Una cartera de Correos de Bilbao va a entregar una notificación y no entiende lo que pasa cuando abren la puerta
Alba se encuentra un curioso suceso dentro de su jornada de trabajo como repartidora en Vizcaya cuando llega a un piso, le abren el portal sin contestar y llega hasta la puerta del domicilio
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En el vertiginoso día a día de los repartidores de Correos, cada jornada está llena de situaciones inesperadas, desde la entrega de paquetes hasta las incómodas negativas a recibir notificaciones. Sin embargo, hay ocasiones en las que los sucesos adquieren una dimensión tan curiosa que hacen que los trabajadores reflexionen sobre ciertos comportamientos de la sociedad. Esto fue lo que le ocurrió a Alba, una repartidora de Correos en Bilbao, que vivió una experiencia desconcertante en pleno ejercicio de su trabajo.
En una reciente grabación que Alba compartió a través de sus redes sociales, narró con detalles y algo de indignación un curioso incidente ocurrido durante una de sus rutas de entrega de notificaciones en la localidad de Vizcaya. Lo que debía ser un simple trámite administrativo, se convirtió en una cadena de malentendidos que terminó con Alba cuestionando la actitud de algunos trabajadores de obra y el comportamiento de los residentes de la casa.
Alba, como todos los días, se disponía a entregar una notificación a un residente de un edificio. En este caso, su destino era la casa de un tal Bernardo Caballero. Como de costumbre, la repartidora se dirigió al portal del inmueble, tocó el timbre, pero no obtuvo respuesta. A pesar de la ausencia de respuesta en el telefonillo, algo extraño sucedió: la puerta del portal se abrió sin que nadie contestara. Sin pensarlo demasiado, Alba decidió subir hasta el cuarto piso, convencida de que en algún momento alguien le abriría la puerta para recibir la notificación.
Sin embargo, cuando llegó a la puerta del domicilio, se encontró con un grupo de obreros trabajando en la casa. Sorprendida por la situación, Alba les preguntó por Bernardo Caballero, pero ellos le explicaron que el propietario no se encontraba allí y que estaban realizando obras en su vivienda. Lo que desconcertó a Alba fue que los obreros, al no conocerla, le habían abierto la puerta del portal sin saber quién era ni cuál era su propósito.
El malestar de Alba y la reflexión sobre la seguridad
A lo largo de su relato, Alba expresó su frustración por lo ocurrido y se cuestionó la lógica detrás de algunas actitudes cotidianas que a menudo parecen no tener sentido. "¿Para qué me abren la puerta sin preguntar quién soy?", se preguntaba. "¿Quiénes son ellos para permitir la entrada de una persona desconocida sin verificar su identidad?"
La repartidora destacó el contraste entre la desconfianza que algunos muestran cuando, por ejemplo, el cartero llega a entregar un paquete, y la facilidad con la que se permite el acceso a desconocidos.
"Es curioso cómo se puede abrir la puerta a alguien que no sabes ni quién es, pero luego no quieres dar tu DNI para recibir un paquete", reflexionó Alba, añadiendo que los obreros, al parecer, no comprendieron que su trabajo consistía precisamente en entregar notificaciones de manera segura y profesional.
A lo largo de su relato, Alba enfatizó que no solo se trataba de un error de protocolo, sino también de una cuestión de seguridad. En su opinión, la falta de precaución por parte de los trabajadores de la obra al abrir la puerta de un edificio a una persona desconocida sin preguntar ni verificar su identidad podía haber resultado en una situación peligrosa.
Una lección sobre seguridad
Este episodio pone de relieve una cuestión importante que afecta tanto a los trabajadores de Correos como a los residentes y trabajadores en general. La seguridad en los edificios y el respeto por los protocolos son fundamentales para evitar situaciones incómodas o incluso peligrosas. Aunque el incidente de Alba terminó sin mayores consecuencias, es una oportunidad para reflexionar sobre cómo algunas actitudes cotidianas pueden poner en riesgo nuestra seguridad.
Los trabajadores como Alba desempeñan un rol esencial en nuestra sociedad, llevando notificaciones, paquetes y cartas a nuestras casas. Su función debe ser respetada y comprendida, y sus esfuerzos por garantizar una correcta entrega de la correspondencia deben ser apoyados por la colaboración de los residentes y trabajadores que se encuentran en las viviendas.