MURCIA DESTINO SEGURO

Calblanque, playa protegida

Su parque tiene temperaturas muy agradables durante todo el año por lo que se puede visitar en cualquier época.

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Redacción COPE Murcia

Murcia - Publicado el

12 min lectura

Si buscas Calblanque rápido sus búsquedas te enfocaran a su parque regional y sus playas. Su espacio no es muy grande comparado con otros parques regionales pero tiene multitud de estructuras y materiales geológicos pudiendo ver dunas fósiles, acantilados o rocas calizas y metamórficas como pizarras y filitas para los más entendidos del mundo de la geología

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El paraje descrito pertenece al Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila, que se caracteriza por ser una de las franjas del litoral mediterráneo peninsular mejor conservadas, a pesar de que la influencia humana se aprecia en toda la zona descrita (salinas y minería), en este caso la dota de interés cultural. Además está recorrido por el GR92.

Para un breve conocimiento de sus valores biológicos y paisajísticos se recomienda la visita de los Espacios Naturales de la región en esta misma página web.

Respecto a los aspectos geológicos cabe destacar el contraste existente entre las dos litologías predominantes: las oscuras e intensamente plegadas rocas metamórficas del Paleozoico y las rocas sedimentarias y sedimentos claros cuaternarios que conservan sus características sedimentológicas originales (dunas y playas actuales y fósiles, abanicos aluviales y glacis, etc.). En conjunto representan respectivamente las rocas más antiguas y más modernas de la región, que se ven afectadas por diversos procesos de erosión y meteorización que las modelan de forma diferencial, lo que se traduce en la existencia de playas, acantilados, arcos naturales, tafonis y erosiones alveolares, lapiaces costeros, etc. Todo lo anterior hacen de este lugar un auténtico libro pétreo, en el que están representados multitud de aspectos geológicos de entre los que destacan los sedimentológicos actuales y pasados, los petrológicos y los geomorfológicos.

Es pues una zona de contrastes y de interés paisajístico, ecológico, geológico y cultural, que es utilizada desde hace décadas con fines: educativos, turísticos y recreativos por numerosos ciudadanos.

Como llegar

A la zona se accede fácilmente desde la autovía de La Manga (MU-312), donde se toma la salida 10 y se siguen las indicaciones hasta la entrada de Calblanque, que nos llevan a una pista de tierra donde las señales nos conduce hasta el parking de Calblanque, o mejor aún, hasta las salinas del Rasall a unos 900 m del comienzo de la pista. En las salinas podemos seguir el GR92 hasta llegar a Cala Reona. Desde este recorrido accederemos a las zonas limítrofes donde se puede observar los aspectos geológicos y mineros descritos.

Recomendaciones

• Utilizar calzado adecuado para el senderismo.

• No dejar restos de basura en la zona y respetar la fauna, flora y gea.

• No extraer fósiles, los cuales además de ser un patrimonio de todos, están protegidos por la Ley 4/2007, de 16 de marzo, de Patrimonio Cultural de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.

• No recolectar ejemplares biológicos, muchos de ellos son endemismos y especies protegidas.

• Para observar los bufaderos, generados por la actividad minera, es recomendable ir en días de fuerte viento de levante, Pero nunca acercarse al borde de estos, ni pasar cerca de los acantilados.

• Una parte del trayecto discurre por zonas con elevada pendiente, por lo que deben abstenerse de realizarla quienes tengan vértigo.

• En verano se deben evitar las horas más cálidas, ya que no existen zonas arboladas.

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ITINERARIO

El recorrido propuesto atraviesa en primer lugar las filitas alpujárrides de edad paleozoica, aunque éstas solo se observan en las proximidades de los relieves cercanos a la pista de tierra, ya que suelen estar cubiertas por sedimentos cuaternarios (coluvios, depósitos fluviales, abanicos aluviales y restos de glacis), estando cementados por costras calizas los más antiguos. Sobre las filitas descansan paquetes de calizas y dolomías mesozoicas que originan los primeros relieves que observamos en la zona.

Los últimos relieves que cruzamos antes de llegar a las salinas están originados por esquistos oscuros, ricos en grafito y de edad paleozoica, del complejo Nevado-filábride, que engloban niveles de cuarcitas claras con estructuras de boudin. En las proximidades de las salinas existen varias zonas habilitadas para dejar el vehículo, desde ellas se prosigue el recorrido a píe.

Parada 1: Salinas del Rasall (lagunas costeras desecadas).

En primer lugar, podemos observar que la zona es una pequeña depresión limitada al norte por los relieves de esquistos y al sur por un cordón de dunas eólicas fósiles (paleodunas o eolianitas). Se trata de dos antiguas lagunas costeras (lagoon) desecadas, rellenas de limos fangosos ricos en materia orgánica (muy oscuros) por el ambiente anóxico reinante en ellas, que nos recuerdan a los barros del Mar Menor. Las faldas de los relieves esquistosos están cubiertas por abanicos y glacis cuya edad oscila entre el Pleistoceno inferior y la actualidad.

