nuevas vocaciones

Juan Reyero, madrileño de 35 años y nuevo cura de Gernika: "La juventud está sedienta"

Integrado ya en su "familia euskaldun", confiesa en COPE que le gustaría que la Iglesia de hoy, falta de nuevas vocaciones, sepa "calmar" ese deseo de escucha 

Elisa López

Vitoria - Publicado el

2 min lectura

Juan Reyero, madrileño de 35 años, entusiasta y cercano, es el segundo de 7 hermanos. No fue a un colegio religioso, pero en casa iban a misa, rezaban juntos y se pedían “perdón en familia”. 

Pese a mamar estos valores católicos quiso encontrarlos por sí mismo, cuestionar lo aprendido siguiendo la premisa de su madre de “si no metes los dedos en el enchufe no sabes si hay electricidad”. Así que dio rienda suelta a su carácter inquieto.

estudiante en paris, misionero en ceuta

Primero viajó a París donde estudió durante 7 años el idioma y las lenguas antiguas, después fue misionero en la antigua Yugoslavia y en el barrio más pobre de Ceuta.

Juan comprobó que cada paso en su aventura personal le acercaba más a la vida pastoral que comenzó a desempeñar en Euskadi tras la pandemia por recomendación de un cura de Madrid, ciudad a la que había regresado para cursar un máster.

falta relevo generacional

Juan es uno de los tres jóvenes curas que desde septiembre se han incorporado a la Diócesis de Bilbao. Y hacen falta más. En total suman 180, con una edad media de 70 años, lo que supone la cifra más baja de los 75 años de historia de la Diócesis.

El relevo generacional se complica ante la falta de vocaciones lo que hace que el caso de Juan no abunde.

vivir feliz

Su afán es ayudar en especial a los jóvenes a calmar su sed: “me gustaría que la gente pudiera vivir feliz y que pudiera encontrarse con el Dios del amor y la misericordia con el que yo me he encontrado. La sociedad tiene sed, sobre todo la juventud, de algo, llámalo como te de la gana. Y me gustaría que la Iglesia de hoy en día supiera calmar esa sed de sentido, de amor, de comprensión y de escucha". 

"La juventud está sedienta, en búsqueda”, reflexiona el joven cura de Móstoles que ya ha oficiado sus primeras misas en Gernikaldea.

Aunque al principio la soceidad vasca le pareció “un poco piedra”, asegura que es todo “bizcocho” cuando te acercas y que ya la siente como su “familia euskaldun”.

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