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Julia corona el Mulhacén y sigue eliminando barreras a la discapacidad

La pequeña, acompañada de siete enanitos muy especiales, consigue un reto que nadie había logrado antes

Maite Fernández

Murcia - Publicado el

3 min lectura

La vida puede ser muy curiosa, porque de repente puede ser más sencillo que una niña de 10 años con una discapacidad importante, suba el Mulhacén a que pueda jugar en un parque adaptado a sus necesidades específicas.

Recorre kilómetros y kilómetros por la montaña, pero no se le pueden cambiar los pañales en un cambiador adaptado. Con su silla especia salva obstáculos deportivos, pero en el día a día debe detenerse ante barreras arquitectónicas y psicológicas que no permiten una accesibilidad real para quienes la necesitan.

La vida es curiosa y cruel, pero Joaquín y Julia Susmozas no piensan parar de luchar, por ir consiguiendo pequeños hitos para todas las familias que viven con una persona con otras capacidades, como es el caso de esta niña que se ha ganado el corazón de sus paisanos. Son un ejemplo de superación física y mental y demuestran que algunas barreras se autoimponen. Padre e hija no son de esos.

DORMIDA EN LA SUBIDA

No están solos, porque cuentan con el apoyo de Zancadas sobre ruedas y de un entorno que conocemos gracias a las redes sociales de Joaquín. Es pediatra, pero sobre todo padre y entre sus hijos, Julia. Sin hablar, con poca movilidad y otros tantos problemas médicos derivados de su enfermedad, forman un buen equipo y cada día es una experiencia.

Esta vez se han superado, porque decidieron subir el Mulhacén. Julia es la primera niña con un 76% de discapacidad que ha hecho cumbre. El orgulloso papi reconoce que en la ida hubo momentos complicados. "Estaba incómoda y notó la altitud, pero luego se quedó dormida".

"Fue un poco locura, pero queríamos que tuviera impacto y convencimos a unos cuantos y nos fuimos para Granada", explica Joaquín, que como el resto de expedicionarios lo hizo vestido de pitufo y con tutú. El primer obstáculo era mantener a Julia tranquila en una furgoneta tanto tiempo, pero lo pasó bien con sus compis de aventura.

Tardaron en coronar 3 horas. Tenían previstas unas cuatro horas, pero fue algo más complejo la vuelta, porque la bajada es más técnica. Julia, ya despierta, disfrutó de cada resbalón y de cada momento de risas y es que Julia tiene una sonrisa preciosa que su padre sabe despertar.

Compara la excursión con la vida diaria: "Si todo el mundo se comportara con Julia como estos seis compañeros, la vida sería más sencilla" y es que el mensaje que quieren mandar va más allá de Granada y del segundo pico más alto de España.

El día a día es complicado. "Nos encontramos muchas barreras arquitectónicas y sociales. Parece mentira que en el siglo en el que vivimos la discapacidad sigue siendo un poco espinoso. Genera sentimientos encontrados tanto en las familias que lo vivimos como en el resto. Generamos pena y sentimientos que no son buenos para nosotros ni son útiles".

Buscan normalizar y encontrar herramientas para quienes pasan por lo mismo, pero que les quiten lo bailado o lo corrido, en este caso. "Son momentos mágicos que paso con mi hija". Cada persona encuentra un método; escriben, o encuentran su forma de asumir, y ellos lo han conseguido en el deporte que les une y les hace superarse.