Estas lagunas recibían aguas dulces de las ramblas adyacentes y marinas del Mediterráneo, hasta que a principio de siglo pasado fueron transformadas en salinas, para ello se desviaron los cauces de los ramblizos, se construyeron motas de tierra, se dividieron en diferentes balsas, se instaló un motor para bombear agua marina y se excavó un canal en el cordón de paleodunas para conducir el agua marina hasta las balsas. Estas infraestructuras permanecen en las proximidades de la playa de las Cañas. Posteriormente fueron abandonadas en la década de los 90, hasta que la administración regional las puso en valor recientemente, pasando a ser un destacado punto de interés ecológico y etnográfico.

Parada 2: Paleodunas y dunas actuales de Calblanque.

Cruzando el lagoon llegamos hasta un cordón de dunas eólicas (eolianitas) que lo aíslan del mar. Se trata de un complejo dunar cuya edad oscila entre el Pleistoceno superior y la actualidad, cuyas dunas más antiguas se nutrieron de arenas oolíticas del Último Interglaciar (Pleistoceno superior). Estas arenas se originaron a su vez por la precipitación de sucesivas capas de carbonatos fibrosos (aragonito) alrededor de granos, en un ambiente marino somero, agitado y bajo un clima más cálido que el actual, como ocurre actualmente en la costa de Las Bahamas o de Túnez. Estas arenas fueron llevadas hasta la orilla por el oleaje y retrabajadas por el viento formando las dunas eólicas, como se deduce de las laminaciones que presentan. Posteriormente fueron estabilizadas por la vegetación, ya que presentan numerosos rizolitos (estructuras cilíndricas más o menos verticales generadas por raíces) y finalmente fueron cementadas por aguas sobresaturadas en carbonatos, que ascendían por fenómenos de capilaridad, lo que ha permitido su conservación.

También existen en este cordón dunas formadas por: arenas bioclásticas (arenas cuyos granos son fragmentos de conchas), arenas siliciclásticas (cuyos granos son fundamentalmente de cuarzo proveniente de la erosión de las cuarcitas nevado-filábrides y maláguides) y arenas que representan antiguas playas fósiles.

En esta zona se conservan además los restos de otras dunas más recientes, pero pertenecientes también al Último Interglaciar, que al estar poco cementadas han sufrido una fuerte erosión, pero es en ellas donde mejor se aprecian las laminaciones cruzadas características de las dunas eólicas.

Finalmente, podremos observar dunas actuales que rampan sobre las anteriores, algunas de ellas con vegetación que tiende a estabilizarlas; y ripples que el viento genera en la superficie de éstas y en las arenas de las playas. Incluso si nos acercamos hasta alguno de los cauces de las ramblas es posible observar ripples generados por corrientes fluviales en los cauces con sedimentos finos o cantos imbricados en cauces con gravas.

Parada 3 Lapiaz costero de Calblanque.

Sobre las dunas anteriores al noreste de la playa de Calblanque se ha desarrollado un curioso lapiaz costero como consecuencia de:

• La disolución de las areniscas calcáreas por el agua de escorrentía.

• La abrasión marina que genera el oleaje al arrastrar partículas de sedimento, que actúan como una lija sobre las areniscas.

• La haloclastia o rotura y desagregación de las areniscas por la cristalización de sales en sus poros que desgranan estas rocas.

• La bioerosión o destrucción de las rocas por seres vivos que las desgastan, perforan y disuelven. En la zona de salpicadura del oleaje destacan algunos gasterópodos que se alimentan de algas (fitófagos) para lo que roen la superficie de las rocas, como los de los géneros: Melaraphe, Patella y Monodonta, que en este tipo de rocas pueden llegar a destruir hasta unos 5 gramos de roca al año por individuo. También cabe destacar la existencia de algas endolíticas que microperforan las rocas.

• En la zona sumergida actúan los bivalvos litófagos como los dátiles de mar (Lithophaga lithophaga) o los del género Irus, los erizos, las esponjas y las algas endolíticas.

Pero lo más llamativo de este lapiaz es la multitud de rizolitos y rellenos de fracturas, que al estar más cementados, que el resto de la duna, resisten mejor los procesos erosivos y quedan expuestos dando un pintoresco paisaje. Mientras que en la zona de salpicadura la haloclastia da un modelado en pozas y en la zona de rompiente del oleaje la acción de los gasterópodos marinos ha generado un lapiaz muy agreste con afiladas crestas y superficies escoriaceas.

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Parada 4: Esquistos alveolares y discordancia de Cala Magre.

En Cala Magre se pueden realizar diversas observaciones como son:

Los esquistos grafitosos paleozoicos donde las cuarcitas intercaladas presentan un aspecto lenticular en corte (boudines, del francés morcilla) debido a su comportamiento más rígido y menos comprimible que los materiales arcillosos más plásticos y deformables, que originaron los esquistos.

Las numerosas fracturas que presentan los esquistos aparecen rellenas por filones y venas de siderita más o menos alterada a óxidos de hierro.

También podemos observar que la superficie de los esquistos está salpicada de pequeñas cavidades (alveolos) generadas por la haloclastia llevada acabo por el espray del oleaje.

La plataforma de abrasión labrada por el oleaje en los esquistos y en paleodunas.

