”. Por eso reconoce que es importante dar a conocer el dolor que sufren estos supervivientes.

Cedida

Sara Pérez, superviviente al suicidio de un ser querido

“El duelo por suicidio es un duelo especial, es un duelo con características diferentes a otros tipos de pérdidas”, indica Sara Pérez. Después de un suicidio aparece la culpa, es una de las “emociones estrella”, reconoce Sara. Una culpa que tiene que ver con la responsabilidad que siente el superviviente: “¿Qué hubiera podido haber hecho yo para evitar de alguna manera el sufrimiento de esa persona”. Qué responsabilidad hay en la “decisión” que tomó esa persona.

Una culpa que desaparece, aunque es muy difícil. “La buena noticia es que sí, pero cuesta muchísimo”. Se necesita mucha ayuda de los amigos, de la familia, de los profesionales e incluso de la sociedad.

La rabia también es otra de las emociones que asaltan en esos momentos tan delicados. “¿No hemos sido suficiente para ti? ¿No éramos lo suficientemente válidas o importantes? ¿No éramos suficiente motivo para que tú lucharas un poco más?”. Es una rabia que se va trabajando y rebajando. Además, es una rabia que cuesta reconocer, porque se tiene contra ese ser querido que se ha marchado. “Enfadarte con ese ser querido a veces es todo un desafío”.

      
             
      

Frases hechas que hacen daño

“El tiempo lo cura todo”. “Ahora vais a descansar”. “Tienes que ser fuerte”. “Tienes que seguir adelante”... son frases hechas que se suelen utilizar en estos casos que no son en absoluto acertadas y son dolorosas. “Son muletillas, frases automáticas o huecas, que rellenan espacios o silencios incómodos. No son mal intencionadas, pero hacen mucho daño”. Cuando una persona tiene una pérdida así, “no tiene la energía suficiente, ni la motivación” para ser fuerte.

Sara Pérez se lamenta de “la presión y la hiperexigencia” a la que a veces se ven sometidos. Y reclama algo más de silencio. A veces, un acompañamiento, un rato de escucha, de silencio con esa persona es todo lo que necesitan estos supervivientes. “Que alguien se siente a nuestro lado y que nos escuche sin cronómetro”.

Por supuesto, la ayuda de terapia también es muy importante. “Siempre digo que hay respuestas que se llevaron ellos, y que nunca vamos a poder responder”. Sara Pérez advierte de que es importante la ayuda de profesionales para “aceptar que hay preguntas que no vamos a poder saber o responder”.

      
             
      

Mucho agradecimiento a su padre

Sara Pérez, después de 10 años del fallecimiento de su padre, se maneja entre la serenidad, el agradecimiento y la rabia. “Ahora estoy en un momento en el que siento muchísimo agradecimiento por todo lo que me ha aportado mi padre, por tantas lecciones, por semejante legado. Pero también mentiría si no reconociera que tengo rabia”. Reconoce que ahora que está más tranquila, más serena, salen momentos y recuerdos que le producen esa rabia.

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