La discordancia existente entre los esquistos y los sedimentos continentales aluviales que presenta una matriz arcillosa y rojiza, donde aparecen cantos brechoides de esquistos. Sobre estos restos descansan, a su vez los restos de paleodunas y playas fósiles.

Desde aquí podemos ascender hasta el mirador, que nos ofrece una magnifica panorámica del itinerario.

Parada 5: Paleoduna y pliegue de Punta Espada.

En esta parada llama la atención la pequeña cala de los Dentoles, donde se pueden observar nuevamente la existencia de ripples eólicos actuales en las arenas y como el oleaje sedimenta las arenas litorales en la línea de costa y el viento posteriormente la desplaza lateralmente hacia el interior, un proceso actual que nos ilustra sobre la génesis de la paleoduna existente. En ella hay algunos bioclastos marinos, pero lo más llamativo es la presencia de caracoles terrestres (Iberus carthaginensis y Rumina decollata) fosilizados entre las arenas siliciclásticas que la forman. Anotar la presencia de numerosos tafonis generados por la acción conjunta de la haloclastia, el viento y los procesos de disolución del cemento que une los granos.

Si miramos en el lado contrario de la cala podemos volver a observar una discordancia entre los esquistos y los materiales cuaternarios. Pero quizás sea lo más llamativo observar que Punta Espada es un espectacular pliegue acostado. Los esquistos que lo originan están, al igual que en la parada anterior, muy diaclasados, pero aquí las fracturas aparecen rellenas de cuarcita.

Volviendo a ascender y siguiendo el recorrido llegamos hasta la zona minera de Tajos Quebrados, donde se pueden observar los restos de las labores mineras (respiraderos, escombreras y pozos- galería.), que explotaban los filones hidrotermales de mineralizaciones de hierro (siderita, goethita y oligisto) enriquecido en plata, así como alunita y jarosita, aunque estos últimos minerales son más fácilmente observables en la parada 9.

Paradas 7 y 8: Labores mineras del Cerro del Atalayón y arco natural de Cala Cocón.

Continuado el recorrido, donde las panorámicas de los acantilados (formas litorales erosivas) y deslizamientos son muy ilustrativas, tendremos que pasar por una zona relativamente peligrosa, por lo que se acondicionó con la fijación de una cuerda para asirse, y finalmente llegamos a una nueva zona minera de características semejantes a la anterior, pero en la que destacan las numerosas charnelas de pliegues tumbados y acostados en las cuarcitas que aquí alcanzan mayores espesores (cerca de un metro), en estas charnelas se observan pequeñas mineralizaciones de cuarzo, goethita irisada y siderita.

Otro aspecto interesante es bajar desde aquí hasta Cala Cocón, donde en el barranco observamos nuevamente boudines de cuarcita y marmitas de gigante (pilancones) generadas por la erosión fluvial en el suelo del barranco. Al final de éste aparece una pequeña cala en la que la abrasión marina ha generado un llamativo arco natural, aunque para acceder al mismo hay que realizar un salto de más de 1´5 m.

Durante el resto del trayecto aparecen numerosos ejemplos de boudines y los esquistos grafitosos adquieren un aspecto moteado por el crecimiento de cristales.

Parada 9: Labores mineras de Punta Loba.

En Punta Loba destacan las labores realizadas en los esquistos por los mineros, para la extracción de las mineralizaciones de hierro (siderita y goethita) y plomo (galena argentífera) enriquecidas en plata, manganeso y nuevamente de jarosita y alunita, que en esta zona son fácilmente observables en superficie.

El tamaño de las aberturas de las explotaciones y su comunicación con el mar, hace que estas actúen como gigantescos bufaderos, que impresionan en los días ventosos al golpear el oleaje que penetra por las labores contra las paredes de éstas. El tránsito por la zona es peligroso por lo que debe tenerse precaución.

Parada 10: Lapiaz costero de Cala Reona.

Al llegar a Cala Reona llama la atención la presencia de materiales rojos que descansan sobre los esquistos en diversos puntos. Se trata de antiguos sedimentos aluviales que cubren incluso las laderas de los islotes de la zona, y que informan de una importante actividad tectónica durante el Cuaternario, que desembocó en el hundimiento mediante fallas de la zona marina que rodea dichos afloramientos.

Si cruzamos la cala también llama la atención el espectacular lapiaz que se ha desarrollado sobre paleodunas semejantes a la de Cala Dentoles. Se trata de areniscas siliciclásticas marinas que fueron retrabajadas por el viento, presentando una fuerte influencia continental como se deduce de los restos de gasterópodos terrestres que presentan, y los innumerables rizolitos que las dotan de una estructuración vertical. Su génesis es la misma que la del lapiaz observado en la parada 3.

El socavamiento (nicho basal) de la base de la formación dunar por el oleaje, ha generado una ilustrativa cornisa que retrocede mediante desplomes, originando una costa caótica de bloques de aspecto laberíntico.

Más al norte afloran nuevamente los esquistos donde se observan pequeños abrigos y arcos naturales generados por la abrasión marina. En ellos acaba el itinerario propuesto.

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